Las preocupaciones más urgentes de las religiones en occidente son “las deficiencias en la protección de la dignidad humana y la necesidad de una acción decidida que realmente de una opción preferencial a los más vulnerables”.
Entre las aéreas centrales de los gobiernos, destacaron en los sistemas de salud: “La pandemia de COVID-19 ha demostrado la necesidad de reformas urgentes, lo que incluye el abordaje de los problemas de la inmunización en curso, la preparación transnacional para futuros eventos pandémicos, las mejoras para garantizar un acceso con equidad y calidad, y la necesidad de garantizar que los servicios de salud mental tengan un alcance amplio e integral en los sistemas de salud”.
Por los millones de refugiados o desplazados, concluyeron que los gobiernos “deben prestar atención a las causas profundas del problema, las necesidades urgentes de los afectados y el hallazgo de soluciones a largo plazo”.
En cuanto al capítulo ambiental, desde FIDELA señalaron a los presidentes de América que deben “implementar soluciones integrales”, con especial atención al “cambio climático y la deforestación de la Amazonía”, el gran pulmón y reserva de agua dulce del mundo integrado por nueve países, con el protagonismo de Brasil como el principal poseedor del bioma selvático más grande del planeta.
La educación fue otro de los pilares de las deliberaciones, de las cuales surgió la solicitud a que los gobiernos “reparen en las oportunidades educativas de la infancia, sobre todo aquellas sin acceso pleno a internet”. Por los contenidos, consideraron desde FIDELA que se debe apuntar a la “promoción de la democratización y el abordaje de los desafíos de la violencia y la corrupción”. En cuanto a la discriminación pidieron “su eliminación por motivos de raza, religión, género, herencia indígena y orientación sexual, velando para que se logre la equidad para todos”.
Como último eje del documento acordado por todas las religiones fue “la vigilancia continua en la protección de la libertad de religión o creencia y la libertad de expresión”.
Télam conversó con el representante de la iglesia católica. El sacerdote argentino Pedro Brassesco, secretario general adjunto del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), aseguró que “fue muy importante compartir experiencias y comprometernos a trabajar en las coincidencias, que fueron muchas, entre muy diversas religiones” y agregó que el documento ya lo entregó a las obispos del CELAM en su sede de la ciudad de Bogotá, Colombia.
Además del cura Brassesco, los argentinos religiosos a la luz de la Cumbre de las Américas fueron: Melody Amal Khalil Kabalan, presidenta del Instituto Islámico para la Paz y miembro de la Red de Jóvenes de Religiones por la Paz de América Latina y el Caribe (LACYN); el profesor Juan Navarro Floria, presidente del Consejo Argentino para la Libertad Religiosa (CALIR); Humberto Shikiya, vicepresidente del Centro Regional Ecuménico de Asesoría y Servicio (CREAS); Gabriela Mulder, ex presidenta de la Alianza de Iglesias Presbiterianas y Reformadas de América Latina (AIPRAL) y coordinadora de la Red de Mujeres de Fe de América Latina y el Caribe (LACWFN); Iosif Bosch, Arzobispo Ortodoxo Griego de Buenos Aires; Gustavo Kraselnik, rabino representante del Congreso Judío Latinoamericano (CJL) y titular del Comité Interreligioso de Panamá (COEPA); Elias Szczytnicki, secretario general del Consejo Latinoamericano y Caribeño de Líderes Religiosos – Religiones por la Paz; y Piero Liebman, director ejecutivo de la Federación de la Juventud Judía de América Latina (FeJJLA) y, coordinador de la Red de Jóvenes de Religiones por la Paz de América Latina y el Caribe (LACYN).