La asesora Elisa Alejandra Catán, la fiscala María Micaela Succurro y el fiscal Luciano Rebechi se graduaron en la primera Diplomatura Judicial en Género del Poder Judicial, cuyos certificados fueron entregados durante un acto desarrollado en la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Catán fue becada por la delegación La Pampa de la Asociación de Mujeres Jueces de la Argentina (AMJA); mientras que Succurro y Rebechi recibieron los dos cupos otorgados por la Oficina de la Mujer de la CSJN. La capacitación comenzó en agosto del año pasado y concluyó ahora.
De los tres pampeanos/as graduados solamente Catán pudo concurrir a la ceremonia y el diploma le fue entregado por el ministro del Superior Tribunal de Justicia, José Roberto Sappa.
«Estoy muy orgullosa de formar parte de la primera camada. Fue muy importante porque se trató de la primera vez en que se dictó una diplomatura del Poder Judicial para integrantes de los poderes judiciales», señaló Catán, asesora de niñas, niños y adolescentes de General Pico. Succurro y Rebechi son fiscales co-titulares en delitos de género en Santa Rosa y General Pico, respectivamente.
El acto de otorgamiento de certificados estuvo encabezado por el presidente de la Corte, Horacio Rosatti; a quien acompañaron el vicepresidente Carlos Rosenkrantz; los ministros Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti; la titular de la Junta Federal de Cortes y Superiores Tribunales de Justicia (Jufejus), María del Carmen Battaini; la presidenta de la Asociación de Mujeres Jueces de la Argentina, Aída Tarditti, y su directora ejecutiva, Susana Medina. La actividad académica estuvo organizada por la Oficina de la Mujer de la CSJN y la AMJA.
El estudio de posgrado brindó herramientas para el abordaje y la resolución de conflictos desde una perspectiva de género, a fin de garantizar la plena vigencia de los derechos humanos de las mujeres.
Además profundizó los contenidos trabajados hasta el momento en los talleres de género e incorporó temáticas inéditas, como debates académicos sobre nuevas formas de interacción y conflictividad familiar, laboral y social. También potenció habilidades para hallar las mejores soluciones frente a casos concretos.
La temática abordada en la diplomatura incluyó la historia de los feminismos; conquista y ampliación de derechos y su impacto en el patriarcado; alcances de la igualdad, la no discriminación, la equidad y la igualdad efectiva de oportunidades; problemáticas de género en los distintos ámbitos en que las personas interactúan y se relacionan (violencia familiar, violencia laboral, salud sexual y reproductiva, identidad de género, entre otras); derechos de las mujeres y las personas LGBTI y el acceso a justicia y a procesos judiciales con perspectiva de género; etc.
Techo de cristal.
Al hablar, Rosatti indicó que la incorporación de la perspectiva de género constituye un desafío transversal a todos los estamentos de la justicia y abogó por «modificar una situación que requiere, inexorablemente, de nuestra decisión política para transformarla: el ‘techo de cristal’, que plantea limitaciones conforme avanza la carrera judicial para las mujeres».
Más adelante, homenajeó a las exministras del tribunal, Carmen Argibay y Elena Highton, «pioneras en la reivindicación de esta perspectiva, sin cuya vocación probablemente no estaríamos hoy aquí»; y agregó que «hablar solamente de la equidad de género en la integración de los tribunales y los equipos de trabajo sería agotar la discusión en cuestiones institucionales. En el producto de nuestra actividad, que son las sentencias, tenemos que comprender y aplicar la sensibilidad propia de la perspectiva de género: sobre esto también asumimos un fuerte compromiso».
Rosatti admitió que subsisten, en el Poder Judicial, «costumbres arraigadas que se traducen en relaciones de poder» donde no se contempla la búsqueda de un buen clima laboral considerando la perspectiva de género. «Son conductas que hay que cambiar en la relación intersubjetiva y laboral», afirmó.
Finalmente, Battaini reivindicó el aporte de la diplomatura a la tarea de «capacitarnos para reconocernos en acciones positivas, de comprensión, de entendimiento y sobre todo, en épocas tan complejas, de prudencia y equilibrio»; en tanto que Tarditti enfatizó en la importancia de afianzar la formación de género no solo entre magistrados/as, sino también en funcionarios/as y jueces y juezas de paz.