domingo 1, diciembre, 2024, Eduardo Castex, La Pampa

Ocho años del Papa Francisco: Del pedido de «Tierra, Techo y Trabajo» a «Nadie se salva solo»

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Desde su elección en 2013 como el Papa número 266 de la Iglesia Católica, el primero latinoamericano de la historia, Francisco ha impulsado reformas, cambios y gestos transformadores en muchos ámbitos, algunos de ellos ya imborrables como el pedido universal de «Tierra, Techo y Trabajo» y el recuerdo a la humanidad de que «Nadie se salva solo».





Muchas de estas iniciativas derivan de su primer escrito como Papa, la exhortación Evangelii gaudium (La alegría del Evangelio, 2013), un texto programático en el que, entre otras definiciones, plantea los cuatro principios rectores de su pensamiento y que luego ha ido aplicando en su pontificado: 1. La realidad es más importante que la idea; 2. El tiempo es superior al espacio; 3. El todo es superior a la parte; 4. La unidad prevalece sobre el conflicto.

1. La realidad es más importante que la idea: Los pasos concretos con los movimientos populares

Además de sus discursos al mundo del trabajo y la economía, una de las revoluciones del pontificado de Francisco es su acercamiento al colectivo de los movimientos populares del mundo, que inició en 2014 con un encuentro en el Vaticano y repitió luego en Bolivia en 2015 y otra vez en Roma en 2016.

En esa trilogía, supo darle forma concreta a las ideas de los diversos grupos de «descartados», como él llama a los que se quedan fuera del sistema, y materializó el lema de las denominadas «tres T», Tierra, Techo y Trabajo, convertido desde entonces no solo en un emblema de reivindicaciones sino en un reclamo real que traduce las demandas de gran parte de la humanidad.

«Este encuentro nuestro responde a un anhelo muy concreto, algo que cualquier padre, cualquier madre quiere para sus hijos; un anhelo que debería estar al alcance de todos, pero hoy vemos con tristeza cada vez más lejos de la mayoría: tierra, techo y trabajo. Es extraño pero si hablo de esto para algunos resulta que el Papa es comunista», les dijo durante el primer encuentro, el 28 de octubre de 2014.

-El tiempo es superior al espacio: El acercamiento a China y las reformas en la Curia romana

Francisco se ha esforzado en poner en marcha procesos de reformas y cambios que no madurarán en su pontificado pero que, confía, terminarán teniendo una dinámica irreversible cuando abandone el sillón de sucesor de Pedro.

Es en ese marco que se engloba el acuerdo firmado con China en 2018 para la designación conjunta de obispos, que significó el primer paso de acercamiento bilateral en más de 50 años, una decisión que marca la apertura de Roma hacia Oriente más allá de los 10 millones de católicos estimados en el país asiático y que pone de relieve el rol geopolítico de la Santa Sede bajo la guía de Bergoglio.

A inicios de año, el Papa destacó el acuerdo firmado entre las dos diplomacias más longevas del planeta, pese incluso a las presiones recibidas de parte de otras potencias, y afirmó que «la Santa Sede espera que el camino emprendido continúe, en un espíritu de respeto y de confianza recíproca, contribuyendo aún más a la resolución de cuestiones de interés común».

Con el mismo objetivo, la Curia romana impulsó una serie de cambios enmarcados en la redacción de una nueva Constitución que plasmará la mirada franciscana de la Iglesia, se titulará «Prediquen el Evangelio» y se espera esté terminada en 2021, tras siete años de trabajo del Papa con su consejo de cardenales asesores.

La nueva Carta Magna, que reemplazará a una sancionada por Juan Pablo II en 1988, le dará «rango constitucional» a muchos de los avances de Francisco en temas como la lucha contra la pederastía en la Iglesia y la búsqueda de transparencia en las finanzas vaticanas.

-El todo es superior a la parte: La mirada integral sobre ambiente y migración

A mediados de 2015, Francisco sorprendió al mundo con la publicación de su encíclica ‘Laudato si’, un escrito que, como él definió, no se trata solo de un documento ambiental sino que ofrece una amplia perspectiva social. La encíclica dio origen a centenares de movimientos y fundaciones en Argentina y el mundo, al tiempo que jugó un rol determinante en la firma ese mismo año del denominado Acuerdo de París.

Además, introdujo por primera vez una perspectiva integral, en la que «el todo es superior a la parte», para analizar el complejo entramado de causas y consecuencias derivadas del cambio climático y los procesos de concentración de la riqueza a nivel mundial, productos de una «economía que mata», como el Papa la describió.

Bajo este principio de Francisco se engloba también otro de los ejes distintivos de su pontificado, la manera en que le «preocupa la triste situación de tantos emigrantes y refugiados que huyen de las guerras, de las persecuciones, de los desastres naturales y de la pobreza», como planteó en un discurso en 2017.

El Papa se refiere siempre a los migrantes y refugiados como víctimas «en líneas generales» de un sistema en el que «cada vez hay menos ricos con mucha plata y cada vez hay más pobres con muy poca plata», según explicó en 2019. Y también suele destacar, como hizo en 2016, que las migraciones derivan de las guerras y los «desastres naturales que podrían ser evitados o por lo menos limitados, ya que a menudo sus efectos son debidos a la falta de cuidado del medio ambiente por parte del hombre».

-La unidad prevalece sobre el conflicto: Los acercamientos al mundo islámico y el recuerdo de que «Nadie se salva solo»

Si bien el diálogo interreligioso es una de las herencias que Bergoglio llevó a Roma de su paso como arzobispo de Buenos Aires, le dio una impronta decisiva desde sus primeros días como Papa. En ese ámbito el pontífice impulsa una unidad entre las religiones para hacer frente a los desafíos de la humanidad, especialmente tras la pandemia de coronavirus.

Su reciente visita a Irak fue su undécimo viaje a un país con mayoría musulmana y, además, su encíclica de 2020, Fratelli tutti (Hermanos todos), fue un llamado a la fraternidad mundial más allá de las religiones, en la que incluyó una oración «para estrechar lazos de unidad, de proyectos comunes, de esperanzas compartidas».

En ese marco y bajo este principio rector, se lee también otro de los grandes hitos de su pontificado: el histórico rezo en soledad en la Plaza San Pedro hace casi un año, el 27 de marzo de 2020, cuando le dijo a la humanidad que «nadie se salva solo» frente a una pandemia con la que, afirmó, todos «nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados».

Creación de cardenales y viajes, dos formas de reivindicar las periferias

Propulsor de una Iglesia que vaya a las «periferias» para «ver el mundo tal cual es», el papa Francisco visitó 53 países en sus ocho años de pontificado, una política de apertura hacia naciones no «centrales» que también quedó plasmada en la creación de 95 cardenales desde que fue elegido el 13 de marzo de 2013.

Apenas dos semanas después de ser elegido, durante la Misa Crismal del 28 de marzo de 2013, el entonces flamante Papa dejaba ya clara su predilección por una Iglesia que pueda llegar a «los bordes de la realidad, cuando ilumina las situaciones límites, las periferias».

Esa elección, que tiene como raíz una interpretación que la filósofa argentina Amelia Podetti (1928-1979) hace del pensador alemán Georg W. F. Hegel, se ha mantenido desde entonces como una constante durante los ochos de pontificado de Jorge Bergoglio, que en su último libro plantea que «hay que ir a la periferia si se quiere ver el mundo tal cual es».

«Siempre pensé que uno ve el mundo más claro desde la periferia, pero en estos últimos siete años como Papa, terminé de comprobarlo. Para encontrar un futuro nuevo hay que ir a la periferia», escribió el Papa en el libro Soñemos juntos, de diciembre de 2020.

En ese libro, planteó que su forma de poder hacer realidad esa idea es a través de los viajes que realiza fuera de Italia: «Uno no puede ir a la periferia en lo abstracto», argumentó.

Desde su entronización en 2013, Francisco ha hecho 33 viajes en los que visitó 53 países de cuatro continentes, a la espera de que el viaje que el año pasado debió suspender por la pandemia a Papúa Nueva Guinea le permita pisar Oceanía por primera vez en cuanto mejore la situación epidemiológica.

En sus viajes, Bergoglio se ha regido muchas veces por el criterio de hacerse presente en los países en los que ha sentido que se necesitaba su ayuda, explicó a Télam la directora de la edición en español del diario oficial del Vaticano, L’Osservatore Romano, la argentina Silvina Pérez.

Así, además de su reciente viaje a Irak, en el que se convirtió el primer pontífice de la historia en pisar Bagdad, el Papa también llegó con su mensaje de paz y amistad a países como Filipinas, en 2015, luego del mortífero paso del tifón Haiyan; o en naciones como República Centroafricana, a donde fue en 2015 para animar el proceso de diálogo entre las fuerzas políticas del siempre convulsionado país.

Con igual espíritu de alcanzar las periferias antes que el centro, se pueden analizar las visitas del Papa dentro de Europa: Francisco fue a Bosnia y Herzegovina en 2015 a fomentar el proceso de paz en la región. Y visitó la isla griega de Lesbos en 2016 para visibilizar la situación de los refugiados y migrantes, mientras aún no ha visitado potencias del continente como Alemania, Francia y España.

En esa misma línea, Francisco fue en 2017 el primer Papa de la historia en visitar Myanmar, a donde llegó para visibilizar lo que la ONU y organizaciones de derechos humanos califican como una limpieza étnica o un genocidio contra la minoría musulmana de los rohingya.

Con años como 2019, en los que hizo siete viajes a 11 países, y otros como 2020, en el que no salió de Italia por causa de la pandemia, Francisco ha utilizado sus peregrinaciones para llevar adelante un «pontificado itinerante», como lo describió su exvocero Alessandro Gisotti.

Con 11 países americanos visitados desde 2013, es justamente Cuba la única nación en la que el Papa ha estado dos veces: primero como parte de un viaje que también incluyó Estados Unidos, en 2015, y luego en febrero de 2016 para mantener en la isla caribeña el histórico encuentro con el patriarca ortodoxo Cirilo, que puso fin a casi mil años de división entre las dos iglesias.

Con una mirada similar pueden leerse los siete consistorios que ha celebrado Francisco para crear 95 cardenales a lo largo de su pontificado, diseñando de hecho el cuerpo electoral que deberá elegir a su sucesor

Desde 2013, Francisco ha designado a 18 cardenales provenientes de países que jamás en su historia habían contado con un purpurado en la Santa Sede, muchos de ellos oriundos de naciones en desarrollo.

En 2020, nombró nuevos purpurados de Ruanda y Brunei, y antes de Cabo Verde, Haití y Tonga, entre otros. También ha elegido cardenales de países de poca tradición católica, como Uruguay, que desde 2014 cuenta con el salesiano Daniel Sturla como cardenal, el segundo en la historia del país vecino.

Con los cardenales que ha creado, que en 2020 incluyeron también al primer estadounidense afroamericano de la historia, el arzobispo de Washington Winston Gregory, 73 de los 126 purpurados que actualmente están condiciones de votar en un eventual conclave por tener menos de 80 años fueron creados por Francisco.

La proporción, que irá creciendo conforme los purpurados creados por sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI vayan superando el límite de edad, es una marca de la descentralización que el Papa aspira a dejar como legado entre los cardenales que deberán elegir a su sucesor. De hecho, en lo que queda de 2021, otros cuatro purpurados llegarán al límite de edad de 80 años para votar en un cónclave: ninguno fue creado por Francisco.

Tras los últimos cardenales creados por el Papa, a fines de 2020, la geografía de los cardenales electores quedaba con una repartición de 17 cardenales para África, 17 para Asia, 24 para América Latina, 13 para América del Norte, 4 para Oceanía y 54 para Europa.

Si bien Europa todavía tiene la mayor proporción de cardenales electores, con un 42%, está por debajo del 52% que reunía en 2013 cuando Jorge Bergoglio fue elegido como el primer Papa latinoamericano de la historia.

Cuatro miradas para entender sus principios guía

A lo largo de los ocho años de su pontificado, el Papa ha ido gobernando la Iglesia Católica con la aplicación de los cuatro principios que forman la columna vertebral de su programa y que, como él los definió, «orientan específicamente el desarrollo de la convivencia social y la construcción de un pueblo donde las diferencias se armonicen en un proyecto común».

Según el propio Papa, la aplicación de estos cuatro principios (El tiempo es superior al espacio; La unidad prevalece sobre el conflicto; La realidad es más importante que la idea; El todo es superior a la parte), «puede ser un genuino camino hacia la paz dentro de cada nación y en el mundo entero».

Sobre el principio bergogliano de «El tiempo es superior al espacio», el escritor británico y biógrafo del Papa Austen Ivereigh dijo a Télam que para Jorge Bergoglio «la paciencia significa no tanto la capacidad de esperar sin quejarse sino la capacidad de un líder de actuar dentro de los límites, es decir, ser realista».

Según Ivereigh, con quien el Papa escribió a fines de 2020 el libro Soñemos juntos, «su actitud ante la reforma de la Curia ha sido de ir adelante con mucho empeño en muchas frentes simultáneamente, pero con paciencia».

Bergoglio, planteó Ivereigh, «entiende con la reforma necesita un cambio de estructura, de cultura y de personal simultánea pero gradual. No sirve para nada cambiar las personas si la cultura queda igual; y para cambiar la cultura se necesitan procesos lentos de conversión apoyados por y arraigados en cambios de estructura».

«Desde afuera, la reforma curial puede parecer lenta, pero en realidad ha sido constante y gradual, y los cambios de la mentalidad y la cultura de la curia han sido dramáticos. Poco a poco Francisco ha ido promoviendo desde abajo personas con una nueva mentalidad, pero sin cortar las cabezas de la vieja curia, esperando a que los prefectos (los responsables de los Dicasterios) llegaran a los 75 años», la edad en la que deben dejar sus puestos, analizó el también autor de la biografía política del Papa, El gran reformador.

Para Ivereigh, de todos modos, «2021 es un umbral». «Saldrá gran parte del liderazgo de ayer, y subirá una nueva generación, para consolidar y profundizar la reforma cultural y estructural paulatinamente llevada a cabo desde 2013. Dar prioridad al tiempo sobre el espacio significa esto: los cambios más significativos y duraderos no son los más visibles -el espacio- sino los que ocurren silenciosamente a lo largo del tiempo», finalizó.

La teóloga argentina y consultora del episcopado latinoamericano Emilce Cuda, en tanto, planteó que, «considerando la aplicación de los cuatro principios bergoglianos hecha por el mismo Francisco, el que postula la realidad como superior a la idea se ha visto plasmado en el reconocimiento de los Movimientos Populares como un signo de los tiempos por el magisterio pontificio actual».

En esos tres encuentros del Papa con los que, según la teóloga, se han unido organizadamente «quienes habitan el subsuelo del planeta, transformando su pasión en acción comunitaria», Francisco «supo discernir evangélicamente, en esa realidad, una experiencia de salvación comunitaria».

Para Cuda, «el Papa latinoamericano, en contra de toda idea devenida ideología que solo busque poder económico y social, ha visibilizado a la teología como discurso del Padre operando en la realidad como para la dignidad de su creatura humana».

«El cambio viene de abajo, dice Francisco, y eso que él ha visto, oído y tocado en las periferias del fin del mundo, es de lo que ha dado testimonio a lo largo de su pontificado. Para entender por que la realidad es superior a la idea hay que hacer la experiencia, hay que encarnarse», sostuvo Cuda, autora del elogiado Para leer a Francisco.

El cineasta de origen ruso Evgeny Afineevsky, director del documental estrenado en 2020, «Francesco», planteó a Télam su visión sobre el histórico rezo del Papa en soledad en la Plaza San Pedro, cuando lanzó el ya histórico «nadie se salva solo», como máximo ejemplo de que «la unidad prevalece frente al conflicto».

En ese momento, según Afineevsky, se vio el llamado de Jorge Bergoglio a la unidad de la humanidad frente no solo a la pandemia, como «conflicto» actual, sino también frente a grandes desafíos como el cambio climático.

En aquel viernes del año pasado, «Francisco rezó solo por la redención y curación para todo el mundo en los escalones de la Basílica de San Pedro», recordó Afineevsky, sobre la escena que también eligió para iniciar su película.

«Esta escena puede parecer el fin del mundo y posiblemente el fin de la raza humana si nosotros, como sociedad y humanos, no nos detenemos ni un momento y reevaluamos todo lo que estamos haciendo», describió el cineasta nominado a los premios Oscar y Grammy.

«Con toda su tremenda humildad, amor y generosidad hacia todos nosotros, está orando para que juntos y unidos podamos construir un puente hacia un futuro mejor y prosperar como una comunidad global. A través de este fascinante momento histórico, se nos da un ejemplo de liderazgo humilde y real que brinda esperanza e inspiración durante uno de los momentos más inéditos de nuestras vidas», enfatizó Afineevsky.

Por su parte, consultada sobre el principio del Papa de que «El todo es superior a la parte», la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michele Bachelet, planteó que «son varias las características destacables del papa Francisco».

La dos veces presidenta de Chile puso la lupa sobre la «humildad (del papa) y consecuencia de vida, su opción por los pobres y el cuidado de la casa común, además de su espontaneidad y cercanía.»

«Significativo es también que sea un Papa latinoamericano y jesuita», agregó.

En diálogo con Télam, Bachelet también quiso destacar la importancia de los gestos que tiene Francisco con la gente: «Por diversas circunstancias he conversado con él en varias oportunidades, la más reciente en agosto pasado en Roma y lo primero que me dijo fue que sentía la muerte de mi madre», planteó.

«Me emocionó además que recordara la conversación que tuvo con ella en enero de 2018 cuando vino en visita oficial a Chile. Fue para mí muy significativo, un gesto de su humanidad», valoró Bachelet.

Francisco y su estilo, una «revolución» desde los gestos cotidianos

«La verdadera revolución fue haber elegido vivir acá». La frase del Papa a un argentino que lo visitó la semana pasada en su residencia de Casa Santa Marta muestra la importancia que el propio pontífice le da a vivir en el segundo piso del reconvertido hotel y no en los lujosos aposentos del Palacio Apostólico, en el que, en soledad, vivían sus predecesores.

El Papa entregó un libro de 319 páginas con fotos del Palacio a su visitante y reconoció la importancia del valor histórico, cultural y hasta patrimonial de la estructura construida en el siglo XVI, pero está contento con la elección con la que dio el primer golpe de escena a las pocas horas de haber sido elegido el 13 de marzo de 2013.

La elección de vivir en el antiguo hotel para cardenales, admitió, le permitió moverse con más comodidad y escapar a la soledad que puede rodear a la vida en los aposentos del Palacio y que, como él mismo fue testigo, terminó por aislar a algunos de los Papas que lo precedieron.

En su habitación del segundo piso de la residencia Casa Santa Marta, Francisco recibió a algunos visitantes en el pequeño salón ubicado a metros de la salida de los ascensores. Tres sillones individuales, mucha iconografía de la Virgen y un teléfono son parte del austero mobiliario del lugar.

El propio Papa suele levantarse durante algunas reuniones para descolgar el teléfono y comunicarse con uno de sus dos secretarios, el italiano Fabio Salerno, a quien, en uno de sus últimos encuentros, le recordó que traiga los libros que tiene preparados para dar de regalo al visitante.

En algunas ocasiones, es el mismo Jorge Bergoglio el que permite a quien lo visita ir a la sala contigua, en la que se amontonan pilas de los libros que ha escrito, y da vía libre a la selección. «Elegí los que quieras», se le ha escuchado decir.

En esa misma sala contigua, se acumulan también parte de las golosinas y productos argentinos, como alfajores, que le traen los visitantes. Incluso suele ironizar sobre el «mito» que se creó alrededor de su supuesta preferencia por una marca en particular.

Al Papa, en otro pequeño eje que marca su estilo revolucionario basado en gestos, le gusta compartir porciones de los dulces y tortas con cada uno de los huéspedes de Santa Marta tras las cenas.

Algunos domingos de invierno, incluso uno de sus secretarios y un gendarme recorrieron el interior del Vaticano para llevar, de parte del propio Papa, alfajores y dulces a todo el personal de seguridad encargado del turno noche.

Para las comidas, el Papa suele compartir el comedor de la planta baja con el resto de los huéspedes del Hotel. Solo en algunas ocasiones, cuando la comida se mezcla con alguna obligación, le preparan una sala contigua para recibir a huéspedes con los que, dada su apretada agenda, aprovecha para comer y trabajar.

Por lo general, la agenda matutina del Papa, al menos en los tiempos de la «vieja normalidad» pre-pandémica, se daba a la mañana en el Palacio Apostólico, con los encuentros formales, desde obispos y cardenales a jefes de Estado, y, por la tarde, en su residencia. Con una clara voluntad de separar la agenda institucional de la persona, solo las reuniones de la mañana se comunican de forma oficial a la prensa.

Como algunos de sus huéspedes o visitantes vespertinos muchas veces quieren contar al mundo entero que se reunieron con el papa, Francisco autorizó que la comunicación de las reuniones de la tarde corra a cuenta de quien lo visita.

Solo en ocasiones puntuales Francisco ha pedido al aparato comunicacional de la Santa Sede que grabe o divulgue los encuentros que tiene en su casa.

Desde su residencia, mantiene la misma cercanía, impensada para un Papa pero lógica en un «pastor», como aún se define, en sus comunicaciones con el exterior.

El Papa suele escribir a mano las cartas que sus secretarios mandan por mail escaneadas y como archivo adjunto con el apellido del destinatario y la fecha. Cuando no escribe, ya son centenares las personas que han recibido una llamada desde un «número oculto» y al atender suena, con tranquilidad y cercanía, la voz que se presenta como papa Francisco.

Así, el estilo revolucionario de Francisco, que luego se palpa en su forma de Gobierno de la Iglesia Católica, empieza con los pequeños gestos cotidianos.

Al terminar la charla con el argentino al que recibió a inicios de marzo y, pese a la ciática reciente, Francisco lo acompañó hacia los ascensores. A mitad de camino, volvió atrás unos pasos y apagó la luz del salón. Otro de los pequeños gestos que sirve como base al estilo Francisco, ese que sirve como pilar a la «revolución» que busca en la iglesia y que, ha repetido, «debe empezar por casa».

(*) Con textos de Hernán Reyes Alcaide

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