El pasado 16 de marzo, Colón derrotaba por 3-1 a Rosario Central en Arroyito, en el último encuentro que se disputó en la máxima categoría del fútbol argentino hasta el momento. 98 días después, con la Copa Superliga cancelada, pataleos de entrenadores que van, respuestas de dirigentes que vienen y número de contagiados por covid-19 en alza, la AFA elevó a la Liga Profesional de Fútbol (LPF) su protocolo sanitario para la vuelta de la actividad a pesar de la pandemia.
Bajo el título de «Protocolo sanitario para la reanudación de actividades deportivas relacionadas con el fútbol» y con la firma del presidente Claudio «Chiqui» Tapia, la AFA marcó este lunes los lineamientos generales para el momento en que los equipos de Primera División puedan retomar los entrenamientos.
Como ítem más destacable, el plan estipula al menos cinco tests mensuales por cada jugador, con un costo de 1.500 pesos por cada uno.
La AFA toma un promedio de 60 personas por plantel, entre cuerpos técnicos, médicos, personal auxiliar y jugadores, y sumando gastos operativos que incluyen personal para la extracción, traslados a los distintos clubes, materiales específicos y condiciones de higiene, para llegar a un presupuesto total para cada club de 750 mil pesos por mes.
La semana pasada, el propio Tapia anunció que la AFA iba autorizar a los clubes involucrados en sus torneos a retomar las prácticas una vez que «todo el país ingrese en fase 4» del aislamiento preventivo y obligatorio dictado por el Gobierno Nacional. Las directrices, según detalló el documento, surgieron «luego de numerosas conversaciones celebradas entre dirigentes, cuerpos médicos, y diferentes representantes de la familia del fútbol argentino».
Dentro del protocolo, se estipula que la primera etapa de la vuelta de las prácticas sea con un máximo de «seis jugadores por sesión en la misma cancha», como ocurrió en varias de las ligas europeas de mayor relevancia.
Hay más de 3.000 futbolistas argentinos jugando en el exterior
Obviamente, se incluyen las medidas de higiene que se han incorporado a la cotidianeidad desde el inicio de la pandemia como «lavarse bien las manos; usar desinfectante de manos; evitar tocarse los ojos, la boca y la nariz; desinfectar el equipamiento deportivo regularmente, así como las zonas por donde más personas circulen».
El protocolo enmarca las medidas a seguir en tres grandes grupos. El primero, «Higiene y distanciamiento en los entrenamientos», se refiere al límite de seis jugadores en una misma zona de la cancha, distancia de por medio. Además, prohíbe ciertos comportamientos como la «salivación en cualquier lugar y forma» y «compartir cualquier tipo de infusión, especialmente el mate» o «botellas de agua».
El siguiente apartado, «Testeos y Seguimiento», hace foco en los chequeos médicos diarios y los mencionados tests, que se realizarán por primera vez 72 horas antes de la primera práctica, luego inmediatamente antes de la misma y, de ahí en más, una vez por semana, incluyendo también exámenes hogareños.
Por último, el subtítulo denominado como «Precauciones en los desplazamientos y las instalaciones», contempla la desinfección de los «medios de transporte utilizados para acudir a partidos o entrenamientos y los lugares de alojamiento», mientras que apela a trabajar con el «personal mínimo para reducir riesgos de contagio».
Así las cosas, con el protocolo materializado, el próximo paso será el de definir la fecha para el regreso a los trabajos. Una decisión que podría estar más motivada por el contexto futbolero -además de las críticas de Marcelo Gallardo (River), desde Conmebol anunciaron que «no esperarán a un país para reanudar las copas» mientras clubes uruguayos, paraguayos y ecuatorianos ya volvieron a trabajar- que por la realidad pandémica que azota al país.