La Justicia de Irán condenó hoy a la pena capital a otras cuatro personas acusadas de haber participado en la muerte de miembros de las fuerzas de seguridad durante las manifestaciones desatadas a mediados de septiembre pasado por el deceso de la joven Mahsa Amini, quien estaba bajo custodia de la Policía de la moral.
Tres de condenados, Saleh Mirhashemi, Majid Kazemi y Saeed Yaghoubi, fueron acusados de estar implicados en la muerte de tres miembros de las fuerzas de seguridad, informó Mizan Online, la agencia de información del Poder Judicial. Fueron declarados culpables de «moharabeh» (cometer un delito contra Dios), precisó la prensa iraní, según replicó la agencia de noticias AFP.
En el mismo proceso, otras dos personas fueron condenadas a penas de cárcel por la muerte de tres miembros de las fuerzas de seguridad en la provincia de Isfahán, centro del país, el 16 de noviembre de 2022, indicó la fuente. Entre ellas se encuentra el futbolista Amir Nasr-Azadani, de 26 años, que juega en un equipo local y fue sentenciado a 26 años de prisión por respaldar los derechos de las mujeres en las protestas antigubernamentales.
El deportista fue imputado por «incurrir en delitos contra el orden público, reunirse y conspirar para vulnerar la seguridad del país», además de cometer ‘moharebé’, «un delito contra Dios». Pero, por otro lado, Hrana, la agencia de activistas de derechos humanos iraníes, reportó que Kambiz Kharot, un iraní de 20 años detenido recientemente durante las manifestaciones en Zahedan, en el sureste del país, fue también condenado a muerte.
Con los anuncios de hoy, son ya 17 las personas condenadas a la pena capital en relación con las protestas, según un recuento establecido por AFP a partir de los anuncios oficiales. Cuatro condenados fueron ejecutadas y el Tribunal Supremo confirmó la pena de otros dos, mientras el resto espera un nuevo juicio o puede apelar. Las dos últimas ejecuciones, el sábado pasado, suscitaron indignación internacional.
Hoy, el papa Francisco instó a poner fin a la pena capital en el mundo, también en Irán. «La pena de muerte no puede ser empleada como una supuesta justicia de Estado, ya que no constituye un medio de disuasión ni rinde justicia a las víctimas. Sólo alimenta la sed de venganza», afirmó el pontífice.