El amor de un niño se expresa de las maneras más impensadas, pero más sinceras. El amor no tiene vergüenza, no tiene límites, no acepta condiciones y menos imposiciones. El amor existe, o no es nada. Y así lo demostró un niño castense en una cancha de fútbol, en un momento supremo para un futbolista –profesional o amateur o en formación-, como es el momento de la celebración de un gol.
El pequeño futbolista castense quiso plasmar el amor a su abuela de alguna manera. Y lo hizo a través de su pasión: el fútbol.
En el partido que disputaron hoy las divisiones inferiores de Racing Club frente a Atlético Catriló, un niño emocionó al público presente.
El pequeño Santiago Steimbauer convirtió el tanto racinguista en el empate ante los catrilenses y se dirigió directamente al banco de suplentes, para tomar una camiseta y transmitir sus deseos para un ser muy especial: la abuela.
Esa abuela seguramente está atravesando momentos difíciles, pero cuando vea la foto –ojalá eso ocurra- de su nieto, dejará correr alguna lágrima, e indudablemente tendrá una mejora, al menos en su alma. Porque, el amor de los niños es sanador, es puro, es transparente y también fortifica.
Esa abuela, solamente ella y el niño, conocerá los momentos que compartieron, y las complicidades que tuvieron, las veces que se esforzó para atenderlo, para cuidarlo y fundamentalmente acompañarlo a transitar la vida. Ella solamente sabrá el amor que le transmitió, y que el niño abrazo. Indudablemente, hizo un buen trabajo.
Y el niño con una simple camiseta, con una leyenda que habrá pintado previamente durante algunas horas, y porque no en algunas jornadas, hoy trata de transmitirle su aliento y se acompañamiento, para juntos –nuevamente juntos- superar la adversidad.
Y el deporte, y el fútbol, y los niños, logran transmitir sensaciones…emociones…amor…y mucho más. (Fotografías: gentileza Facebook/RacingClubFutbol)
(*) Por Coclete Rosa