El juicio oral contra Roberto Fabián Lescano, por el femicidio de María Guadalupe Puebla, concluyó hoy con el pedido de prisión perpetua por parte de la fiscalía y la querella. La defensa, en cambo, alegó por la absolución y, subsidiariamente, porque sea condenado por el delito de homicidio simple. La sentencia se conocerá el 5 de noviembre.
Durante su extenso alegato, el fiscal general, Máximo Paulucci, que estuvo acompañado por la fiscala Cecilia Molinari, aseguró que quedó probado que el imputado –un hombre sordomudo de 45 años– mató a la joven discapacitada de 27 años aplicándole golpes en la cabeza con un ladrillo, en un descampado a metros de la calle Niñas de Ayohuma, entre Reconquista y Caseros. Agregó que luego trasladó el cuerpo hacia otra zona del descampado –por eso habló de «un mismo lugar» a pesar de estar ambos sectores distanciados por unos 400 metros– y lo ocultó con tierra, pastos y ramas. El hecho ocurrió entre la noche del viernes 15 de agosto y la madrugada del lunes 18 de 2014.
Paulucci mantuvo la acusación original de homicidio doblemente calificado, por haber sido cometido criminis causa y femicidio. Afirmó que Lescano mató a Puebla para ocultar el abuso sexual por el que fue condenado a 12 años de prisión; pena que está cumpliendo; y añadió que se trató de un femicidio porque ejerció «violencia física, psicológica y sexual» contra ella «en un claro contexto de violencia de género», en los términos de la ley 26485 de Protección Integral a las Mujeres.
El Ministerio Público Fiscal expresó que Lescano «es imputable» y calificó de «arbitraria y descabellada» la sentencia del tribunal que en su momento lo absolvió del femicidio –y lo condenó solamente por el abuso sexual– porque vio al agresor «como un ciudadano ocasional que se tropezó con las prendas que el mismo le había sacado a una víctima, especialmente vulnerable, para violarla».
Más adelante, basándose en dichos e informes del médico forense, Juan Carlos Toulouse, Paulucci aseveró que no pudo precisarse el momento exacto de la muerte porque Puebla «agonizó horas o días»; agregando que la autopsia mostró que «las lesiones de índole sexual y defensivas de María Guadalupe fueron contemporáneas con las lesiones que produjeron su deceso, es decir en el mismo tiempo; entonces no puede decirse que Lescano no estaba al lado de la víctima (cuando recibió los ladrillazos). Ese es un dato importantísimo que nadie contradijo», enfatizó.
Un video clave.
El fiscal general también dijo, al exhibir un video, que las prendas que se encontraron de María Guadalupe fueron las mismas que tenía puestas cuando el viernes 15 fue al supermercado con su novio, Walter Baigorria. Por eso remarcó que «el engaño de Lescano –en alusión a que fue quien encontró las ropas de la víctima en el descampado– debió durar unas horas y no siete años».
Otro dato que valorizó fue que Ramón Lescano declaró –aunque no estaba obligado por ser el imputado un familiar directo– su hermano Roberto le confesó el crimen, cuando fue a verlo junto a un tercer hermano (Rubén) a la Seccional Tercera. Esa declaración fue ratificada por su expareja. «Rubén, en cambio, cuando se le preguntó si su hermano admitió que había matado a María, respondió varias veces ‘que yo sepa no…’ No dijo que no, dijo que no sabía si Lescano se lo había contado a Rubén», acotó.
Con relación al «perfil agresivo» de Lescano hacia las mujeres, indicó –citando distintos testimonios– que el acusado las trataba «como un objeto, o sea las tomo porque no pueden decir que no. Y si la mujer es una cosa, entonces se rompe o se oculta».
Al final de su alegato, Paulucci le pidió al tribunal –compuesto por los jueces de control subrogantes, María Florencia Maza, Néstor Ralli y Carlos Ordas– que valore «los hechos de manera integral, como un todo, y no en forma atomizada como erróneamente lo hizo el tribunal anterior para hablar de una duda razonable. Es un error que no deberían volver a cometer. Por eso no le pongan día y hora al hecho, porque Lescano no necesitó 72 horas para violar y matar a María. Y obviamente que en esas 72 horas, además de matarla, durmió, comió, tomó una cerveza, levantó un tapialcito (sic), hizo sus necesidades…».
A modo de ejemplo recordó el caso resonante de Ángeles Rawson, donde el condenado (el portero Jorge Mangeri), al igual que Lescano, primero fue testigo y recién después se demostró su autoría porque «ambos previamente intentaron ocultar el homicidio para quedar impunes».
Otra muerte.
A su turno, el defensor oficial Juan José Hermúa, representante al querellante particular, José Alberto Puebla –padre de la víctima–, adhirió en un todo al alegato del M.P.F., incluyendo la prisión perpetua y la unificación con el abuso sexual agravado, y afirmó que «acá no hubo una sola víctima, sino también hubo víctimas indirectas como los cinco hijos que se quedaron sin madre o el propio José y su familia».
Tras indicar que Puebla «vivía en la basura» y que al momento del femicidio estaba «casi en estado de indefensión» por su alto grado de alcoholismo; remarcó que Lescano «venía acarreando un desprecio por la vida de las mujeres, ya que anteriormente había matado a otra, más allá de que no haya sido encontrado responsable judicialmente». Con esa frase aludió a su absolución por la muerte de Mirta Susana De Marco, una madre de 35 años y con ocho hijos, ocurrida de dos puñaladas en 2001, por haber actuado en legítima defensa.
Por último, destacó la conducta del papá de María, que «acudió a cada audiencia, en silencio, en búsqueda de justicia. Lo hizo sin marchas, solamente enviándole una carta al tribunal para preguntarle porque se demoraba la sentencia».
Nulidad.
El defensor oficial de Lescano, Pablo De Biasi, requirió en su alegato la nulidad del proceso por considerar que el imputado no está en condiciones de entender todo lo que sucedió en él; porque se lo juzgó dos veces por el mismo hecho –habiendo sido absuelto en el primer juicio–; y porque no está resuelto un planteo suyo de insubsistencia de la acción penal –que permanece en la Corte Suprema–, al violarse el derecho del acusado a ser juzgado en un plazo razonable.
También cuestionó que no se permitiera la participación en el debate de la responsable del Programa Nacional de Asistencia para las Personas con Discapacidad en sus Relaciones con la Administración de Justicia (Adajus), Mabel Remón, quien emitió un dictamen afirmando que Lescano no estaba en condiciones de ser juzgado. Por ello, adujo, que en el debate «no hubo peritos técnicos». Acotó que Lescano no tiene la «capacidad procesal para comprender los alcances» de la acusación y seguir el proceso en detalle, y para ello se respaldó en pactos internacionales incorporados a la Constitución Nacional.
Ese último punto fue cuestionado por la fiscalía y la querella, con el argumento de que ese informe no podía ser utilizado en los alegatos porque nunca fue incorporado como prueba documental a la causa. Frente a ello, el tribunal les dio la razón y resolvió que De Biasi no podía usar el informe de la Adajus como prueba.
Después de objetar esas cuestiones procesales, De Biasi aseveró que Lescano debe ser absuelto por «existen dudas más que razonables sobre su estado de inocencia» y habló de «inconsistencias» en la acusación fiscal. «No hay una prueba contundente contra mi defendido. Ni siquiera entiende lo que es violencia de género», acentuó.
Los horarios.
«La fiscalía no puede decir ahora que no interesa el día y la hora de la muerte –añadió–. Los horarios son centrales. La víctima no pudo estar 48 horas agonizando en el campito (sic) porque estaríamos por fuera de la franja horaria» en que se produjo el femicidio. «Los déficits temporales, sobre donde estuvo Puebla, no se resolvieron y eso es una espada de Damocles para la fiscalía», expresó.
De Biasi enfatizó en que «la causa fue direccionada» por el M.P.F. hacia Lescano, cuando –de acuerdo a su mirada– quedó acreditado con certeza que Lescano no estuvo con Puebla el sábado 16 ni el domingo 17. Y se preguntó: ¿si supuestamente quemó todas sus ropas, por qué Lescano se preocupó por quedarse con las medias (ensangrentadas)?», se preguntó.
Planteó que el alto grado de alcohol que la víctima tenía en sangre mostró que «Lescano no estuvo con ella, porque el que le daba de tomar era Baigorria, incluso al que vieron con una pala fue a Baigorria y no a Lescano»; y objetó las palabras de Ramón Lescano y su expareja acerca de la confesión del homicidio. «Si Ramón Lescano sabía que las prendas encontradas eran de Puebla, porque se lo había dicho Roberto, ¿por qué no se lo dijo a la policía mientras estaba buscando el cuerpo?».
Además aseguró que el cuerpo de María debió ser trasladado esos 400 metros en un auto y no en una moto, como indicó la fiscalía, pero sin embargo «nadie escuchó el ruido de una moto».
Finalmente, De Biasi pidió la absolución del imputado y, subsidiariamente, que reciba la pena mínima por el delito de homicidio simple, porque tampoco se demostraron los agravantes de criminis causa y femicidio, y se le unifique con la condena por el abuso en una pena única de 12 años de prisión.
Después de cinco horas y media de audiencia, la jueza Maza anunció que el fallo se conocerá el viernes 5 de noviembre a las 12.30 horas.