jueves 28, noviembre, 2024, Eduardo Castex, La Pampa

El colmo antivacuna: El Steaua Bucarest no aceptará futbolistas vacunados

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El Steaua Bucarest, el equipo más popular de la primera división rumana, tomará una medida insólita, a partir de la postura antivacunas de su propietario, el magnate y político ultraconservador Gigi Becali: no admitirá jugadores vacunados contra el coronavirus, porque según su visión, el estar inoculados les quita fuerza para rendir en la cancha.   





Becali, magnate inmobiliario y líder del Partido de ultraderecha de la Nueva Generación – Cristiano Demócrata, asegura que su decisión tiene que ver con resguardar la salud de los futbolistas. «Te vas a reír, pero puede que tenga razón. Los vacunados pierden fuerza. Eso es algo científico», afirmó Becali, según aseguró el periodista Emanuel Rosu, citado por el diario español Mundo Deportivo.

«¿No viste en el Cluj? Con el Rapid, los jugadores parecía que fueran a desmayarse. ¡Todas las personas vacunadas pierden la fuerza! Yo también lo veo en los míos. No afecta a algunos, pero sí a los mayores. ¿No has visto a Criprian Deac (n.d.r. ex jugador de la selección rumana)?», destacó Becali, un personaje muy popular en Rumania, que suele tener polémicas presentaciones en programas televisivos.

La declaración de Becali, que además afirma que muchos vacunados han muerto en hospitales, desató una furiosa reacción del gobierno de Rumania, que pretende minimizar el impacto de las palabras del propietario del Steaua.

En un comunicado, la página oficial de Facebook del gobierno rechazó los dichos de Becali. «¡Los futbolistas vacunados NO pierden la fuerza después de ser vacunados contra el Covid-19! Desde un punto de vista médico y científico, no existen estudios que avalen una singularidad como la que recientemente se promocionó. La vacunación no afecta al rendimiento de los futbolistas. En cambio, hay suficientes estudios que demuestran que pasar por la infección por Covid-19 deja secuelas a largo plazo y estas pueden influir en el rendimiento de futbolistas», explicó el Gobierno. 

Por el momento, Becali, famoso en Rumania por sus posiciones racistas, homofóbicas y sexistas, que suelen cruzan la línea de la provocación, no aclaró que hará con los contratos de los jugadores que ya se vacunaron, más allá de asegurar que no podrán jugar en el primer equipo. 

No se trata del primer exabrupto del excéntrico dirigente. Unos meses antes de la pandemia y cuando su equipo atravesaba una mala racha de resultados, Becali lo atribuyó a que los futbolistas del Steaua estaban teniendo demasiada actividad sexual, lo que afectaba el rendimiento en el campo. “Mis jugadores están haciendo el amor con sus novias con demasiada frecuencia, por eso últimamente no juegan tan bien al fútbol”, afirmó en aquel momento, lo que provocó otra gran polémica. 

 

Antiguo pastor de ovejas antes de hacerse millonario con negocios inmobiliarios, Becali mantiene su rebaño, al que suele sacar a pasear por las calles de la ciudad de Pipera y provocar caos en el tránsito. También estuvo detenido por un presunto secuestro y corrupción, aunque luego fue liberado. 

Autor de grandes donaciones económicas, que le permiten mantener su popularidad en muchos estratos de la sociedad rumana, Becali también es dueño de los peores vicios sexistas y homofóbicos. Por ejemplo, prohibió las canciones de Queen en el estadio de Ghencea porque consideraba «satánico» a Freddie Mercury, líder de la mítica banda británica, por ser homosexual.

También aseguró que nunca tendría un equipo de fútbol femenino por considerarlo «contranatura» y porque las mujeres habían sido creadas para atraer a los hombres, en una entrevista televisiva. «El fútbol femenino es contranatura, se alinea con las ideas de Satanás», afirmó Becali. «No se puede ir contra la voluntad de Dios. ¿Cómo pueden las mujeres jugar a fútbol? No tienen el físico adecuado para ello, su cuerpo no fue hecho para el fútbol, es peligroso. La mujer fue creada para ser bonita y para atraer al sexo contrario». Ahora, su postura antivacunas lo llevó a cruzar un nuevo límite, aunque habrá que ver si es capaz de concretar lo que amenazó con las palabras.

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