El largo año electoral de 2019 en La Pampa no tuvo sobresaltos para el peronismo provincial. De hecho, fue un año de festejos por los resultados que acompañaron al oficialismo. También fue una larga transición entre una gestión y otra, la saliente de Carlos Verna y la que llega de Sergio Ziliotto, más allá del continuismo marcado por el mismo signo político y la pertenencia sectorial.
La nueva hegemonía
Si bien todo parecía encaminarse a una sucesión sin sorpresas, hubo algunos ruidos cuando comenzaron los nombramientos de nuevos funcionarios. Al menos hasta que comience a andar la gestión del gobernador Ziliotto. El peronismo se está reconfigurando en La Pampa. Y el movimiento de sectores, dirigentes e intereses no siempre se producen sin provocar sacudones. Porque todos quieren ocupar cargos, pero no hay para todos. Y porque los espacios que se poseían, ahora tienen nuevos dueños.
Está en construcción una gestión, la de Ziliotto, que será la transición hacia un PJ distinto al que se conocía. El de la generación pos 83. La conformación del nuevo gabinete, homogéneo en su conjunto, con la incorporación de algunos aliados pero con espacios acotados, muestra también la construcción de una nueva hegemonía por parte de una generación de dirigentes jóvenes en su mayoría, identificados con la gestión vernista.
Por supuesto, esto no se hará sin provocar algunos ruidos internos. Funcionarios que ocupaban cargos en la gestión Verna se observan desplazados, o ven que sus lugares se van acotando en el nuevo armado y buscan sostener los espacios ganados. En ese marco el secretario de Asuntos Municipales, Rodolfo Calvo, un armador de la red de intendentes que ingresará como diputado provincial, tuvo su despedida del cargo con una cena con jefes comunales. Otros van buscando afirmarse hacia adelante desde sus nuevos cargos institucionales, como la ministra Fernanda Alonso, intendenta de General Pico, y sus reuniones con jefes comunales del norte provincial.
Dos bloques homogéneos
La morfología del peronismo también fue transformándose en los últimos meses luego de las elecciones de mayo. La alianza de Verna con CFK y el triunfo de la fórmula Fernández-Fernández fue el marco para el reacomodamiento del kirchnerismo. Esto ayudado por un triunfo en Santa Rosa, que es tanto causa como efecto de esos mismos movimientos políticos.
La conformación de los dos gabinetes, el provincial y el santarroseño, mostró que hacia adelante ha quedado un bloque central, el del gobierno provincial bajo la conducción del vernismo-ziliottismo, y el del kirchnerismo en la capital provincial. Aliados que convivirán y que se reparten los espacios. No hubo mixtura posible. Hay que ver qué pasará en General Pico con Alonso y sus expectativas a futuro.
Igualmente, la centralidad será la del gobernador, que contará con el apoyo del presidente. En tanto, las gestiones municipales deberán afrontar una administración local en un escenario económico nada fácil y deberán contar con el respaldo de Provincia.
Ruidos legislativos
Al interior del vernismo, la figura central de Verna y la ascendente de Ziliotto reúne voluntades de los intendentes del justicialismo. En Casa de Gobierno se entrecruzan quienes van dejando su cargo y quienes llegan a ocupar sus oficinas, mientras algunos se van enojados como el hasta ahora ministro que no puede disimular su malestar por haber sido degradado y se siguen barajando nombres para los espacios que quedan en las segundas y terceras líneas.
En la Legislatura está más tenso el ambiente. El marinismo, acotado a la Legislatura, dividido en sus referencias, es al que más ruido le ha hecho el armado que se está viniendo. Que Espartaco Marín perdiera la jefatura del bloque fue el motivador para que algunos proyectos, como el de paridad de género para cargos legislativos, fueran cuestionados. Desde el marinismo se presiona para sostener sus espacios ya no solo frente a los proyectos de ley vernistas, sino por lo bajo con las amenazas de promover un interbloque propio.
Han surgido además otros ruidos en el ambiente, que llegan de sectores que acompañaron al frente justicialista en campaña, pero que ahora ante el ejercicio real del poder empezaron a mostrar alguna disidencias. La presencia, o ausencia, de mujeres en el gabinete y el nombre del próximo titular de Derechos Humanos fueron dos puntos en los que algunos manifestaron puntualmente su descontento.
Hay quienes observan cómo se van armando las gestiones y esperan a lo que ocurrirá a partir del 10 de diciembre cuando Ziliotto llegue al poder y se termine de reconfigurar el escenario provincial. Soplan nuevos tiempos en el peronismo pampeano, como en el nacional, a pesar de las permanencias. La próxima etapa no llega sin los ruidos de los cambios de ciclo. Solo es cuestión de interpretarlos.
(*) Por Norberto G. Asquini (periodista e investigador)