La base aérea del ejército norteamericano en Ain al Assad, la más grande de las tropas norteamericanas en Irak, fue bombardeada con, al menos, nueve cohetes en la madrugada del miércoles por parte de la Guardia Revolucionaria Irán. Se trata de la primera respuesta del país islámico tras el asesinato del jefe de la fuerza Al Quds y líder iraní Qasem Soleimani .
La réplica fue anticipada públicamente por la Guardia Revolucianria de Irán, que confirmó que los misiles habían alcanzado con éxito a la base aérea norteamericana, ubicada al oeste de Irak. Horas antes, el titular de la fuerza militar iraní, Hossein Salami, había anunciado ante una multitud: «Nos vengaremos. Vamos a incendiarlos».
Las palabras de Salami fueron en Kerman, ciudad natal de Soleimani, donde fue enterrado el jefe de la fuerza Al Quds asesinado el viernes por un dron estadounidense en la cercanía del aeropuerto de Bagdad. El Parlamento iraní también había dirigido una carta al líder supremo del país islámico, el ayotola Ali Jamenei, en la que exigían represalías contra el ataque ordenado por el presidente Donald Trump.
Tras el ataque, Estados Unidos no reportó los daños que causó el ataque ni si provocó muertes. Los misiles cayeron sobre la base que el presidente Trump visitó en diciembre de 2018. El mandatario norteamericano había anunciado que tenía indentificados 52 objetivos en caso de respuestas iraníes y luego se publicaron fotos de 52 aviones F-35, desplegados en la fuerza aérea Hill, en el estado de Utah.
El ataque de la madrugada del miércoles en Irak ocurre también luego de que grupos armados proiraníes prometieran unir fuerzas para vengar la muerte de Soleimani y también el jefe militar iraquí Abú Mahdi al Muhandis.