El Gobierno está partido en dos en medio de la crisis entre el ala política que requiere que Mauricio Macri termine con la confrontación con Alberto Fernández y con el sector de Marcos Peña que busca cargarle la culpa de la situación al candidato del Frente de Todos.
El ala política tiene una mirada más realista de la frágil situación institucional que atraviesa Macri. En ese sector creen que el presidente debe aterrizar el avión de la manera más prudente que pueda. El objetivo central que proponen es controlar el dólar para que no se dispare la inflación y terminar el mandato de la manera menos crítica.
Para eso tendieron puentes con los equipos técnicos de Alberto Fernández -y los de Roberto Lavagna-. «Tenemos que terminar con la locura de que el lunes somos amigos porque el dólar abre y estable y el martes todo es culpa de Alberto porque esto termina mal», dijeron en el Gobierno.
El proyecto de ley para reprogramar la deuda, que el oficialismo enviará el lunes al Congreso, es una prueba piloto de ese modelo: Hernán Lacunza, Rogelio Frigerio, Miguel Pichetto y Emilio Monzó se dedicarán durante todo el fin de semana a buscar puntos de encuentro con el peronismo para que la iniciativa no muera en una demostración de intenciones de Macri.
Lograron por la noche que el presidente reapareciera con un tuit conciliador: «Todos podemos ayudar desde la responsabilidad y la prudencia a llevar tranquilidad a los argentinos. Cada uno desde su lugar. Como Presidente es mi única prioridad. Todas mis acciones van en esa dirección, buscando tender puentes y dialogando», posteó.
El ala de Peña, por el contrario, sigue insistiendo en que Macri ganará el ballotage y culpa abiertamente a Fernández por la situación catastrófica de la economía argentina. Pablo Avelluto, secretario de Cultura que responde a Peña, se refirió a Fernández y Cristina Kirchner como «los pirómanos sedientos por apagar el incendio que ellos mismos generan con más nafta y más fuego». Alejandro Rozitchner, el filósofo contratado por Peña, también se la pasa retuiteando análisis de trolls que lo sindican a Alberto como el pirómano.
La actitud del ala peñista, que se entiende como nunca con sectores más extremistas como el de Elisa Carrió y los «diputados gritones» ya hartó al otro sector, que ni siquiera oculta sus deseos de que Macri eche al jefe de gabinete.
María Eugenia Vidal, en tanto, no quiere saber más nada con Peña. La gobernadora faltó a la cena anual de la fundación de Margarita Barrientos, a quien aprecia, sólo para no cruzarse públicamente con el jefe de gabinete.