jueves 28, noviembre, 2024, Eduardo Castex, La Pampa

Ziliotto, el regreso a la “nueva normalidad” y la grieta del barbijo (*)

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Estamos en días de liberalización en La Pampa. Poco a poco la cuarentena obligatoria va dando lugar a una mayor flexibilización en la provincia. La realidad empuja a la apertura y en este clima el gobernador Sergio Ziliotto sigue habilitando distintas actividades.





El mandatario provincial aplica en esto el sentido común y el olfato frente a un estado de ánimo que va transformándose con los días. Esos estados de ánimo fueron cambiando y así como hubo un masivo apoyo las medidas de prevención y al aislamiento, ahora con los primeros resultados, con el hartazgo y con las consecuencias económicas negativas, se reclama otra situación.

La flexibilización de va dando en los hechos y se va trasladando a las decisiones políticas.

En la Fase 4, el gobierno habilitó las caminatas y salidas en bicicleta. Sin embargo, el lector o la lectora solo debe salir a alguna avenida para observar que muchos de los que se cruza no utilizan el tapabocas obligatorio. El estado de ánimo de la gente fuerza a la nueva situación. No por ello se dejan de cumplir con las medidas de prevención, al menos la mayoría.

Dilemas del éxito pampeano

El éxito de las medidas sanitarias tiene dos caras. La Pampa logró contener el contagio y está pertrechada en equipos, camas y recursos sanitarios para afrontar la pandemia si se desata a pesar de todo lo logrado. Pero esta situación de seguridad dio confianza a la gente para relajar de facto su vida cotidiana.

Que el Covid-19 no haya estallado como en otros países, ni se haya extendido, dio pie a permanentes contradicciones y dilemas. “Una paradoja atraviesa la discusión política: el sector de poder que, por ideológica e intereses, es más anticuarentena está expresado en un partido político que gobierna el territorio que más lo necesita”, twitteó Ignacio Ramírez de Flacso en ese sentido. Posturas tan contradictorias como el absurdo militante anticuarentena frente al Cabildo que afirmaba que la pandemia era un invento, mientras se sujetaba el tapaboca.

En ese marco, Ziliotto reunió el martes a los ochenta intendentes e intendentas para dar un nuevo paso hacia la “nueva normalidad”. Se habló de la apertura de restaurantes, bares y gimnasios que ya es un hecho. El encuentro por videoconferencia sirvió para bajar línea sobre cómo se deberá implementar y también para lograr volumen político en su decisión.

La grieta del barbijo

No es lo mismo, analiza la consultora Belén Amadeo, la situación en los grandes centros urbanos donde el contagio está presente, a las provincias del interior que están más controladas y tienen menos población. En estas los casos fueron contados, hubo menos alarma y las políticas de prevención dieron resultado.

Y esta situación se nota aún más en las localidades. Las y los intendentes no se quieren pelear con su gente. Están los que reclaman el uso del barbijo y están los que reclaman no usarlo. Hay una grieta (otra más) entre los que todavía pretenden los controles porque el mal acecha,  y aquellos que quieren relajar la cuarentena porque “no hay casos y están lejos”.

Están quienes viajan de una localidad a otra sin estar autorizados. Los domingos se observan juntadas familiares. Están los que ingresan por caminos de tierra desde otras provincias, o directamente cortan algún alambrado para hacerse paso. Los controles policiales se flexibilizaron, al menos límites adentro de la provincia y durante el día. Ninguna gestión quiere pagar costos políticos de más. Nuevo estado de ánimo, más sentido común.

La nueva normalidad también traerá desafíos a las gestiones, que deberán afrontar las consecuencias económicas de la pandemia. Es hora de apoyar a las actividades golpeadas por la crisis, pero también de fortalecer las cajas. Como Santa Rosa, que debe comenzar a recaudar y ya está pensando en cómo.

La Pampa cosecha ahora los frutos de la aplicación de un certero aislamiento social. El Covid-19 pareció frenarse en sus límites y la gente se va relajando. Esperemos no tanto: la pandemia sigue presente.

(*) Por Norberto G. Asquini (periodista e investigador)

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