Una mujer apasionada, culta, ambiciosa y elegante, que ha dedicado toda su vida a la política, llega a convertirse en la primera mandataria de su país, pero una vez en el cargo se encuentra con un mundo enrarecido, en que debe gobernar luchando a brazo partido con el poder de las grandes empresas, los resabios del patriarcado y las internas de la propia fuerza, mientras lidia con una democracia tutelada por los medios de comunicación.
La historia de esta mujer esforzándose por imponer ideas progresistas a una sociedad a veces desganada, a pesar de las buenas intenciones generales, es el leit motiv de la serie danesa “Borgen”, que es hoy una de las más exitosas de la televisión paga en el mundo acaso porque plantea escenarios que suenan más que conocidos en la Argentina del siglo XXI, que mantiene como figura central de la política a Cristina Fernández de Kirchner.
Los centenares de miles de espectadores que la vieron, están viéndola o a verán, notarán que, además, plantea un diálogo tácito con una mega producción de “Netflix”, solo que desde las antípodas: mientras la estadounidense “House of Cards” muestra a través del matrimonio de Frank y Claire Underwood como pueden llegar a gobernar las peores personas del mundo, “Borgen” narra la lucha de una política por no convertirse en aquello que odia.
En la serie danesa, la mano derecha de la candidata y luego Primera Ministra en sus labores cotidianas es lo que aquí sería el Secretario de Medios, aunque allí se llame Asesor de Prensa, que también ocupa un lugar clave en el entorno de sus colegas presidentes en la ficción estadounidense, que fue estrenada después: en ambos casos su labor principal parece ser operar para manipular a los medios, cuando no reducir en ellos el efecto de los errores de sus jefes.
William Shakespeare comenzó su obra de teatro más difundida, “Hamlet”, con la famosa idea de que “Algo huele a podrido en Dinamarca”, invitando a los espectadores a desplazar la atención hacia un terreno neutral, en el que sucederían una serie de luchas intrafamiliares por el poder que resultaban espejo de las de Inglaterra en la época, bajo la certeza de que describir las internas de palacio situándolas en Londres podía costarle la carrera, e incluso la cabeza.
EXITO.
El éxito artístico y comercial de “Borgen” tiene que ver con un impacto parecido, ya que además de contar el ascenso, apogeo, caída y resurrección de una figura ficcional de la política en un próspero país escandinavo los realizadores logran un retrato nítido de lo que en la Argentina se llama “El Teorema de Baglini”, que sostiene que la responsabilidad de un político o de un partido resulta directamente proporcional a su cercanía del poder.
Un televidente argentino promedio notará en el personaje de Birgitte Nyborg una semejanza de estilo, que no es un parecido físico, con la actual vicepresidenta y dos veces presidenta (en sus sacos, camisas y polleras, en sus zapatos con tacos, en los peinados, en la decisión de mando, en la astucia estratégica, en el intento de cuidado de la privacidad de la vida familiar) aunque es posible que eso pase también con ciudadanos de otros países que ya tuvieron la experiencia de presidentas o primeras ministras.
“Borgen”, una idea del guionista, dramaturgo y productor Adam Price, empezó a emitirse hace casi una década, cuando Cristina ya había sido re electa luego de la muerte de Néstor Kirchner, pero un poco antes de que por primera vez hubiera en Dinamarca una Primera Ministra mujer, Helle Thorning-Schmidt, del Partido Socialdemócrata, que al terminar su mandato perdió las elecciones ante una coalición liberal-conservadora que lideraba Lars Lokke Rasmussen.
Sin embargo, el año pasado los socialdemócratas daneses retomaron el gobierno, otra vez con una mujer al frente, Mette Frederiksen, que en este mes de setiembre causó un debate importante con un proyecto de mayores impuestos a los Bancos y empresarios poderosos para financiar la jubilación anticipada de trabajadores que tengan condiciones laborales difíciles, en una iniciativa muy parecida a la que aquí está discutiéndose bajo la idea de un aporte solidario y extraordinario de las grandes fortunas.
El entusiasmo es mundial: el diario La Vanguardia de España reaccionó ante el anuncio de que en 2022 habrá una cuarta temporada afirmando que “Netflix resucitará una de las mejores series de todos los tiempos”, la revista estadounidense Newsweek hablo de «el mejor programa de televisión que nunca has visto” y en Inglaterra el diario The Guardian afirmó que a veces la política británica de esta época parece inspirada en las peripecias de “Borgen”.
En la Argentina, varios integrantes del gobierno de Alberto Fernández la vieron con mucho interés, entre ellos el Ministro de Educación, Nicolás Trotta, que destacó que ante todo le gusta “Borgen” porque refleja los problemas que debe enfrentar una coalición progresista para gobernar un país con tiranteces, asimilándola más a “The West Wing” que a “House of Cards”, que presenta “una mirada muy oscura de la política”.
JUEGO DE TRONOS.
Los gustos de los políticos en materia de series a veces son reveladores: el hoy otoñal Eduardo Duhalde dijo a principios de siglo que era fanático de “Los Soprano”, es decir una saga sobre la mafia (de New Jersey), mientras que en 2018 Mauricio Macri afirmó que le parecía “increíble” “Peaky Blinders”, que cuenta el ascenso de una familia de gitanos de Birminghan que luego de manejar el negocio del juego y las apuestas llega al corazón del poder durante la administración de Winston Churchill.
El presidente Alberto Fernández reconoció hace algunas semanas que se había entusiasmado durante esta era de aislamiento con tres series muy elogiadas por la crítica como “Poco ortodoxa”, “Califato” y “Juego de caballeros”, aunque llamativamente agregó a la lista de sus preferencias “Fauda”, una cruda producción israelí que cuenta el discutible accionar de fuerzas operativas ilegales sobre los territorios en disputa con Palestina.
La actual vicepresidenta, cuando se explayó sobre sus consumos televisivos, mencionó las series “The Killing” (que es la versión estadounidense de la danesa “El crimen”) “Downtown Abbey”, “Sense8”, “The affaire” y, por supuesto, o por su puesto, la ficción mundial que más relación tiene con las atávicas luchas de clanes por el poder, la dramática fantasía épica medieval “Game of trones”.
Los episodios llamados “La batalla de los bastardos” y “Vientos de invierno”, ambos de la sexta temporada de “Games of trones”, afirmó la ex presidenta de la Nación en uno de los capítulos de su exitoso libro “Sinceramente”, «son de lo mejor” que ha visto en su vida, en que el consumo audiovisual ha sido alto, a tal punto que en la intimidad suele definirse como una cinéfila.
En un posteo en sus cuentas sociales en 2013, Cristina escribió: “Soy fanática de la serie Game of Thrones. Me encanta. Cuando los de DirecTV vinieron a verme para anunciar nuevas inversiones les pedí si por favor podían traerme la tercera temporada (que es la que se está emitiendo ahora), pero me trajeron los CDs de la segunda temporada (ya la había visto). Me aseguraron que ellos tampoco la tienen todavía completa, que ni a ellos se la dan… mmm.”
Sin inocencia alguna agregó: “Uh, seguro que mañana alguien de la oposición me denuncia por pedir y recibir dádivas. Fiscales y jueces no le van a faltar. Ya se sabe, una denuncia y un vaso de agua no se le niegan a nadie, sobre todo cuando la denuncia es contra el gobierno. Game of Thrones. ¿Mi personaje favorito?: la Madre de Dragones. Seguro se queda con Robb Stark ¿o con Jon Snow? ¿Ustedes dicen que con el rubio mayor que siempre la acompaña y que está re enamorado de ella? Puede ser. No leí los libros. Grace, una amiga, me dice que son fantásticos”.
SERIE DE CALIDAD.
Para quienes no lo sepan, “Borgen” es un producto de gran calidad narrativa, realizado por la cadena de medios públicos danesa, con una historia centrada en un personaje de ficción, Birgitte Nyborg (en una brillante interpretación de la actriz Sidse Babett Knudsen), que se convierte en la primera mujer en alcanzar el cargo de Primer Ministro en un estado con una democracia parlamentaria liderada por una reina, por ahora, y desde 1972, Margarita II.
Lo más valioso de la serie, apuntó la crítica argentina Paula Vázquez Prieto, es que “pese a las vestiduras del drama palaciego, al tejido de una creciente intriga en los niveles más altos del gobierno, el retrato nunca cede a los efectismos ni atajos del entretenimiento sino que consigue hacer de la comunicación política y sus vericuetos, de las tensiones entre la vida privada y el deber público de los funcionarios y periodistas estrellas, de los dilemas entre los compromisos del poder y las exigencias de su ejercicio, la clave del disfrute”.
«Borgen» es el término coloquial con el que se conoce al palacio de Christiansborg, sede de los tres poderes del estado y oficina del Primer Ministro de este país que en la serie aparece retratado en todas sus contradicciones a lo largo de tres temporadas (30 episodios emitidos originalmente en 2010, 2011 y 2013, luego adquiridos por Nextflix), aunque los nombres reales de los medios y partidos fueron variados, para no alterar demasiado los ánimos.
En un país con política ambientales muy sostenidas en el tiempo y una presencia fuerte del ecologismo, Nyborg, lidera para llegar al gobierno el Partido Moderado,en un panorama en que tiene alrededor otras siete fuerzas, a la derecha y a la izquierda, con las que debe tejer alianzas que inevitablemente mutarán, aunque sus dirigentes parezcan tener los mejores modales del planeta.
En la concepción geográfica tradicional, la región escandinava está compuesta por Dinamarca, Suecia y Noruega –que tienen en común haber sido el territorio original de los míticos guerreros vikingos– pero hoy es normal sumar Islandia y Finlandia a esa unidad cultural, geográfica y económica, formando un quinteto de naciones muy llamativas de Europa del Norte.
El televidente argentino quizás se sienta lejos de esas realidades, pero notará como hay situaciones de la ficción de “Borgen” que se repiten en la política local, como el escrache periodístico a familiares con problemas de salud o el macartismo mediático sobre el hombre fuerte en economía, llamado Soren Rovn, para colmo interpretado por el actor Lars Mikkelsen, que en “House of Cards” compuso al impredecible presidente ruso Viktor Petrov, que hace parecer tibio al original Vladimir Putin.
(*) Por Carlos Polimeni para Noticias Argentina