«Okupas», la serie que marcó un antes y un después en el contenido televisivo argentino hace casi 21 años, llegará el próximo martes por primera vez al streaming con su desembarco en el catálogo de Netflix.
Con el protagónico de Rodrigo de la Serna, en compañía de Ariel Staltari, Diego Alonso y Franco Tirri, la historia de un grupo de jóvenes de clase media empobrecida y sus aventuras en contacto con el mundo criminal, las drogas y la amistad mantiene las repeticiones en varios canales y hasta un seguimiento fanático en YouTube.
En el caso de Netflix, el director Bruno Stagnaro afirmó que el interés empezó hace aproximadamente cuatro años. «Me pone muy contento que ahora se pueda ver de forma masiva y con una buena calidad de imagen y sonido. El proceso fue tan largo que en el camino fueron apareciendo herramientas de mejoramiento de la calidad de imagen que antes eran impensadas», comentó.
Para el trabajo de remasterización, Stagnaro convocó a los mismos técnicos que trabajaron en el estreno del 18 de octubre de 2000 por el entonces Canal 7 para poder mantener la misma «sintonía opresiva y liberadora» que tenía la serie. Sin embargo, no fue tarea sencilla.
De hecho, el sonido estaba guardado en un formato fuera de uso por lo que tardaron en dar con una computadora que pudiera abrir las sesiones grabadas. Esta edición, por restricciones legales, debieron quitar varios segmentos musicales que en la versión original funcionaban casi como un protagonista más de la historia. Entre ellas, las escenas del Pollo (Staltari) bailando a lo Mick Jagger o de Ricardo (De la Serna) flotando bajo el efecto de los estupefacientes.
En cuanto a la fecha de estreno, se programó para el Día del amigo, el próximo 20 de julio.
Sin lugar a dudas, «Okupas» marcó una bisagra en la televisión nacional, no solo por la temática, sino por la empatía que los protagonistas irradiaban, dejando un testimonio de lo que la década de los 90 había producido en las capas medias y bajas de la sociedad.
Como síntesis el argumento del programa: a un veinteañero le encargan el cuidado de una vieja casona porteña para evitar que fuera ocupada, aunque acaba siendo él mismo, sin perspectivas ni horizontes, quien junto con unos amigos se convierte en el «ocupa» del inmueble.