Cristina Kirchner ayer no fue a la sesión preparatoria en la que juraron los senadores electos el 27 de octubre y se trató su renuncia a la banca para ejercer la vicepresidencia, pero se garantizó que todo quede bajo su control.
Tendrá gente de su confianza en cuatro de los cinco cargos de la Cámara y el restante, la prosecretaría parlamentaria, quedó en manos de la oposición que ni siquiera definió el elegido por la interna radical.
El secretario parlamentario será Marcelo Fuentes, jefe del bloque kirchnerista hasta el 10 de diciembre; y la secretaria administrativa María Luz Alonso, referente de La Cámpora en La Pampa, donde el peronismo unido arrasó en la provincia y las principales ciudades. Viene de ser prosecretaria en Diputados, donde fue el monitor de Máximo Kirchner en la mesa chica de Emilio Monzó.
Pero además, Cristina ubicó a secretarios personales en el resto de la nómina: Mariano Cabral será prosecretario administrativo y Diego Bermúdez de coordinación operativa.
Cabral, cercano al ahora senador Oscar Parrilli, sustituirá a Mario Daniele, ex senador y con una larga trayectoria en el cargo por su amistad con Miguel Pichetto y el aprecio que supo ganarse del resto del recinto. Tanto, que no pudo contener las lágrimas cuando referentes de todos los bloques se turnaron para despedirlo.
Bermúdez reemplazará a Ángel Torres, un funcionario cercano al salteño Juan Carlos Romero, porque ese cargo fue ideado para contener a la oposición. La mayoría que Cristina consolidó con misioneros y santiagueños en el bloque le permitió ignorar esa tradición y adueñarse del organigrama.
Tuvo la anuencia del bloque Todos, que debutó parcialmente en una sesión caótica, por la rotura en una de las fases de luz del Senado que obligó a Gabriela Michetti a realizar una jura a contra reloj. «Tengo una hora más de luz», confesó a las 15 horas y cuando no había jurado ni uno sólo de los 26 senadores, 24 electos el 27 de octubre y los reemplazos de Cristina y Omar Perotti, electo gobernador de Santa Fe y presente para despedirse.
Michetti ocupó el estrado principal por última vez. «Ojalá podamos ir pacificando nuestras confrontaciones», se despidió entre lágrimas y reconocimientos de las radicales Silvia Giacoppo y Silvia Elías de Pérez y el peronista formoseño José Mayans.
Mayans debutó como jefe del bloque oficialista en su misma banca que ocupa hace 17 años, escoltado desde lejos por su segunda, Anabel Fernández Sagasti, muy activa en el recinto para garantizar que todo estuviera en orden. Fue la encargada de proponer a su amiga Alonso como secretaria administrativ y a los secretarios de cristina en los cargos faltantes.
La sesión fue desprolija además porque se mezclaron senadores electos con los que están en funciones y todos votaron a mano alzada las licencias como las de Alperovich; y las renuncias de Cristina y Perotti.
Las juras fueron a cuenta regresiva, con la orden de evacuar a las 16 y los familiares entrando a las corridas desde salón azul para tomarse la foto frente al atril. Desde la segunda fila del recinto aplaudieron a rabiar a la presidenta provisonal de Claudia Ledesma Abdala, escoltada por su esposo, el gobernador de Santiago del Estero Gerardo Zamora.
Zamora ocupó el selecto grupo que siguió la sesión entre el pupitre y el estrado, junto a sus colegas Gildo Insfrán (Formosa) y Arabela Carreras (Río Negro), Rogelio Frigerio y el diputado José Luis Gioja.
El rionegriono Martín Doñate y el fueguino Matías Rodríguez compitieron por los aplausos desde las gradas, que Gabriela Michetti permitió pese al silencio sepulcral que suele haber en el Senado. Romero pidió mantener esa tradición y lo chiflaron. Los tiempos cambiaron.
El radical Martín Lousteau juró rengo, con una férula en una de sus piernas, y acompañado de los diputados Carla Carrizo y Emiliano Yacobitti. También llegó en muletas uno de los hijos de la chaqueña María Inés Pilatti Vergara, cuyo parecido con la madre causó una comentario de Michetti.
Una postal impensada fue la de Marcela Durrieu, madre de Malena Galmarini y suegra de Sergio Massa, escoltando en la jura a la neuquina Lucila Crexell, reelecto por Juntos por el Cambio. Asumió por la muerte del radical Horacio Pechi Quiroga y la UCR reclamó esa banca en la justicia y logró retenerla con el asesoramiento de Durrieu. ¿Podrá seguir en Juntos por el Cambio en estas condiciones?
Once de los 26 senadores juraron ante una biblia inmensa y azul que cubría el atril, entre ellos Ledesma y los otros dos santiagueños: Julio Neder y Gerardo Montenegro. Los aliados que consolidó Cristina estos días no están muy a favor del aborto legal que apoya Alberto Fernández. Sólo la fueguina María Eugenia Duré -que portó en su muñeca el pañuelo verde.
La salteña Nora del Valle Giménez pidió por «la memoria activa de los 30 mil desaparecidos en Argentina», Mariano Recalde casi no tuvo lugar para su familia entera y el macrista entrerriano Alfredo De Angeli se salió del libreto del apresuramiento y juró «por los valores» de su padre.
Curioso caso el del chacarero afamado en la pelea rural por las retenciones móviles de 2008, que ganaron con la votación del Senado, donde llegó en 2013 y tendrá mandato hasta 2025, como mínimo. Podría seguir seis años más. En el Congreso, al menos por ahora, no hay límites a las reelecciones.