Hay historias secretas de La Pampa que duermen en los archivos. Una de ellas, escondida detrás de los hechos de la Revolución peronista del 9 de junio de 1956, fue la trama de espías y conspiradores que tuvo un final casi risueño. En los días previos al levantamiento, un grupo de pampeanos fue detenido en Santa Rosa sospechados de participar del alzamiento y llevados a Bahía Blanca. Los agarró la revolución lejos, y cuando regresaron, fueron detenidos nuevamente. Todos habían caído porque un espía de la Marina escuchó una charla entre ellos en un bar en plena capital pampeana.
Los oídos de la Marina
En mayo de 1956, a meses de la caída del presidente Perón, se preparaba en el país una rebelión de militares y civiles peronistas contra el gobierno de facto de la Libertadora. La asonada, que se denominaría la Revolución de Valle por el general que la encabezó, quedaría acotada a algunos lugares puntuales y solamente triunfaría en La Pampa.
Desde el comienzo, la rebelión estaba condenada al fracaso, ya que los servicios de inteligencia gubernamentales sabían de su existencia. Esas tareas de espionaje interno de las fuerzas armadas antiperonistas también se dieron en Santa Rosa pocos días del levantamiento armado que ocurrió el sábado 9 de junio. En la capital pampeana hubo varios encuentros de dirigentes peronistas para preparar la rebelión encabezada por el coronel Adolfo Phillipeaux, el ex juez Agustín Nores Martínez y el ex jefe de Policía, José Regazzoli.
Se trató de mantenerlas en secreto. Pero no todo salió como se pensaba. En esos días previos, en medio de los preparativos, cayó un grupo que iba a ser parte del levantamiento. El diario La Capital publicó el miércoles 6 de junio, muy escueto: “Procediose a la detención de varias personas por orden del juez militar de Bahía Blanca”. Y aclaraba: “Sin que la intervención nacional de La Pampa haya tenido injerencia alguna en esta cuestión”.
El lunes 4, la Policía Federal, por orden del Comando Naval de Marina de Bahía Blanca, detuvo a varios vecinos por “averiguación de sus actividades políticas”. ¿Qué había pasado? En el expediente 163/56 del Archivo Histórico del Juzgado Federal, y en el sumario militar posterior, se indicó que, entre cafés y ginebras, durante una reunión en un bar céntrico, el Itapé, un espía de la Marina había escuchado una charla comprometedora entre varios vecinos.
Varados en Bahía Blanca
Los detenidos ese día fueron el ex vicegobernador Eduardo Ardohain, el maestro Julio Neri Rubio, el ex sindicalista Natalio Masseroni, José Chumbita, Juan Vicente Laurenzano, Manuel Gavilán, Daniel Baruta, Manuel Blanco y Rubén Sierra. En tanto, Eugenio Martínez había sido capturado en Bahía Blanca. Mientras que Nores Martínez y Leopoldo Lutilsky, también vinculados al grupo, habían logrado darse a la fuga cuando los fueron a buscar. El primero se había ocultado en el Parque Luro, donde criaba perros dogos, y donde lo fueron a buscar cuando estalló la revolución.
El martes 5 unos siete detenidos fueron subidos al tren en Toay y quedaron incomunicados a disposición de la Marina. Llegaron a Bahía Blanca al día siguiente y fueron trasladados al Comando Naval donde fueron interrogados. Luego serían alojados en la delegación de la Policía Federal, y más tarde en la Seccional Segunda.
El viernes 8 algunos fueron liberados. Chumbita se alojó en un hotel y a las 9.30 se reunió allí con Rubio, Sierra y Laurenzano. Los cuatro decidieron viajar a la capital pampeana el sábado, mientras Masseroni y Sarasate quedaron detenidos hasta el 16 de junio.
El historiador Hugo Chumbita, hijo de José, recordó para el libro “Días de Odio” (2011): “Mi viejo estaba en los preparativos de la conspiración, reuniéndose con (José) Regazzoli, Nores Martínez y otros, pero evidentemente fueron delatados o detectados por algún servicio, pues los detuvo la policía a él y a otros en Santa Rosa. Fueron llevados a Bahía Blanca y quedaron varados la noche en que se produjo el alzamiento”.
El final anunciado
El sábado 9 a las 21 horas, tanto en Santa Rosa como en otros puntos de Buenos Aries, estallaba la Revolución de Valle. Los revolucionarios tomaron la capital provincial durante 10 horas. Sin embargo, el alzamiento peronista fue sofocado en otros lugares y solo quedó en pie la rebelión de Santa Rosa. En la madrugada del domingo 10 de junio, mientras el Ejército con el Regimiento 13 avanzó a la capital desde Toay, la Fuerza Aérea bombardeó la estación de Radio Nacional desde donde se emitían las proclamas revolucionarias. A las 8 de la mañana, los revolucionarios desistieron de continuar la resistencia.
Mientras tanto, ¿qué pasaba con los conspiradores que no pudieron estar en la revolución que preparaban? Los ex detenidos llegaron “para los postres”, en la tarde del domingo, cuando la capital ya estaba militarizada y muchos de sus compañeros caían presos. El día martes 12, Chumbita, Sierra y los otros de la conspiración fallida, fueron nuevamente detenidos y llevados a la Colonia Penal junto con los que habían estado en el alzamiento. Más de 300 vecinos, entre militares, policías y civiles, fueron detenidos en toda la provincia durante esos días por haber participado en la Revolución de Valle.
(*) Por Norberto G. Asquini (periodista e investigador)