El presidente de Chile, Sebastián Piñera, reconoció que «el país no es el mismo al de una semana atrás» y le pidió a todos sus ministros poner sus cargos a disposición para diseñar un nuevo gabinete, tras las multitudinarias marchas del viernes.
«He pedido a todos los ministros poner sus cargos a disposición para poder estructurar un nuevo gabinete para poder enfrentar estas nuevas demandas y hacernos cargo de los nuevos tiempos», dijo desde el palacio La Moneda.
Mientras tanto, las Fuerzas Armadas anunciaron que decidieron levantar el toque de queda que regía desde el sábado pasado en Santiago, una ciudad que empieza a volver a la normalidad tras un estallido social sin precedentes.
«Se ha evaluado que las actuales condiciones permiten resolver que NO habrá Toque de Queda en la RM (región metropolitana) a partir de este momento», dijo el ejército en un comunicado.
Piñera agregó también que tiene la intención, «si las circunstancias lo permiten», de levantar el estado de emergencia decretado en varias otras ciudades.
Una marea copó el viernes las principales avenidas de Santiago y generó una postal única que evoca la firme voluntad de los chilenos para buscar cambios en el modelo económico.
Este sábado Santiago amaneció con grupos de vecinos y organizaciones sociales limpiando los escombros de incidentes aislados que rompieron la armonía de la movilización, para así retomar poco a poco la normalidad.
El Metro funcionaba parcialmente en cinco líneas, mientras dos continúan paralizadas. Los buses operaban a un 98% de su capacidad habitual y muchos comercios comenzaban a abrir sus puertas.
«Todos hemos escuchado el mensaje», aseguró el presidente Piñera, a través de un escueto pero conciliador mensaje en su cuenta de Twitter, donde reconoció la dimensión de la marcha que vivió Santiago y otras ciudades de norte a sur del país. «La multitudinaria, alegre y pacífica marcha hoy, donde los chilenos piden un Chile más justo y solidario, abre grandes caminos de futuro y esperanza», acotó.
Piñera reaccionó a las protestas que se iniciaron hace nueve días -en rechazo al aumento de las tarifas del ferrocarril metropolitano- decretando el «estado de emergencia», lo que le permitió desplegar militares en las calles y decretar siete toques de queda consecutivos en la capital.
Pero ni los militares ni el discurso al principio combativo del presidente derechista frenaron la ebullición de los ciudadanos, cansados de vivir en uno de los países más estables de la región pero también uno de los más desiguales.
Con las calles colmadas de protestas y más de 70 estaciones de metros dañadas, algunas inutilizables, Piñera viró luego hacia un tono conciliador y lanzó una batería de medidas que incluye cambios en el criticado sistema de pensión privado, puesto en marcha durante el régimen de Pinochet, prometiendo un aumento de 20% a las pensiones más bajas.
Pero las manifestaciones siguieron.