El 1 de febrero de 1955 se cumple otro aniversario de un hecho inédito para la historia de La Pampa, que es poco y nada recordado: el gobernador de la entonces llamada provincia Eva Perón, Salvador Ananía, recibió tres disparos en un atentado sucedido durante un acto público en Santa Rosa, que pudo costarle la vida.
Su agresor, el ex ministro de su gobierno, Justo Raúl Tierno, sería finalmente absuelto pocos meses después cuando un golpe militar derrocara al presidente Perón y el nuevo régimen ayudara a que su delito no fuera condenado. Mientras que, una paradoja, Ananía, que se recuperaba de las heridas sufridas, sería detenido durante casi un año.
Los tres tiros
El Legajo H 202 del Archivo del Poder Judicial de La Pampa es la fuente para seguir de cerca este caso que conmocionó a toda La Pampa por los protagonistas y las implicancias para la vida política y social de la provincia.
El martes 1 de febrero de 1955 se iniciaba el año judicial y había actos oficiales programados. Cerca de las 11 horas el gobernador Ananía junto a sus ministros, integrantes del Superior Tribunal de Justicia, funcionarios, legisladores y gran cantidad de público que acompañaba, fue a la plaza San Martín y dejó en el monumento al Libertador una ofrenda floral. La marcha continuó hacia el edificio de la Delegación Regional de la CGT, ubicada a dos cuadras, en 9 de Julio al 100, donde está actualmente.
Ananía junto al presidente del STJ, César Rodríguez, que lo seguía a su izquierda, dejó una ofrenda de flores bajo el busto de Eva Perón que estaba colocado en el frente del edificio. Al girar, el ex ministro de su gobierno hasta hacía algunas semanas, Justo Tierno, salió por la izquierda entre la gente ubicada en semicírculo, sacó un revólver y le descerrajó tres disparos a quemarropa, como se decía en la jerga policial.
El ex ministro llevaba un portafolios de cuero negro bajo el brazo de donde extrajo el Colt Caballito 38 largo con caño corto y, aun con el bolso bajo el brazo, le disparó a una distancia de dos metros.
El primer tiro le dio al gobernador en el abdomen, y Ananía con sus dos manos sobre la herida comenzó a doblarse, arrodillándose del dolor, quedando como sentado y haciendo lo imposible por levantarse. Pero Tierno disparó dos veces más hacia su cuerpo y luego el mandatario cayó sobre la vereda. Un disparo le dio en el abdomen, otro en la parte inferior del tórax y el tercero en el parietal derecho, aunque este fue superficial.
En su momento entrevisté al abogado César Rodríguez, que asumía ese día y fue testigo cercano del hecho de sangre. Rodríguez, que junto al gobernador colocaba la ofrenda en el busto, recordó: “Yo estaba al lado de Ananía y cuando se dio vuelta le pegaron los tres tiros. Lo salvó en uno la traba de la corbata que le desvió una de las balas, porque le iba a dar justo en el corazón. Por eso se salvó. Otra le dio en la cabeza pero no llego a pegarle de lleno».
Tierno detenido
El público, que en principio pensó que se escuchaban cohetes, quedó sorprendido y luego comenzó a desbandarse. Algunas autoridades atinaron a agarrar a Tierno para que no siguiera disparando. Primero fue tomado por el delegado regional de la CGT, Natalio Masseroni, y el subcomisario de la Policía Federal, Vicente Gagliardino, que pudieron alcanzar su muñeca. Luego llegó el resto, entre ellos el ministro Rodolfo Desperbasques que le dio una trompada en la cara provocándole un corte en el labio superior y haciendo que soltara el revólver sobre la vereda. El agresor se quedó inmóvil. En tanto Desperbasques era atendido de un ataque de nervios.
Tras el atentado, cargaron a Ananía en el auto de un vecino quemuense que se encontraba en el acto y lo trasladaron al Sanatorio Santa Rosa. Primero lo atendió su médico, Ovidio Andrada, quien le realizó una operación de cuatro horas, y junto a sus colegas Martín Garmendia y Tomás González realizó las pericias médicas.
En estas épocas, de pocos medios de comunicación, las propaladoras comenzaron a difundir en los pueblos la noticia sobre el atentado, causando estupor en toda la provincia.
En 2013, el director de cine Mariano Ananía, nieto del ex gobernador realizó el documental “¡Mataron al gobernador!” sobre esos sucesos. La esposa de Salvador, Elvira Rodríguez, recordó en el documental que ese día “Salvador vino y me saludó que se tenía que ir al acto, yo estaba acostada, y volvió 10 minutos después y volvió a despedirse. Como si hubiera sido una premonición. Yo me arreglé para después de los actos y media hora después llegó (el juez) Nores Martínez y con cuidado me fue diciendo que Salvador había tenido una discusión con Tierno y de a poquito me fue llevando hasta el sanatorio. Lo encontré a Salvador en la camilla con tres tiros. Fueron horas de operaciones que no sabíamos qué podía pasar”.
Motivos del atentado
El comisario Humberto Nicomedes Gómez Quevedo junto a un subcomisario y un suboficial de la Policía Federal trasladaron a Tierno hasta la comisaría. Llegando al departamento policial, Gómez Quevedo, mientras miraba sorprendido al ex funcionario, exclamó: “¿Qué ha hecho?”. Tierno en estado de shock solo respondió: «Estoy loco, estoy loco».
Tierno fue hasta diciembre de 1954 ministro de Obras Públicas y Asuntos Agrarios del gobierno de Ananía. Además tenía una relación muy estrecha con el mandatario. Pero el ingeniero había sido separado de su cargo luego de la reestructuración del gabinete y su cartera dividida, quedando la parte de Obras Públicas bajo la dirección del ministro de Gobierno Mariano Fernández y la de Asuntos Agrarios bajo la órbita del titular de Economía Reynaldo Maggi. La tercera cartera era la de Asuntos Sociales, a cargo del odontólogo y amigo del gobernador, Rodolfo Desperbasques.
Tierno tenía 40 años y estaba muy vinculado a las esferas oficiales como rector de la Escuela Industrial, era asesor técnico del Banco Hipotecario Nacional y asesor de la CGT. Para la época, era un dandy, como se decía, vestía impecablemente con guantes y bastón. Era ingeniero civil y con propiedades agropecuarias.
Con el gobernador había terminado todo mal a pesar de que la relación personal. Ananía lo había separado del cargo ya que consideraba que junto a su hermano, Juan Carlos Tierno, estaba boicoteando su administración. De hecho, había un sumario partidario en el Tribunal de Disciplina del Partido Peronista contra Justo, mientras que Juan Carlos había iniciado una denuncia contra la Fundación Eva Perón. Justo Tierno presentó entonces la renuncia, pero Ananía consideró que había sido “en términos no apropiados”, se la rechazó y lo echó. Tierno quedó herido en lo que se llamaba entonces “su honorabilidad”.
Días antes de los hechos, Juan Carlos, desde Buenos Aires, había telefoneado a su hermano y le dijo que Ananía los quería echar de todos los cargos oficiales. El ex ministro se reunió entonces con el delegado de la CGT Masseroni y el interventor del PP Roque Pedro Gorría y les contó esto, según consta en la causa.
Masseroni declararía que en un momento le dijo que él sabía que le iban a sacar los cargos que tenía y “que a él no le importaba pero que si llegaba a ocurrir lo mismo a su hermano, iba a hacer un ‘cagadón’, mostrándose profundamente afectado, estando a punto de sollozar”. Gorría prometió interceder el 1 de febrero a la tarde, pero no llegó a reunirse con Ananía.
El día del atentado, Tierno fue al acto con Masseroni y le dijo que no iría a la reunión ya que Ananía pretendería que retirase los términos de la renuncia, y él no quería hacerlo. Su presencia despertó la extrañeza de los que estaban en el Palacio de Justicia y en un momento Ananía no lo saludó y le dio la espalda. Tierno declararía posteriormente que llevaba siempre consigo el revólver y que al verlo a Ananía “perdió el control de sus actos”, y que “corrió a la diputada provincial Nair Facca, que estaba junto a sus dos colegas Blanca Azucena Moreno de Moyano v Amalia González de Lespade y abriéndose camino” sacó el arma. El resto ya se sabe.
Un caso sin justicia
La incógnita era: ¿había sido un atentado instigado, planificado, premeditado o un arranque repentino de locura? Para el riñón peronista estaba claro que el ex funcionario debía haber sido influenciado por otras personas.
La causa fue caratulada en la Justicia provincial como tentativa de homicidio y recayó en el Juzgado de Primera Instancia en lo Criminal y Correccional Número 1 a cargo de Juan Carlos González, con la fiscalía de Ramón Turnes.
Tierno fue encarcelado y contrató como defensor a Alfonso Corona Martínez. El 14 de febrero le dictaron prisión preventiva por tentativa de homicidio y un embargo hasta 100.000 pesos sobre su casa en la calle Pellegrini y un campo de Winifreda. Los médicos dirían que tuvo un cuadro nervioso y que tenía una “personalidad psicopática”.
Entretanto, se iniciaba una causa contra el ministro Desperbasques por ser responsable de presuntas lesiones leves al tirador.
El gobernador Ananía sería internado en Buenos Aires, y aún convaleciente, regresaría unos meses después a su puesto, poco antes de la llamada Revolución Libertadora que provocó el golpe de Estado contra el presidente Perón.
La causa de Tierno pasó a la Sala en lo Criminal y Correccional a cargo de los jueces Atilio Palacios y Rafael Quintana. Corona Martínez pidió el juicio por jurados, que estaba en la primera Constitución pampeana, pero como no se había puesto en marcha, eso dilató los tiempos. La Revolución Libertadora ayudaría a Tierno. Los roles cambiarían: mientras Ananía fue detenido y permanecería casi un año preso, Tierno sería liberado.
Producido el golpe de Estado en septiembre de 1955, cuatro días después que Perón dejara el poder, el 26 de septiembre, la causa pasó nuevamente a primera instancia ante un pedido de cambio de carátula y quedó en manos del Juzgado 2, del juez Héctor Argañaráz. A partir de entonces todo lo actuado se dio vuelta. El juez definirá un nuevo informe médico que estableció que Tierno «no pudo comprender la criminalidad del acto” y habló del “vejamen público” que significó la persecución hacia él.
Así desaparecía la intención homicida del acusado, por lo que la causa fue recaratulada como «supuestas lesiones graves” y el 29 de septiembre, a tres días del cambio de juez, el imputado fue excarcelado.
La causa ya estaba cerrada. El fiscal Tumes, el 18 de octubre, elevó su informe donde indicaba que no iba a formular acusación “por entender que el mismo es inimputable y en consecuencia debe VS absolver al mismo de culpa y cargo, sin ordenar la reclusión en un establecimiento adecuado, ya que en tiende que han desparecido las condiciones que pudieran hacerlo peligroso”.
El 27 de octubre Tierno fue sobreseído definitivamente, de acuerdo a sus “antecedentes morales”, y dado que el delito de lesiones que había cometido lo había realizado en “un estado de perturbación absoluta pero transitorio de la inteligencia, revelante de una debilitación de sus facultades mentales (amnesia)”.
Los porqué de un olvido
A más de seis décadas de ocurrido, este atentado político en La Pampa no es recordado a pesar de lo que significó en su momento para la vida social e institucional de la provincia. De hecho, hasta se lo omite en los relatos académicos sobre esta etapa como si fuera un hecho anecdótico. Estamos hablando de un gobernador al que le disparó un ex ministro y estuvo al borde de la muerte.
¿Por qué ese olvido? Se pueden ensayar algunas explicaciones, y todas se conectan. La más considerada ha sido la rivalidad histórica entre Santa Rosa y General Pico, que durante todo el siglo XX tiñó la vida social y política de la provincia. Hoy una cuestión que se ha dejado en el pasado, pero que tuvo su peso en su momento. Ananía provenía del peronismo de General Pico y Tierno era de una familia destacada en Santa Rosa, con vínculos en los sectores de la elite local. La misma cobertura que tuvo el profesional en la Justicia, lo tuvo en lo social. Esta es la hipótesis que maneja Leonardo Ananía, sobrino del ex gobernador, que ha buceado en la historia familiar.
Vinculado a esto está la caída del primer peronismo a los meses de ocurrido el atentado. El antiperonismo de la Revolución Libertadora se impuso y protegió a Tierno. A partir de entonces, el peronismo fue proscripto y la “historia oficial” de esos años pareció obviar los primeros años de la provincia. La prensa santarroseña, parte de esa rivalidad pasada con General Pico y también de los sectores no peronistas, tampoco hizo lugar a recordar lo ocurrido durante esos años del primer gobierno pampeano.
También desde el peronismo, regresada la democracia, no hubo quienes profundizaran en sus orígenes en la provincia, ni siquiera en los años de proscripción, salvo lo ocurrido durante la llamada Revolución de Valle. En La Pampa, además, se ha preferido obviar los hechos vinculados a la violencia política preservando el status quo frente al análisis del pasado y todo lo que esa revisión implicaría.
(*) Por Norberto G. Asquini (periodista e investigador)