viernes 29, noviembre, 2024, Eduardo Castex, La Pampa

Las historias de «El Poroto», el canillita que hace 40 años recorre las calles de Castex

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Aquellas personas que arriben a Eduardo Castex, si consultan a algún poblador para identificar a Gustavo Horacio Pereyra, quizás –o seguramente- no lo sabrán orientar. Ahora, si consulta por “El Poroto” el canillita que hace cuatro décadas recorrer las calles castenses, ahí le indicaran donde vive, los sitios que frecuenta y hasta sus simpatías deportivas y/o amigos. El sábado se conmemoró el Día del Canillita, y este personaje castense relató sus inicios y algunas anécdotas cosechadas durante 40 años en las calles de esta localidad.

En los pueblos es muy frecuente que las personas se identifiquen por los apodos, pero al protagonista de esta crónica no solamente se lo conoce por esta costumbre pueblerina, sino porque además es un personaje pintoresco de esta comunidad.

Los canillitas aún no son una especie en vías de extinción, pero con el transcurrir de los años hay menor cantidad. En las grandes ciudades, donde hay mayores ventas de diarios, obviamente que siguen vigentes, y hasta tienen un gremio conducido por el histórico dirigente Omar Plaini. En Eduardo Castex, quedó solamente “El Poroto” Pereyra.

Con una bicicleta Pacifico color azul, modificada para sostener el canasto donde traslada los diarios y revistas, recorre diariamente la zona urbana. A las 4 de la mañana  se levanta todos  los días y una hora después está en la comisaria esperando el arribo de los diarios. Charla de por medio con los agentes policiales, arma los ejemplares y después comienza a repartirlos en las casas de suscriptores y habituales compradores de La Arena, y algún otro medios periodístico pampeano.

INICIOS

“El Poroto” empezó a repartir diarios a los 10 años, cuando con un primo fueron a la casa de Gumersindo Funcia para pedir trabajo. Pero, además trabajó con Guismar Lescano hasta que falleció, después estuvo con “los Stisin” y finalmente regresó con “Gumer” Funcia.

Cuando comenzó a trabajar, había varios canillitas en Eduardo Castex. Estaba don Pérez, Morete, “El Loco” Peralta; después apareció “una camada” con los hermanos Guerreño, los hermanos Cole y los hermanos Nagel. “Ahora soy el único canillita del pueblo, porque había otro muchacho y ahora está trabajando de canchero en el Club Estudiantil”, destacó.

Paralelamente trabajó en una fábrica de baterías local, y con el padre hacia pozos ciegos. Actualmente por la tarde trabaja en algunos kioscos, para quienes reparte diarios porteños y revistas de editoriales bonaerenses.

Confiesa que inicialmente no le gustaba vender y/o distribuir los diarios, pero con el transcurrir del tiempo se acostumbró. “Y siempre trabaje de esto”, dice.

-Cada cliente tiene un sitio donde tenés que dejar los diarios, ¿o no?

-Sí. Todos los clientes tienen un lugar donde tengo que dejar el diario. Hace poco tire un diario por encima de un tapial y cayó arriba del techo, al rato me llaman que no tenían el diario, así que tuve que volver y subirme arriba del techo para bajar el diario.

-¿Cuando hay hechos policiales se aumenta la demanda?

-Sí. Hubo algunos hechos que agotaron los diarios. Hace años atrás, a veces no alcanzaban los diarios y vendíamos las fotocopias. Ahora con internet, eso no ocurre.

ALGUNAS HISTORIAS

“En la comisaría espero los diarios, y ahí a veces me hacen renegar (risas). Hasta me han escondido los paquetes (de diarios) en los calabozos”, transmite risueñamente.

Entre asombrado y preocupado, recuerda que “un día quede a cargo de la comisaría”. “Y no sabía qué hacer”, expresa aún sorprendido. “Ocurrió un hecho grave,  un choque o una pelea grande. Llamaron a la comisaria y yo estaba armando los diarios, salieron todos los policías para ir al lugar, y el último que sale me dice: Vos no te vayas, te quedas a cargo de la comisaria y tenes que atender el teléfono”, recuerda el entrevistado acerca del episodio ocurrido hace varios años. “Menos mal que no llamo nadie, porque no iba a saber que decir”, admite.

EL DÍA QUE SE SALVÓ

“Un domingo un amigo me invitó para ir a Monte Nievas, pero le dije que no podía porque tenía que terminar de repartir los diarios. Todavía estaba  en la comisaria armando los diarios cuando llamaron porque había volcado un auto en la curva llegando a Monte Nievas y al toque me di cuenta que era mi amigo”, dice -con los ojos achinados de la risa- Pereyra.

CHOQUE DE BICICLETAS

El frío es la peor época para los canillitas. Pero, aún peor para chocar en bicicleta. “Salía de la casa de (la familia) Fioritto, había un acoplado estacionado y yo iba en la bicicleta. Estaba todo oscuro. Y un empleado de la Cospec se metió en bicicleta en contramano, no nos vimos y nos chocamos a esa hora. Con ese frio, que dolor con la caída. Iba con campera y guantes, que me amortiguaron la caída, pero igual nos pegamos un golpe bárbaro”, recuerda.

Otra vez, repartiendo los diarios, piso mal en la bajada de una vereda. Sintió un dolor intenso, pero no le brindó mayor atención. “Al otro día cuando me fui a levantar, tuve que ir al baño en cuatro patas, no podía caminar”, dijo. “Lo llame a un amigo para que me saque un turno en el Hospital, me atendió Darío (Balsa), me pusieron una pichicata y un silla de rueda me llevaron para hacer una radiografía y salí con la bota”, agrega.

-¿Y algún hecho reciente que te haya ocurrido?

-Un día estaba repartiendo los diarios, me para la policía y me metieron en un allanamiento de testigo. Me tuvieron tres horas adentro de una casa y me hicieron firmar papeles. No lo podía creer. Me llamaban pidiendo los diarios, y la policía no me dejaba ir.

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