«No fue una guerra de la democracia contra la dictadura. Eso es una mentira, porque los ingleses fueron a la guerra aliados con el dictador (chileno, Augusto) Pinochet y el resto del mundo, porque en realidad Malvinas fue una guerra contra la OTAN», aseguró el periodista Nicolás Kasanzew. El entrevistado fue corresponsal de guerra para Canal 7 y la revista Siete Días, durante el conflicto bélico con Inglaterra. Tuvo «el privilegio» de ser el único trabajador de prensa en territorio malvinense. «Me volví pocas horas antes del cese del fuego, porque cuando nos enteramos que nos íbamos a rendir nos deprimimos mucho con el camarógrafo», admitió.
Kasansew brindó charlas -el jueves- para estudiantes y vecinos, en el marco de actividades programadas para conmemorar el 41 aniversario de la Gesta de Malvinas, organizadas por el Concejo Deliberante y la Escuela para Jóvenes y Adultos N°3 «Stella Maldonado» de Eduardo Castex.
El periodista aseguró que la cúpula militar de Malvinas y Argentina «no estuvo a la altura de las circunstancias», porque se preocuparon más «por defender los intereses de los kelpers que por defender a sus propios soldados».
Analizó que los medios periodísticos privados «mintieron» más que el Estado Mayor Conjunto, y que la visita de Juan Pablo II «en términos bélicos fue contraproducente para los soldados argentinos». Afirmó que Leopoldo Fortunato Galtieri «no fue un borracho» y que esa fama la utilizaron para «estigmatizar la causa Malvinas», y relató que le «hacia bullying» a Raúl Alfonsín en el Liceo Militar, donde Albano Harguindeguy lo protegía, y por eso no fue preso cuando se juzgaron las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar.
Según el corresponsal de guerra argentino, los jerarcas militares fueron a la guerra porque «creyeron en el guiño del Pentágono para que hicieran un toco y me voy, y después negociamos el petróleo».
«Estos son países que planifican muchas décadas hacia adelante, porque querían asegurarse una fortaleza en Malvinas para controlar el petróleo alrededor de las islas, el paso interoceánico y la proyección a la Antártida porque es el último gran zarpazo, es el último gran reservorio de minerales y la mayor reserva de agua dulce el planeta», destacó.
«En una entrevista el coronel Leal, que fue el primer argentino que llegó caminando a Malvinas, me dijo que sin Malvinas no hay Antártida, es el portaaviones inmóvil para llegar a la Antártida», destacó.
«Deseos que se cumplen».
Kasanzew tenía 33 años cuando le pidió a un gerente del entonces Canal 7, hoy TV Pública, que lo envíe para cubrir la guerra de Malvinas. Tenía como antecedentes las coberturas previas en las guerras civiles en Centroamérica. Estuvo en Guatemala y El Salvador haciendo informes para 60 Minutos de Canal 7 y después -para Mónica Presenta de Canal 13- cuando se produjo la caída de la dictadura de Anastasio Zomoza en Nicaragua. Después de Malvinas, hizo tres viajes para cubrir la guerra de Irak y también estuvo en el conflicto de El Líbano.
«Hubiera matado por ir a Malvinas, pero se me dio, parece que los deseos intensos se cumplen. Fue increíble que me haya tocado, porque fue un antes y un después las coberturas que hice en lugares hostiles», admitió. Y recordó que cumplió los 34 años en Malvinas: «Un grupo de gente de la Fuerza Aérea me hizo un asado y el mejor regalo de mi vida, en esa circunstancia, fue un par de medias de lana. Nunca fue superado como regalo», dijo.
«Temple extraordinario».
El entrevistado relató que la llegada a Malvinas le provocó una «sensación surrealista», porque se había convertido «en realidad» la composición «de Primero Superior» que «las Malvinas son argentinas. Estaba flameando la bandera argentina y teníamos que pellizcarnos para ver si eso era real o una imaginación de la infancia».
«Fue una gran emoción ver llegar a los conscriptos con la imagen de la Virgen en la culata de los fusiles o los jóvenes subtenientes que bajaban de los aviones y besaban la tierra argentina», rememoró.
Kasanzew, reiteradamente, hizo hincapié «en el temple» de los soldados argentinos, que demostraron «una gran valentía» no solamente en combate, sino también para soportar las adversidades que le provocaron sus propios superiores. «El general (Mario Benjamín) Menéndez los metió durante mucho tiempo en pozos de zorros que se inundaban, sin relevos y deficiente alimentación, y se bancaron las 24 horas de los bombardeos de los aviones de día y de las fragatas de noche», narró.
Para el periodista, Argentina no fue desarmada a la guerra. «Teníamos los misiles Exocet que eran el último grito de tecnología a nivel mundial, y habíamos comprado 15, pero nos entregaron solamente 5 porque si hubiéramos tenido los 15 no quedaba nada de la flota inglesa; teníamos en la artillería aérea equipos similares a los que tenía Suiza en ese momento; los lanzamisiles portátiles eran los que tenían los ingleses porque se los habían vendido años antes al general Videla», narró.
Superiores «cobardes».
El periodista sostuvo que la conducción militar «no estuvo a la altura de las circunstancias» porque «cayeron en la trampa de creer que se podía hacer un toco y me voy, y después no podían dar marcha atrás, pero tampoco se jugaron».
«El 2 de abril recuperamos Malvinas, entonces inmediatamente tenés que enviar una oleada de buques para hacer la defensa, pero nunca lo hicieron. Siempre esperaron que Estados Unidos parara la guerra. Si no entendemos que nunca fueron a la guerra, no se puede entender a Malvinas», expresó.
Opinó que Menéndez fue «un cobarde que no le interesó ganar la guerra». Y consideró que fue «un pusilánime o un traidor» porque «todas las acciones condujeron a la derrota argentina».
«Tuvo una pasividad pasmosa. Mirá, armó una cuña defensiva hacia el mar cuando se sabía que los ingleses iban a venir por el otro lado, y no dejó a nadie donde se sabía que iban a desembarcar los ingleses».
«Cuando vuelven a desembarcar los ingleses en Bahía Agradable, a 20 kilómetros de Puerto Argentino, y la aviación argentina les pegó tremendo cagadón, porque están las imágenes que bajan quemados, un desastre, ahí era el momento de rematarlos. Teníamos todavía 12 helicópteros y era el momento de rematarlos, pero no movió un dedo», agregó.
Seguidamente analizó que esa cúpula militar «no se podía esperar que fueran a la guerra», porque «enfrentaron al terrorismo marxista» cometiendo «barbaridades» por «cobardía».
«Nadie tuvo valentía para decir que se iban a hacer los juicios sumarios y se iba a fusilar a los asesinos, cuando tenían la pena de muerte vigente. No tuvieron coraje para enfrentar a la guerrilla, no iban a tener coraje para enfrentar a toda la OTAN. Y Si no entendemos eso, no podemos entender Malvinas», indicó.
-Pero, Galtieri supuestamente era alcohólico, ¿estaba en condiciones de conducir en una guerra?
-A Galtieri lo trataron de bastardear diciendo que era alcohólico. Y a Galtieri habría que matarlo por muchas cosas, pero no por alcohólico. Hice una investigación y en absoluto era alcohólico. Era un tipo torpe, desmañado, tenía la voz ronca, pero sobre todo era un hipertenso que a veces no se podía subir a un avión porque a veces andaba mareado. El mozo permanente de la Casa Rosada nunca lo vio borracho, cuando estaba preso los oficiales se metían en su habitación y nunca encontraron una botella de alcohol, el edecán nunca lo vio borracho y tampoco el chofer personal. La alcohólica era (Margaret) Thatcher porque después de Malvinas se supo que durante la guerra se emborrachaba todas las noches, y la entiendo por el temor de que un país sudaca le hiciera morder el polvo al gran león inglés.
Sin satélites.
Por su parte, sostuvo que en Malvinas vivió «días muy difíciles, duros y atareados». Se alojó en una hostería con capellanes, médicos civiles y personal de inteligencia. «El Ejército limitaba mucho mis movimientos», y por eso concurría a la Base Malvinas «donde nos bombardeaban tres o cuatro veces por días, pero eran más lógicos en su comportamiento con nosotros y además tenía acción todo el tiempo», narró.
Sin TV y con las radios argentinas con deficiente llegada, allá se informaban «con radios uruguayas que jugaban bastante a favor de Inglaterra».
«Me di cuenta del triunfalismo cuando llegó una revista Gente con un título que decía: Hundimos la flota, y la flota nos seguía bombardeando todas las noches», ironizó. A principios de los 80 todavía no estaban desarrollados los satélites y las comunicaciones.
Kasanzew ejemplificó que para transmitir en directo se tendrían que haber utilizado siete buques en línea recta a Buenos Aires. «Hasta abril -relató- salía desde Canal 9 de Comodoro Rivadavia. Cuando se cerró el bloqueo enviaba el material en los Hércules y los Folker que burlaban el bloqueo, y generalmente llegaban a Comodoro Rivadavia y de ahí lo llevaban a Buenos Aires».
El entrevistado regresó «pocas horas antes de la rendición». La decisión la tomó cuando se enteró que Menéndez firmaría la rendición. «Nos deprimimos mucho con el camarógrafo. Justo llegó un avión Hércules con un cañón de refuerzo y el capitán Víctor Borchiar dijo que no iba a entregar el avión, y nos subimos a ese vuelo que fue bastante peligroso porque ya teníamos encima a los ingleses. Llegamos a la madrugada a Comodoro Rivadavia y el cese del fuego fue a las 10 horas», recordó.
«Lo que hicieron con los videos (enviados desde Malvinas) fue destruir el 90 ó 95 por ciento. Y hacía informes para la revista Siete Días y cuando regresé de la guerra, vi que habían antepuesto fragmentos triunfalistas y cuando lo encaré al director Ricardo Cámara me dijo que si no ponía eso no lo dejaban publicar nada. Bueno, no hubiera publicado nada. Por suerte tengo guardados todos los originales y puedo demostrar que yo no escribí esos textos», se lamentó.
Visita papal «contraproducente».
«La visita de Juan Pablo II en términos bélicos fue contraproducente porque llegó el 11 (de junio de 1982) en la víspera del combate final (en Monte Longdon). Y todos los combatientes que podían estaban pegados a la radio y escuchar que 200 mil personas pedían paz en vísperas del combate, era bastante desmoralizador», evaluó.
-En ese momento ya estábamos complicados, los soldados pasaron hambre…
-Por supuesto, toda guerra es sinónimo de hambre. Los ingleses también pasaban hambre, pero duramente pasaban hambre, porque ellos mismos lo han contado en sus testimonios. Nadie puede comer normal en una situación de guerra, pero se pasó más hambre de lo que se pudo evitar. Pero fue porque los generales prohibieron carnear los centenares de miles de ovejas que había en las islas, para proteger los intereses de los kelpers. Los podrían haber indemnizado a los kelpers. Fuimos la tropa de ocupación más extraña del mundo, porque tenían más miedo de ofender al enemigo que de cuidar a sus propios soldados. Eso fue criminal.
Armas nucleares y abusos.
En otro tramo aseguró que Inglaterra no usó armas nucleares en la guerra de Malvinas. «Tenían submarinos de propulsión nuclear, pero no llevaban armas nucleares», enfatizó.
Pero, admitió que confirmó algunos casos de superiores que abusaron a los soldados argentinos. «Anduve mucho con los soldados y nunca escuché de los abusos, pero quizás a mí me lo escondían. Después de la guerra, hablé con algunos soldados que me merecen total confianza, y sé que los hubo», admitió.
Y aclaró: «Fue la excepción, no fue la regla. Hay más o menos 50 denuncias judiciales y se demostró que varias son truchas, porque se busca equiparar a las víctimas de abusos de Malvinas con las víctimas del terrorismo de Estado y así cobrar la indemnización. Supongamos que fueron 50 casos de abusos sobre un universo de 10 mil soldados, es un porcentaje ínfimo, imbéciles y canallas hay en todo grupo humano, pero nunca fue una regla, sino que fue una excepción absolutamente condenable», expresó.
Y el día después…
Finalizada la guerra de Malvinas, Kasanzew también atravesó las consecuencias de la «desmalvinización» que afrontaron algunos excombatientes. «El día después de la guerra el nuevo hombre fuerte del Ejército fue el general Cristino Nicolaides, un bruto de marca mayor y corrupto, decretó que Malvinas no existió y había que esconder Malvinas. A los soldados había que esconderlos, no los recibieron, los escondieron, los mandaron a sus casas entre gallos y medianoches en trenes y colectivos con ventanillas tapadas», narró.
«Conmigo les costaba un poco más, entonces Inteligencia del Ejército me hizo una campaña de desprestigio y me quitaron el trabajo. Cuando asume (Raúl) Alfonsín, el nuevo director de Canal 7, Miguel Angel Merellano, me convoca para que forme parte del periodístico, y cuando se entera Alfonsín personalmente me prohíbe», destacó.
«Sus esbirros, los secretarios Gorostiza y Marcos Aguinis me dijeron que no podía trabajar por haber sido la cara de Malvinas. No me quería ir del país y aguanté con muchas dificultades hasta el año 1990, haciendo cosas acá y allá. El dueño de Ambito Financiero (Julio Ramos) tuvo un gesto de tomarme para trabajar en la sección de empresas y economía, que no era lo mío; hice una corresponsalía freelance de una radio del exterior», detalló.
«Y también tuve mala suerte -continuó- porque Héctor Ricardo García montó TV 2 donde nos convocó a todos los prohibidos por Alfonsín, estaban Mirtha Legrand, Tato Bores, Bernardo Neustadt y al poco tiempo le quitaron la cadena. Tenía cuatro hijos que mantener, y a la tercera oferta que me hicieron de la televisión hispanoparlante de Miami me tuve que ir a trabajar allá, donde me fue muy bien, pero me hubiera gustado hacer mi carrera acá».
El bullying y el odio.
«Alfonsín tenía un odio feroz a todo lo que tuviera relación con Galtieri que lo transmutó en odio a Malvinas», aseguró Kasanzew. «Muy pocos saben que hubo una camada del Liceo Militar donde estaban (Raúl) Alfonsín, (Albano) Harguindeguy, (Jorge Issac) Anaya y (Leopoldo Fortunato) Galtieri. Harguindeguy era quien protegía a Alfonsín y Galtieri, en términos modernos, le hacia bullying», narró.
«Esa relación de amor-odio se prolongó toda la vida, de hecho cuando meten presos a todos los generales por violaciones a los derechos humanos, el único que no fue preso fue Harguindeguy, que fue el ministro del Interior de Videla, el responsable número uno de la desaparición de personas, no lo tocan porque era amigo personal de Alfonsín», graficó.
«Alfonsín prohibió conmemorar el 2 de abril, ordenó sacar los restos de (Pedro Edgardo) Giachino -el primer muerto en Malvinas- del Panteón Naval y los tiraron en un lugar espantoso en Mar del Plata y cuando los ex combatientes le fueron a pedir ayuda porque la estaban pasando muy mal, les dijo que le pidan ayuda a quién los mandó a la guerra», ejemplificó.
Para el periodista, los excombatientes sufrieron «abandono del Estado de los militares y de la democracia», porque «no los contuvieron, los abandonaron y los ningunearon».