La oposición al peronismo en La Pampa, la UCR y el PRO, asumidos del lado Milei en la nueva grieta nacional, parece haber desarrollado una capacidad asombrosa para sortear las contradicciones políticas actuales. Una doble cara, doble personalidad, entre ser oficialistas a nivel nacional defendiendo las banderas del presidente, y opositores en La Pampa, pegándole al gobierno peronista.
El voto del martes de la Ley Bases por parte de los diputados nacionales de La Pampa parece representar, casi como una prueba de laboratorio, lo que está ocurriendo en la calle: una sociedad dividida a favor o en contra de Milei. Los dos legisladores peronistas (Ariel Rauschenberger y Varinia Marín) lo hicieron en contra; los dos del PRO (Martín Ardohain y Martín Maquieyra) a favor; y la radical (Marcela Coli) hizo la gran «no me juego» y se abstuvo, disimulando que no está a favor, pero finalmente allanándole el camino al gobierno libertario.
Sin inmutarse, y con justificaciones en mano, la oposición pampeana avala en el Congreso lo que critica en la Legislatura provincial. Votaron el aumento de Ganancias (cuando apoyaron a un presidente que dijo que no iba a subir ningún impuesto) y se oponen al aporte extraordinario para el fondo de alimentos del gobernador Sergio Ziliotto.
Demoraron y luego no votaron la ley para poner en marcha la obra pública abandonada por Milei con el argumento de no darle un cheque en blanco al mandatario, pero votaron las facultades extraordinarias para el presidente.
Afirman que hay que darle al gobierno nacional la gobernabilidad necesaria para «sacar adelante el país», pero se oponen sistemáticamente al proyecto de la obra pública del gobierno provincial que beneficia a sus propios intendentes.
El arco opositor muestra en forma permanente esa doble personalidad. El PRO lo asume sin culpa, en el radicalismo haciéndose los desentendidos. Ese contraste entre lo que se dice y lo que se hace no implica tener una lucha interna, está justificada políticamente del lado de la grieta elegida: la de Milei.
Ese doble discurso no es solo cuestión de los dirigentes opositores. Se derrama también en la calle, entre quienes votaron a Milei convencidos o como instrumento para sacar al peronismo del gobierno.
Veamos algunos ejemplos con los que este columnista se ha cruzado. Una votante se quejaba de la salud pública, pero pide remedios en el hospital porque le subió la prepaga gracias a la desregulación mágica liberal. Un estudiante de la UNLPam no marcha en defensa de la Universidad pública porque «todos tienen que pagar el ajuste», pero está esperando cobrar la beca Progresar.
Una empleada pública critica a la almacenera del barrio porque los precios aumentan y vocifera que «son todos chorros», y falta una semana a su trabajo. Otro protesta en la cooperativa por el aumento en la boleta de luz, tarifa que no maneja la entidad, pero por las dudas ni llama a Camuzzi.
Delicias del país de la «libertad».
(*) Por Norberto G. Asquini (periodista)