Ubicado en el «corazón del monte», La Maruja, el pueblo más joven de La Pampa, estuvo desde sus orígenes ligado al caldén, el principal recurso forestal de la provincia, cuya explotación dio lugar a la formación de pueblos obrajeros, especialmente de hacheros.
Según el último censo del Indec, quedan poco menos de 1.200 habitantes en La Maruja, localidad del departamento de Rancul que, desde principios del siglo pasado, supo estar «superpoblada».
Fue la explotación del caldén, el principal recurso forestal de La Pampa y donde se encuentra la extensión más grande de este árbol, la que dio lugar a la fundación de estos pueblos en el centro, norte y oeste de la provincia.
Ya estaban instaladas las familias hacheras -desmontaban los bosques para el cultivo- cuando los rieles del ferrocarril llegaron a estas tierras en 1927, un año antes de la fundación del pueblo.
Por entonces las locomotoras requerían leña como combustible y el bosque de caldén se presentaba como un caudal inacabable de abastecimiento, por lo que comenzó un periodo de sobreexplotación.
De acuerdo a lo recuperado por investigaciones locales, sólo entre 1956 y 1966 en La Pampa se produjeron cerca de 700.000 toneladas de rollizos, postes y leñas.
ASERRADEROS
Según cuentan los vecinos, en La Maruja llegaron a existir cuatro aserraderos que trabajaban la madera, luego transportada y utilizada para hacer el parquet y construir viviendas en Buenos Aires.
Hacia allí partían los trenes del Ferrocarril Oeste, que cargaba en la Estación de La Maruja y tenía en Arizona, San Luis, su punta de riel.
HISTORIAS DE HACHEROS
Cuando el tren dejó de pasar, en la década de 1990, los aserraderos cerraron, la explotación maderera mermó y las historias de los hacheros se olvidaron.
Fue recién en 2017 cuando niños y niñas de segundo grado de la Escuela N° 192 de La Maruja, a cargo de las docentes Carola Armani y Fabiana Bertone, rescataron del olvido la vida de los hacheros y, particularmente, de las hacheras.
«Todo empezó como una actividad más de la escuela y terminamos descubriendo una parte de la historia del pueblo que desconocíamos: el rol de las hacheras», contó Armani a Télam.
El proyecto, que luego llevó el nombre «Soñando renuevos. Mirada con ojos de hachero» y llegó a la instancia nacional de la Feria de Ciencias, convocaba a hacheros marujenses a acercar su historia a la escuela.
«En general todos los pueblos de La Pampa se originaron a partir de la llegada del ferrocarril y los terratenientes. En La Maruja es totalmente distinto: la historia comienza antes del loteo, con los desmontes y los hacheros», explicó la docente.
Y continuó: «Digo en masculino porque siempre nos imaginamos que eran los varones y que las mujeres se quedaban en la casa. Pero de repente aparecieron las hacheras y nos dejaron heladas».
Elsa, Juanita, Feliza, Margarita, Mirta o Ventura, muchas de las mujeres hacheras eras las abuelas o parientes de los estudiantes, que asistían incrédulos a sus relatos.
«Fue algo muy íntimo, muy significativo para la escuela e incluso para el pueblo. Nos ayudó a mirar de otra manera la historia de todos los días, la de nuestro pueblo, que tenía a la mujer hachera oculta desde hace más de 90 años», concluyó.