jueves 28, noviembre, 2024, Eduardo Castex, La Pampa

La historia de Chloé Lopes Gomes, la bailarina que se enfrentó al racismo en el ballet más prestigioso de Berlín

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«Blanquear mi piel era como renunciar a mi identidad», respondió la bailarina, a quien luego le negaron una renovación del contrato. Chloé decidió hacer públicos todos los acosos racistas que sufrió en su carrera para terminar con el círculo «elitista y cerrado» que predomina en el ballet. 





La primera bailarina negra del Ballet Estatal de Berlín, Chloé Lopes Gomes, denunció haber sufrido acosos racistas por parte de una profesora, lo que llevó a la institución a iniciar una investigación interna. Según relató la joven francesa de 29 años, la docente la discriminó en reiteradas oportunidades por su color de piel y hasta llegó a exigirle que se maquille de blanco para «mezclarse» con otros bailarines, al considerar que «una negra en una compañía de ballet, no es estético ni homogéneo».

Los abusos, contó Chloé, comenzaron en 2018, cuando se unió al cuerpo de ballet estatal. En una de las prácticas, repasó la joven, la docente comenzó a distribuir a las bailarinas un velo blanco para una escena de La Bayadera, una obra del repertorio clásico del siglo XIX. Cuando le tocó el turno a Chloé, la profesora la esquivó: «Me niego a dártelo porque este velo es blanco y tú eres negra», le dijo.

En otra ocasión, durante el primer ensayo de El Lago de Los Cines, «éramos seis nuevas pero todas las correcciones iban dirigidas hacia mí», reveló la bailarina a los medios. «Me decía: ‘cuando no estás en la fila, solo se te ve a ti porque eres negra'», recordó la francesa, versión que confirmaron algunas de sus compañeras que prefirieron dar su testimonio desde el anonimato. 

La joven, de madre francesa y padre africano, luego sufrió una lesión en el pie que la obligó a tomarse 8 meses de descanso y, por el estrés, tuvo que enfrentar un tratamiento con antidepresivos. Tras su regreso, en febrero de 2020, la docente volvió a la carga: le exigió que se maquillara de blanco para El Lago de los Cisnes, aprovechando la renuncia del codirector de la obra que se oponía a este tipo de prácticas. 

Pero Chloé se negó. «Blanquear mi piel era como renunciar a mi identidad», sostuvo la exbailarina de la Ópera de Niza y del Béjart Ballet de Lausana. Tras plantarse contra el racismo, la bailarina deberá dejar el Ballet Estatal de Berlín en julio porque no le renovaron el contrato. 

 

La dirección del Ballet Estatal, que emplea a personas de 30 nacionalidades diferentes, se mostró sorprendida al conocer el caso. «Por nuestra diversidad simplemente no pensábamos que pudiéramos vernos afectados por el racismo en el día a día. De hecho nunca pensamos en ello. Pero nos equivocamos», reconoció la directora interina, Christiane Theobald.

Para esclarecer lo ocurrido, la institución decidió dar inicio a una investigación interna. «Todos los empleados pueden señalar de forma anónima todos los hechos de discriminación», insistió Theobald. La profesora de ballet se niega a manifestarse y, por motivos legales, la dirección no quiere pronunciarse sobre posibles medidas disciplinarias.

 

Círculo «elitista y cerrado»

Chloé decidió hacer pública su denuncia para terminar con el círculo «elitista y cerrado» que predomina en el ballet. Su objetivo es compartido por otros bailarines, entre ellos los que forman parte de la Ópera de París, incluido su hermano Isaac Lopes Gomes.

«No conozco ni a uno que no haya tenido que aguantar comentarios racistas como: ‘Debes alisarte el cabello porque tienes una melena leonina, tienes que meter para dentro tu trasero de negra, saltas como Kirikou (el niño africano de una película de dibujos animados)», enumeró la joven.

Desde pequeña, cuando comenzó a bailar en Niza, el mundo de la danza la hizo sentir diferente. «Nunca tenían maquillaje adaptado para mi tono de piel, tenía que traer el mío. También era la única que tenía que crear mis peinados» porque a las peluqueras «no les gusta el cabello ensortijado», recordó.

«Estoy cansada de escuchar que no se puede contratar a negros porque no tienen los cuerpos para la danza clásica. Es sólo un pretexto», concluyó la joven.

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