Hace casi tres meses, el 20 de mayo, Alberto Fabián Carranza forzó una ventana de una vivienda de la calle Río de La Plata, en Santa Rosa, Nº 798 de Santa Rosa, y luego con una llave ingresó a la parte trasera del inmueble para sustraer numerosas herramientas (llaves, remachadoras, tenazas, pinzas, destornilladores, etc.).
Luego se escapó saltando un portón de chapa de 1,90 metros de altura y, en esas circunstancias, fue interceptado por el propio damnificado, con quien forcejeó, hasta que el imputado lo amenazó diciéndole “soltame, porque te pincho” e hizo un ademán con la mano izquierda en la que sostenía “un elemento con brillo”.
Por ese hecho, Carranza, un plomero de 26 años que se domicilia a tres cuadras del lugar, fue condenado a tres años de prisión en suspenso como autor de los delitos de robo agravado por escalamiento, en concurso real con hurto calificado por el uso de llave verdadera que había sido sustraída y por escalamiento en concurso ideal entre sí.
La sentencia fue dictada por la jueza de audiencia santarroseña, Alejandra Flavia Ongaro, a raíz de un acuerdo de juicio abreviado rubricado por la fiscala Leticia Pordomingo, el defensor oficial Pablo De Biasi y el propio acusado, quien aceptó su responsabilidad penal.
Las partes también convinieron que Carranza deberá cumplir las siguientes reglas de conducta durante dos años: fijar residencia, someterse al contralor del Ente de Políticas Socializadoras, abstenerse de relacionarse de modo alguno con la víctima –y otras dos personas– ni acercarse a su domicilio.
Ongaro tuvo en cuenta, entre otras pruebas, las declaraciones de la víctima y dos testigos, el acta de reconocimiento en rueda de personas y un informe de la Agencia de Investigaciones Científicas, dependiente del Ministerio Público.
“Carranza realizó la fuerza necesaria con la cual pudo superar la resistencia que implicaba la ventana de la vivienda, a la que forzó para poder acceder a una llave de otra vivienda ubicada en la parte trasera del inmueble –indicó la jueza–. Finalmente, para huir del lugar, y ya teniendo consigo los bienes de los que ilegalmente se apoderara, saltó un portón de casi dos metros de altura, y de esa forma logró vencer una de las defensas colocadas y predispuestas en el lugar por el legítimo tenedor de esos bienes, luego secuestrados en poder del imputado”.