Dos muy interesantes filmes se conocieron en las últimas horas en la Competencia Internacional del Festival de Cine de Mar del Plata, que atraviesa con muy buen ritmo su sexto día de proyecciones mientras se encamina hacia su cierre, con la gala de premiación el sábado y el fin de la muestra el domingo.
En la noche de ayer tuvo su premiere el filme brasileño «Saudade fez morada aqui dentro», del bahiano Haroldo Borges que con fina sensibilidad espía la vida comunitaria de una pequeña población cercana a San Salvador al tiempo que relata la situación de un niño que va perdiendo la visión y su modo de enfrentar la ceguera.
Mientras que esta mañana fue el turno de «There There», gran experimento cinematográfico del norteamericano Andrew Bujalski, rodado en tiempos de pandemia y con excelsas actuaciones de Lili Taylor, Lennie James, Jason Shawartzman, y Molly Gordon, entre otros, para un relato «sobre la lucha que implica conocerse entre las personas», según contó Bujalski -que acompañó el filme hasta estas latitudes- al final de la proyección.
Borges propone una película sin actores profesionales, con niños, adolescentes y adultos de un poblado bahiano para establecer un relato en diálogo con el Brasil actual, ya que, según contó antes de la proyección «el nuestro es un país que en los últimos años parece haberse quedado ciego», en relación con la elección y el gobierno de Jair Bolsonaro, que está llegando a su fin y perdió la posibilidad de un segundo mandato en un ajustado balojate contra Lula Da Silva.
«Acaso mi país precise reaprender a mirar», destacó Borges, que subió al escenario del teatro Auditórium con parte de su equipo de filmación (algunos argentinos) y con una remera roja del PT y el rostro de Lula estampado en negro.
En una 37ma edición en homenaje a Leonardo Favio, la cinta brasileña es de lo más cercano al cine del gran autor argentino de «El dependiente», «Gatica, el Mono», y «Crónica de un niño solo» por las texturas para explorar las miradas populares y adentrarse en las redes de reconocimiento de historias de gente común.
El filme, que arranca con algunas pequeñas dificultades pronto logra conectar con la audiencia y la sumerge en su clima, al contar la historia de un niño que que va perdiendo su visión hasta quedar completamente ciego y cómo se van moldeando sus sensaciones, sus relaciones, su vida y la de su gente cercana en ese contexto.
Particularmente bellos los climas que Borges logra establecer en relación con las fiestas nocturnas, encuentros donde se toca música y se baila, así como para llevar sin prejuicios ni docencia un relato sencillo ganado por las cercanías y las distancias y donde los intérpretes no accedieron a un guion escrito sino que el director les fue transmitiendo las escenas y la historia y el filme se fue construyendo de modo en parte colectivo, con improvisaciones y recursos obtenidos del propio territorio donde la historia se desarrolla.