Compartimos un fragmento del libro «El PJ del invicto. Los porqué de 40 años de gobiernos peronistas en La Pampa» escrito por el autor de la columna junto a Gabriel Díaz Zolorzalo.
El predominio electoral del PJ en La Pampa genera algunas suspicacias en quienes abordan como objeto de estudio su realidad política desde las ciencias sociales. Hay análisis que sugieren que, para el período 1983-2023, La Pampa no cumple todos los requisitos para ser considerada “una democracia plena”.
La alternancia (en un sentido amplio, tanto en la rotación formal de partidos como en la de políticas) como una de las condiciones básicas de funcionamiento de una democracia no se ha dado en los hechos. Y su ausencia empuja a los gobiernos a comportamientos hegemónicos y a la oposición a posicionamientos anti-sistema.
Sin embargo, muy pocos pampeanos dirán que en su provincia no hay un régimen democrático. No se siente que existan limitaciones al acceso ni falta de controles al ejercicio en el poder y, tampoco se comprueba empíricamente una carencia en la legitimidad de la representación popular.
Etiquetas grises
Contrariado por estos análisis sobre el tipo de régimen político de La Pampa y lo que observaba en la realidad concreta en la provincia, uno de los autores del libro -como alumno de posgrado de uno de los politólogos que más investigó sobre el tema- indagó en 2013 a Carlos Gervasoni sobre por qué penalizaba tanto al caso pampeano, principalmente, por la falta de alternancia como una jurisdicción no tan democrática. En todos los otros indicadores, según sus hallazgos a partir de encuestas a expertos, el desempeño era muy similar al de provincias consideradas como democráticas. Gervasoni compartió en el aula que es particularmente llamativo, por su extrañeza, lo que sucedía en La Pampa. Admitió no conocerla en profundidad porque en sí, hay que reconocerlo, el caso no era muy llamativo. Las administraciones ordenadas, fiscalmente responsables, no tienen mucha prensa. Igualmente sí se mostró interesado en conocer más sobre esta unidad de análisis más bien exótica dentro de las 24 jurisdicciones porque escapa a los dos comportamientos dominantes. Por un lado, se encuentran las provincias que son, sin dudas, democráticas. Por otro, aquellas que son más bien autoritarias. Sin embargo, hay algunas que quedan etiquetadas en un injusto limbo de grises.
Según Gervasoni , un régimen provincial híbrido tiene elecciones donde participan muchos partidos con voto universal, pero los candidatos oficialistas superan masivamente a los opositores en recursos de campaña y cobertura mediática. Asimismo, toleran el derecho a la vida y la libertad física de los opositores, pero “los hostigan con medidas represivas blandas” y no hay separación de poderes. Gervasoni propone esta categoría de régimen provincial mixto, que conjuga elementos de la democracia y el autoritarismo, para el caso pampeano. Lo penaliza por la falta de alternancia y su comportamiento rentístico, inferido a partir de las cantidades de fondos nacionales que recibió entre 1991 y 1995. No obstante, ese no es el panorama pampeano. La administración ordenada de la cosa pública es un baluarte de la gestión peronista. Esto quiere decir que sus gobernadores han seguido pautas de comportamiento fiscal responsable por dos vías: 1) manteniendo un saldo equilibrado, sin gastar nunca más de lo que se recauda/recibe; 2) una burocracia profesional estatal destinada a colectar impuestos provinciales y prestar servicios públicos.
La Pampa, ¿caso mixto?
La anécdota académica intenta demostrar que, sin estar muy seguro, Gervasoni ubica el caso como uno mixto más bien por descarte que mediante una rigurosa categorización hecha con certezas. Sin embargo, es importante rescatar que La Pampa es un caso raro bastante excepcional. Si bien tiene muy buen desempeño en muchas variables, no hay alternancia en el poder.
En su último trabajo sobre la materia , Gervasoni degrada a La Pampa y la ubica como la más democrática de las provincias más autoritarias. El autor reconoce que entre las provincias argentinas no hay ningún caso puro de democracia o autoritarismo, sino más bien algunas que se encuentran más cerca del primero, otras más cerca del segundo y otras en el medio . Para arribar a esa conclusión, realiza un promedio de 19 índices (17 de primer nivel y 2 de segundo nivel) donde cero es el valor más autoritario y 1 el más democrático. La media para La Pampa es de 0.53, o sea que es levemente más democrático que autoritario. Comparte el último grupo, en orden decreciente, con: La Rioja (0.52), Santa Cruz (0.50), Misiones (0.48), Salta (0.47), Formosa (0.47), Jujuy (0.46), San Luis (0.45) y Santiago del Estero (0.41).
Los autores no comparten las conclusiones de Gervasoni, pero no es motivo de este libro refutar las últimas innovaciones analíticas sobre los regímenes políticos subnacionales, ni tampoco describir aquí toda la literatura en la materia. Más bien, se presentan estas conclusiones académicas dominantes para conocimiento del lector y llamar a la reflexión sobre el asunto.
Controles sociales
Asimismo, se pretende introducir el debate en la cuestión discutiendo lo antedicho y reforzando que para cualquier democracia es necesario que el gobierno esté controlado por la sociedad. Su presencia es un indicador de democracia vibrante, por cuando la ciudadanía puede demandar y controlar al gobierno mediante manifestaciones. Ello demuestra que los representantes son permeables a los reclamos y, además, toleran la protesta social como un fenómeno normal.
Consideramos que hay ejemplos claros que muestran que se ha ejercido un control societal efectivo del gobierno pampeano. A modo ilustrativo, podemos mencionar: 1) el histórico reclamo medioambiental por la gestión compartida de los ríos interprovinciales. 2) La destitución del ex intendente de Santa Rosa, Juan Carlos Tierno, en marzo de 2008 fue promovida por masivas protestas callejeras de ciudadanos nucleados en la Multisectorial Santa Rosa.
Esto es tan sólo advertir sobre visiones alternativas para dar un pequeño panorama que no es percibido claramente por observadores poco enfocados estrictamente en La Pampa. Desde una perspectiva poco dedicada no se pueden apreciar los matices que permiten soslayar la falta de alternancia en el poder y el supuesto no control al Ejecutivo. En lugar de sobreestimar estos aspectos, elegimos presentar otra visión que proporcione las herramientas al lector para sacar sus propias conclusiones.
(*) Por Norberto G. Asquini (periodista e investigador)