jueves 28, noviembre, 2024, Eduardo Castex, La Pampa

Crimen la docente Felisa Acevedo: Pidieron condenas para los acusados por homicidio criminis causa

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Con el pedido del Ministerio Público Fiscal para que Pablo Daniel O’Lery y Melody Cecilia Martines sean condenados por el delito de homicidio criminis causa, en concurso real con robo, de Felisa Acevedo, concluyó hoy la séptima jornada del juicio oral –que se extendió durante ocho horas– donde se investiga la muerte de la docente de 86 años, ocurrida el  miércoles 31 de agosto de 2018 en su departamento del barrio Calfucurá, en Santa Rosa.





El fiscal Facundo Bon Dergham, durante su alegato, reiteró la teoría de que ambos acusadores idearon un plan criminal y que ingresaron a la vivienda de Acevedo con el ánimo de sustraerle dinero y joyas. En ese contexto la golpearon brutalmente para que no pudiera reconocer a Martines, quien había realizado allí tareas domésticas.

El patrocinante Alberto Acosta, querellante particular en nombre de la hija de la víctima, Nilda Susana Redondo, adhirió a la solicitud de fiscalía y en su alegato describió cómo era la víctima, a partir de su experiencia personal.

En cambio, la defensora oficial de O´Lery (42 años), Silvina Blanco Gómez; y el defensor particular de Martines (29), Gastón Gómez, plantearon la inocencia de ambos.

Los jueces Andrés Olié, Daniel Sáez Zamora y Gastón Boulenaz, integrantes de la Audiencia de Juicio, anunciaron que el 30 se conocerá si los imputados son culpables o inocentes.

Como la pena eventual supera los seis años de prisión, antes del inicio del juicio se requirió la división del debate. Por lo tanto, si el tribunal considerase que son culpables, se fijará una audiencia de cesura. En ese caso, allí cada una de las partes presentará sus pruebas y a posteriori la Audiencia dictará la sentencia.

«La golpearon y luego le robaron»

Bon Dergham sostuvo que existió un plan delictivo y que los acusados «mataron a Acevedo para facilitarse el robo de sus ahorros y alhajas, y para lograr la impunidad de ambos», ya que la víctima conocía a Martines porque había ido a efectuar tareas domésticas.

Indicó que el hecho se produjo entre las 20.14 y 20.37 y que la docente fue agredida brutalmente, pues que recibió al menos cuatro golpes en la cabeza con una barreta que llevó la imputada. «El mayor despliegue de violencia fue ejercido por Martines», acotó, en alusión al uso de la barreta; añadiendo que O’Lery fue quien le dio los golpes de puño. «Primero la golpearon y luego le robaron», destacó.

Bon Dergham expresó que O’Lery llevó a Martines al departamento en su camioneta Ford F-100, que partieron de la casa de la mujer a las 19.22 y que se retiraron en el mismo vehículo, «con las luces apagadas», a las 20.37 desde España y Civit.

Más adelante, la fiscalía le dio credibilidad absoluta al relato de Nicolás Ríos, a tal punto que llegó a decir que «si no declaraba en la Brigada de Investigaciones, el crimen hubiese quedado impune». Ríos  sostuvo que los imputados regresaron a la casa de Martines a las 20.56 y que ella bajó toda ensangrentada. También valoró los dichos de la vecina Elena Selva, quien reconoció a O’Lery como la persona que, «esa tardecita, estaba parado frente al departamento como esperando que le abran la puerta».

Bon Dergham afirmó que se hallaron «huellas del calzado de O´Lery a centímetros de la barreta y a un metro de la escena más violenta» del crimen; y un collar de Martines «en medio de un charco de sangre». También ADN de Acevedo en la camioneta del imputado.

Remarcó que O’Lery volvió a la escena del homicidio para buscar el dinero que «Melody había dejado acovachado (sic) en una bolsa», en cercanías del departamento, y que pocas horas después del crimen «publicó, en General Pico, que vendía la camioneta a un precio muy bajo».  «Eso fue parte de su coartada», subrayó.

Además dijo que, en los cuatro días que se tardó en detener a los acusados, ellos hicieron desaparecer pruebas. Según la fiscalía, «Martines le hizo quemar Toto (por el testigo Juan Gómez) ropa ensangrentada».

Por último, enumeró una serie de circunstancias que formaron parte de la organización del plan y concluyó que cuando lo planearon, sabían que la víctima tenía dinero, a tal punto que a posteriori se encontró allí una suma muy importante que los acusados no pudieron hallar. «No fue una muerte en ocasión de robo, porque ellos no se sorprendieron de nada. Fueron sabiendo que había dinero y que iban a encontrarse con una persona vulnerable».

Acosta, a su turno, valoró especialmente el trabajo el trabajo del fiscal («sin horarios», detalló) y de la policía científica, adhirió a todos los dichos de Bon Dergham y pidió hablar de la víctima «porque este juicio se trata de ella, de Felisa Acevedo».

A partir de la relación personal que tenía con ella, dijo que sus precauciones de seguridad eran exageradas y, por lo tanto, «franquear la puerta y obtener su confianza» no era sencillo. «Nunca le hubiera abierto la puerta a O´Lery», afirmó.

Al igual que el M.P.F., sostuvo que «nos enteremos de lo que pasó por un chico de 18 años», en referencia Ríos; mostró su extrañeza porque Martines le haya dejado el cuidado de sus hijos a alguien que conocía hacía apenas un mes (por «Toto» Gómez) y destacó que «es más que sospechoso que no se encontraron huellas de la imputada en el departamento, cuando ella misma reconoció estar ese día allí».

«Me hizo acordar a Fariña…»

El defensor Gastón Gómez se centró exclusivamente en demostrar la inocencia de Martines. Por eso se limitó en mostrar que el relato que dio hoy se condijo con la realidad. También hizo hincapié en las versiones tan disímiles y contrapuestas que ofrecieron Ríos y «Toto» sobre el regreso de la imputada a su domicilio en la noche de ese miércoles 31.

La defensa, a sabiendas que la fiscalía y la querella le dieron vital importancia a la declaración de Ríos, lo calificó como un «iluminado», dijo que su testimonio fue «totalmente mendaz» y paso a paso trató de ir rebatiendo sus dichos. «Habló de handies, de una tostadora, de que Martines llevó la barreta en la manga… Mucha fantasía. Me hizo acordar a (Leonardo) Fariña cuando dijo ‘quieren ficción, le vamos a dar ficción'».

Cuestionó que el testigo diera una versión a la Brigada de Investigaciones y otra durante el juicio. «Fue modificando horarios y acomodándolos a partir de las pruebas que iban consiguiendo la fiscalía y la policía», añadió.

Con respecto a sus divergencias con «Toto» Gómez, resaltó que «nunca lo había mencionado hasta que esta defensa le preguntó por él» y acotó que, recién en ese instante, dijo que este último también había visto a Martines llegar a su casa ensangrentada. «Hasta ahí no le había interesado decir que Toto estaba en la vivienda».

En el alegato, Gómez pidió escuchar una docena de audios del celular de Ríos. Allí se lo oye hablando de la compra y venta de drogas con un familiar. «Hay muchas cosas inentendibles. Dijo que cuando Melody llegó ensangrentada se fue de la casa y que no la vio más; pero en el audio de las 23.32 de ese día dice que todavía estaba ahí con Toto. Incluso, tres días después reconoció que estaba en lo de Melody cuidándole la casa».

También negó que ese miércoles O´Lery trasladara a la acusada, en su camioneta, hasta el departamento de Acevedo. «Ella afirmó que fue caminando, y así fue. Sino díganme qué prueba, qué filmación, qué video o qué fotografía muestra a Melody ese día en la Ford F-100», remarcó.

Otra prueba que ofreció el defensor durante su alegato fue un video de la cámara de seguridad de un negocio situado en avenida España, entre Garibaldi y Oliver, a una cuadra de la vivienda de la víctima. «Ahí se ve a Melody, a las 20.03, caminando sola, luego de salir del departamento. Hoy la fiscalía aseguró que el hecho se produjo entre las 20.14 y las 20.37. Entonces a esa hora, ella no estaba en el departamento», recalcó. Un detalle: en la filmación se ve a una mujer caminando, pero no alcanza a visualizarse el rostro con nitidez.

«Claramente, mi pupila no tuvo ninguna clase de participación. No se llevó nada, no le encontraron nada, no sabe que pasó… y hasta perdió un dije», concluyó Gómez.

«Pruebas mal preservadas»

La última en alegar fue la defensora de O´Lery, Blanco Gómez, quien cuestionó fuertemente la manera en que se reunieron pruebas durante la investigación fiscal. Dijo que en algunos casos no se mantuvo la cadena de custodia, aseguró que existió una persecución desde la Policía hacia el imputado, y adhirió totalmente con las expresiones del defensor Gómez sobre la declaración de Ríos.

Esta defensa apuntó fundamentalmente a los rastros de huellas en el departamento de Acevedo de una zapatilla que fue secuestrada en el domicilio de O´Lery.

«Lo de la huella no lo hace autor porque existió una insuficiencia de la prueba debido a la manera en que fue hallada. ¿Por qué? Porque la escena del hecho no estuvo bien preservada. No sabemos si pudo ser estampada por alguna de las tantas personas que circularon esa noche por la vivienda para auxiliar a la víctima. Pero, sin dudas, viene a ser la prueba perfecta para que O´Lery esté hoy sentado acá», manifestó.

«Esta prueba saciaba perfectamente los intereses de la teoría del caso de la fiscalía y de la propia Brigada de Investigaciones para saldar alguna vieja cuenta con O´Lery. Por eso la conclusión de la pericia es perfecta, ya que por fuera de eso no hay nada que lo ubique dentro de la escena del hecho, agrediendo a la víctima y apoderándose de sus bienes», concluyó. Y requirió que, en caso de ser culpable, sea condenado por el delito de en ocasión de robo se produjese una muerte.

Cuando le dieron la palabra final, O´Lery se dirigió a Redondo, la hija de Acevedo: «Disculpe por lo que está pasando, pero no tuve nada que ver con esto».​

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