En la oposición al PJ en La Pampa ya hacen cuentas sobre cómo se reconfigurará el espacio para después del 10 de diciembre. Hay quienes comenzaron a desandar la vía del posmacrismo y desde el fin de semana quienes sueñan con la remontada del milagro.
Los dos ánimos opositores
Hay en la oposición al PJ en La Pampa dos ánimos. Hasta el fin de semana cuando se realizaron las elecciones en Mendoza el clima reinante era el de comenzar a desandar el posmacrismo, sobre todo entre los radicales, a los que menos les costará esa senda. Esta es una etapa que comenzó mucho antes de que Macri pierda en verdad las elecciones, las del 27 de octubre. Igualmente, en el país la futura configuración que aglutine al ex Cambiemos-Juntos por el Cambio dependerá del resultado que logre el mandatario. No será lo mismo perder, que perder por una gran diferencia. Por lo pronto, ya se empieza a sacar cuentas si todo el espacio se mantendrá unido, y quienes serán los próximos líderes. Alfredo Cornejo será uno. Del otro lado piensan en Rodríguez Larreta y hasta en Vidal para el posmacrismo.
Igualmente, el fin de semana comenzó a verse más entusiasmo entre los que todavía se esperanzan con entrar en un difícil balotaje. La marcha de Macri en CABA y sobre todo el triunfo de la UCR en Mendoza, les dio otro aire, más allá de las grandes diferencias que marcan las encuestas a favor de Fernández-Fernández. Algunos ven en esto el signo de una remontada milagrosa. Pero la épica del «sí se puede» está limitada por la realidad. La elección de Mendoza se había provincializado y fue eminentemente radical. Cornejo y su delfín Rodolfo Suárez se habían despegado de la figura de Macri, como lo hacen los candidatos a intendente del PRO en el Conurbano.
Fragmentos de una frustración
En este escenario también la oposición al PJ en La Pampa comienza a vislumbrar qué pasará después del 10 de diciembre. Por lo pronto, la estrategia electoral pampeana ha sido la misma que en otros lugares. Martín Berhongaray le escapa a cualquier referencia a Macri y a aparecer en los medios para evitar consultas inoportunas. Los radicales le temen al fruto envenenado que deje Macri y pocos se comprometen en la campaña.
Las elecciones en La Pampa de este año para la oposición unidad en la UCR-PRO marcó un 31% de respaldo para las de gobernador y un 35% para diputados nacionales en las PASO. Performances no muy distintas a otras elecciones, pero ahora los radicales tuvieron que asumir el costo político de pertenecer a la coalición nacional y afrontar una elección donde el PJ los sobrepasó ampliamente. Ahora tomará un tiempo reponerse.
Hacia adelante habrá que ver cómo queda el panorama interno. Los radicales siguen siendo la primera minoría y referencia opositora, pero disminuidos y dispersos por las circunstancias políticas. Se ganó algunas intendencias más de las que tenían, pero se perdió Santa Rosa que es central en cualquier armado provincial, lo que representó una catástrofe electoral.
Al interior de la UCR siguen conviviendo varios liderazgos compartidos, que además tienen sus resistencias internas, más allá de que sus nombres congreguen los principales apoyos. Hay una fragmentación del espacio en la que ningún dirigente parece hacer pie firme hacia adelante, si bien los principales apellidos todavía siguen en pie. La encuesta que se hizo para designar al candidato gobernador entre los radicales marcó que Francisco Torroba, Juan Carlos Marino y Daniel Kroneberger no se sacaban demasiada ventaja uno al otro. Los resultados electorales frustraron ambiciones como la de los Altolaguirre, que parecían haberse convertido en un polo de poder y que se fueron destartalando con los meses.
Dilemas opositores
Los dilemas de la oposición son varios pensando en el futuro cercano. Por un lado, en la UCR se debe debatir si el camino es construir hacia adelante una coalición con otras fuerzas, encabezada por los radicales, o seguir como Lista 3. Quienes van a integrar el bloque de diputados ya hacen cuentas de que no habrá una bancada compartida de Cambiemos y que habrá división con el PRO. Tal vez puedan lograr un interbloque, pero por ahora es muy difícil la conjunción con un espacio con el que siempre tuvieron diferencias y que están todavía aliados por necesidad.
La otra cuestión es el internismo crónico, una característica arraigada en la UCR pampeana. Cuando Cambiemos estaba de buenas, con un presidente Macri en ascenso, se jugaron las internas habidas y por haber. En algunos casos con irresponsabilidad. Se forzaron situaciones que después complicaron consenso. Para algunos analistas radicales, ahora en el llano, después de la derrota nacional y los magros resultados, esa tendencia a exacerbar las diferencias quedaría disminuida y se podría promover algunos consensos.
El resto de las fuerzas de la oposición deberá posicionarse en este escenario que tiene a un peronismo triunfante y el peso de la frustración del macrismo en el poder. El PRO deberá rearmarse ya en el llano, con algunos dirigentes que todavía siguen siendo referencias, pero sin recursos. Del resto no hay mucho más por ahora, disminuidos tras las elecciones de mayo.
Esperanzados o no en revertir una elección que se les viene en contra, la oposición al PJ en la provincia se va resignando a ser espectadores de la fiesta peronista y a pensar cómo rearmarse hacia adelante.
(*) Por Norberto G. Asquini (periodista e investigador)