Arrancaron la campaña en el peor momento. La economía de mercado no descansa y el mercado de la política tampoco. Para contar utilidades parece que no hay cuarentena que valga. Hoy, en Argentina en general y en La Pampa en particular, están trabajosamente presentes quienes desprecian a las personas en pos de algún beneficio sectorial sin tener la mínima empatía ante la posibilidad de consecuencias atroces. Aquí la disyuntiva, más que elegir entre la salud y la economía, entiendo que la elección que debemos hacer es entre el Estado y el mercado. Quienes eligen al mercado cuidan sus intereses, quienes eligen al Estado cuidan a las personas.
Es visible y concreto que los países que han elegido gobernar a sus pueblos desde las políticas de mercado -hoy nombradas como «la economía» para aliviar un poco su miseria de quienes lo hicieron- están haciendo sufrir a su sociedad y contando, por miles, la tragedia que representa la muerte de sus ciudadanos. Aun así, no cesan en su intento de adjudicarle a alguien -interno o externo- la catástrofe que generan. Son grupos que hoy, en nuestro país y también en nuestra provincia, buscan confundir. Intentan la construcción de un discurso que ampare el egoísmo encubierto en sus planes.
Entender al Estado por encima del mercado es, a las claras, el camino que mejor representa una estrategia humanitaria. Quienes optan por otro plan, terminan ocupados en que su pueblo no pueda comprender lo que ellos necesitan ocultar; y son los mismos que operan para generar confusión en el país y también en la Provincia. El único regulador social es el Estado, lo necesitamos sólido, robusto y presente, estableciendo límites y generando condiciones de igualdad entre las fuerzas base de su sociedad. Precisamos educación, salud y seguridad de modo transversal, y a eso lo garantiza el Estado. El mercado, en cambio, genera solo ganadores y perdedores. Mide resultados económicos y lejos está de generar condiciones equilibradas de vida.
En Argentina, vemos a diario pasear a los representantes infames del poder económico por los sets de TV nacionales para después leer sus declaraciones amparándose en los medios afines; en La Pampa, son ellos mismos los que también trabajan para achicar el Estado. Es un discurso fácil de digerir y que aprovecha que la sensibilidad del momento le abre la puerta. Atacar a la política es muy accesible, pero se olvidan de que ellos son parte de la política y que, en realidad, si no hay política no hay soluciones. La antipolítica que fogonean para consolidar sus intereses representa los sectores más golpistas y antidemocráticos que siguen enquistados en la sociedad argentina.
Quienes defienden los intereses del mercado nunca han tenido contacto con quienes necesitan del equilibrio y la justicia social, y prefieren ignorar que esos reclamos, la sociedad, se los hace al Estado y a la política. Cuando sienten que sus batallas personales y sectoriales están perdidas piden a gritos que se rebajen los gastos de la política (en realidad el gasto público). La intención de esa gente no es atacar a la política, es atacar al Estado: ¡piedra libre para ellos y para su intención! después de cuatro años de un país gobernado por CEOS que lo único que supieron es promover la especulación y aumentar la deuda. Hoy ya no pueden llamar al Estado bobo porque después de tener cuatro años para devastarlo, vuelve a estar presente en Argentina; la sociedad reaccionó y los expulsó del poder con sus votos.
No es la economía o la política, es el Estado o el mercado. Es la dependencia o la soberanía política.
Los antipolítica comenzaron, están presentes ya en los medios locales con consejos «políticos» para bajar el gasto público mientras desde los Estados -provincial y nacional- se está librando una batalla entre la vida y la muerte. Los descubrimos, son los golpistas de siempre estrenando ahora la máscara de una pandemia.
Jorge Lezcano (presidente del IPAV – dirigente UPCN – ex diputado provincial PJ)