Brisa De Angulo Losada anhela con ansias el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que se espera se expida en los próximos días, para lograr una justicia que busca desde hace 20 años tras denunciar en su adolescencia que fue violada por un primo cuando vivía en Bolivia, lo que la llevó a recorrer un camino donde fue violentada por el sistema judicial, por lo que decidió ser abogada y ella misma integra el equipo que hizo la presentación en la instancia regional.
«Anhelo con mucha ansia el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos para ver cuáles son los estándares internacionales que pondrán», dice a Télam la profesional que ahora tiene 36 años.
Ella es ciudadana estadounidense-colombiana, y en su adolescencia residió con su familia en la ciudad de Cochabamba, Bolivia.
En marzo de este año dio su testimonio ante la CIDH, donde contó que entre septiembre de 2001 y mayo 2002, cuando tenía 16 años, fue agredida sexualmente y violada en reiteradas oportunidades por su primo hermano, 10 años mayor que ella.
Su mamá y su papá notaron que su hija estaba deprimida y decidieron hacer un viaje fuera de Bolivia, y en ese encuentro familiar ella pudo contarles sobre la violencia sexual que ejercía ese hombre sobre ella.
«Mis padres hicieron lo que no hicieron jueces y fiscales», destaca Losada.
Lo dice porque muchos abogados se negaron a acompañar a la familia en la denuncia que pasó por decenas de tribunales. El denunciado agresor se fue a vivir a Colombia, y hasta hoy, ella comparte que recibe amenazas. Por eso no revela donde está residiendo en este momento.
En el proceso, la mujer sufrió trastornos físicos y psicológicos, fue violentada por fiscales y en revisaciones médicas. Todos los detalles están en la presentación ante la CIDH y en el testimonio que brindó ante el organismo.
La organización internacional de protección y promoción de los derechos humanos de las mujeres y las niñas Equality Now acompaña a Losada, quien se fue reconstruyendo, ayudando a otras niñas y adolescentes víctimas de violencia sexual a través de la Fundación Brisa de Esperanza, y que estudió derecho y, así, es parte del equipo que logró que el caso llegue a la Corte Interamericana.
«Brisa se convirtió en abogada para poner en evidencia la cultura de impunidad en Bolivia, para crear un cambio de sistema y para llevar adelante su propio caso», resalta la ONG en un informe que comparte con la prensa.
En el caso Brisa De Angulo Losada vs. Bolivia se alega la responsabilidad del Estado por la violación de su deber de garantizar, sin discriminación por motivos de género y edad, el derecho de acceso a la justicia frente a la violencia sexual.
Muy pocos casos son vistos por la CIDH cada año (entre 2011 y 2021 solo hubo un promedio de 22 anuales), y llegar hasta la Corte se considera una medida de último recurso, ya que este tribunal es la instancia más alta de la región, tiene jurisdicción en 25 países y sus decisiones son vinculantes.
«Son 20 años que vengo luchando para visibilizar la horrible realidad de que los mismos derechos humanos que se me violentaron hace 20 años continúan violándose frente a las niñas y niños valientes que rompen el silencio de haber sufrido una violencia sexual», comparte Losada.
«He continuado esta lucha a pesar de las difamaciones, amenazas contra mi vida y mi familia, y el agotamiento emocional, con el sueño de que el fallo de esta Corte contribuya a que ningún niño, niña o adolescente pase por lo que yo pasé», pide.
Es que se espera que este caso impacte, no sólo en Bolivia, sino también en otros países de la región.
«El de Brisa es uno de los casos paradigmáticos de la agresión sexual contra las niñas y la revictimización de parte de los estados y también muestra la ruta critica de las víctimas exigiendo justicia hasta llegar a la CIDH que es quien finalmente escucha su voz», señala a Télam la psicóloga Sonia Almada, titular de la ONG Aralma, que trabaja sobre abuso sexual, y que junto a otras organizaciones, integra el movimiento Derecho al Tiempo.
Este movimiento presentó en julio último un proyecto de ley en el Congreso argentino para lograr la imprescriptibilidad de los delitos de abuso sexual infantil, el cambio de denominación del delito por violencia sexual contra niñas, niños y adolescente, y la creación de una comisión de la verdad y la reparación.
Aralma integra una alianza de ONGs que impulsó y acompaña el caso de Brisa.
«Esperamos conseguir a través del fallo de la CIDH un cambio significativo y sostenible en las leyes de Bolivia y el sistema de justicia penal. Esperamos que la Corte ordene a Bolivia desarrollar un plan de acción nacional para abordar la violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes como prevención del delito y para los y las sobrevivientes el cuidado, la garantía de recuperación, la justicia y la no revictimización», analiza Almada.
Y resalta: «Lo mismo que exigimos a Argentina. Sabemos que cada paso en la visibilización de esta problemática y en cambios legislativos y sociales en cada país va a incidir en toda la región y en nuestro país».
«Brisa ha perseverado porque su caso es más que el de una sola persona, es la realidad de cientos de miles de niños, niñas y adolescentes que sufren violencia sexual no solo en Bolivia, sino en las Américas y en todo el mundo», recalca Equality Now.
El máximo objetivo de esta presentación «no es castigar a Bolivia, ni reparaciones monetarias», explica Brisa, que espera que la CIDH «ordene a Bolivia desarrollar un plan de acción nacional para abordar la violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes», con el que ella está dispuesta a colaborar.