El año político 2019 fue largo, muy largo, para La Pampa. En febrero se realizaron las primeras elecciones, las internas, que abrieron la agenda electoral del país. El contundente triunfo del frente peronista y después una larga espera, una transición provincial tranquila y el escenario nacional entre FF y Macri que dominó el fin de año.
La estrategia en la crisis
El PJ pampeano mostró en 2019 porqué es el oficialismo en la provincia desde 1983, extendiendo por cuarenta años sus gobiernos. Fue en parte a su estrategia electoral y política provincial, pero también porque supo manejarse, y aprovechar, el escenario nacional. En las tres elecciones que se disputaron (la provincial de mayo, las PASO nacionales en agosto y las presidenciales en octubre) logró más del 50% de los votos. La oposición, como siempre, quedó dividida y mirando los resultados con resignación.
El peronismo en el poder quedó legitimado una vez más en La Pampa en unas elecciones que marcaron la transición no de un gobernador a otro (Carlos Verna a Sergio Ziliotto) sino en lo que parece de una generación de dirigentes a otra (la de los políticos del 83 a los y las del siglo XXI). Las y los actores van pasando, pero la escenografía es la misma.
La estrategia del PJ en 2019 se modificó con respecto a otras coyunturas electorales. Fue motivado por el ajustadísimo triunfo de las legislativas de 2017 frente al macrismo y su ola amarilla, y la sucesión forzada de Verna, que a fines del año anterior había anunciado que no se presentaría a la reelección ya que debía afrontar el tratamiento de un enfermedad. Se desdoblaron las elecciones locales de las nacionales, se las adelantó (y bastante) y el PJ armó por primera vez una coalición electoral con varios partidos, el Frente Justicialista Pampeano. Se evitaba así cualquier injerencia del escenario nacional en el provincial: por un lado, la división que todavía reinaba en el peronismo nacional, por otro una posible recuperación del macrismo. Pero todo se fue desencadenando, forzado por una realidad económica y social de un país llevado a la crisis por las recetas macristas, a la unidad del justicialismo y a la debacle anunciada de todo lo que estuviera vinculado al presidente Macri.
El peronismo, una vez más
Vamos a mirar en perspectiva cada resultado. En febrero fueron las internas a gobernador del Cambiemos pampeano y del Frejupa en Santa Rosa (y en otras localidades). La derrota del macrista Carlos Mac Allister frente al radical Daniel Kroneberger sepultó las aspiraciones del PRO y marcó un estado de ánimo de la sociedad. Esa elección hizo ruido sobre todo a nivel nacional, porque fue la primera de una serie de derrotas de Macri en las provincias.
El «cisne negro» de ese domingo fue la victoria del kirchnerista Luciano di Nápoli en Santa Rosa. Fue el regreso del kirchnerismo a un lugar de poder y haciéndose espacio en la nueva configuración del peronismo pampeano.
Las elecciones de mayo ratificaron lo que se presentía, pero con un resultado aún más abultado del esperado: Ziliotto se convirtió en gobernador con el 52%, legitimando electoralmente su llegada al poder. Los contundentes triunfos en Santa Rosa y General Pico y los 17 legisladores provinciales logrados dieron cuenta de ese predominio. Cambiemos salió más airoso de lo esperado, aunque muy lejos, entre la división permanente de sus socios, la caída de la imagen presidencial y la representación provincial incómoda que tenían sus candidato de un gobierno nacional que hacía agua.
Siete largos meses
Desde el 19 de mayo al 10 de diciembre pasarían casi siete meses de transición en La Pampa. En agosto fueron las PASO nacionales, a las que el peronismo llegó fortalecido con la fórmula Fernández-Fernández y el macrismo tan cuestionado que tuvo que cambiar hasta su nombre por Juntos por el Cambio para hacer frente a esa votación.
El Frente de Todos unió al peronismo nacional y ratificó el rumbo del peronismo pampeano. De hecho, el gobernador Verna fue destacado como el hacedor de ese milagro político.
Las elecciones primarias le dieron un golpe al gobierno macrista. En La Pampa se repitió la sorpresa nacional de las urnas y el desacierto, una vez más, de los pronósticos de las encuestadoras: 50% a 32% a presidente y 53% a 35% en diputados nacionales.
De la euforia del peronismo a la remontada del macrismo se vivieron los meses siguientes. Las generales de octubre mostraron la bipolaridad entre el peronismo y el antiperonismo en La Pampa, como a nivel nacional. Fernández obtuvo el 50% y Macri el 37% en territorio pampeano. Los resultados dieron cuenta de que este predominio le sirve al justicialismo para sostener el poder y la permanencia del «Estado peronista»; pero la oposición, si bien canaliza a los descontentos, en su permanente dispersión y falta de rumbo no llega a ser una opción real para competir por el gobierno.
Lo profundo y el disfraz
La Pampa inicia un nuevo gobierno. Las autoridades electas en mayo y los nombramientos en cada gabinete, mostraron una renovación en los cuadros dirigenciales. En el peronismo tenemos el inicio de una gestión nueva y un gobernador que quiere construir su propio capital político, como también la reconfiguración del peronismo con el vernismo al mando y el kirchnerismo como aliado. En la oposición, todo parece quedar como siempre: las divisiones entre los socios, y el internismo de la fuerza central, los radicales, son más importantes que cualquier consenso.
El 2019 pareció transformar el escenario político provincial y nacional, aunque en La Pampa no parezca cambiar nada en el fondo. «Todo lo profundo ama el disfraz», afirma Soda Stereo, y bien que se puede aplicar al escenario descripto.
(*) Por Norberto G. Asquini (periodista e investigador)