jueves 28, noviembre, 2024, Eduardo Castex, La Pampa

El crimen que conmocionó a Winifreda: Mató a golpes a su socio y lo enterró para quedarse con su dinero (*)

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Un productor de Winifreda fue brutalmente asesinado a golpes por su socio en una chacra. El homicida inicialmente lo agredió con una “pala de punta” y lo remató “a pisonazos en la cabeza”. Lo enterró en el predio y después escribió cartas a comerciantes para quedarse con su dinero. El cuerpo fue hallado a los seis meses, después que el asesino inicialmente brindará versiones inverosímiles hasta que finalmente confesó su autoría.





El hecho ocurrió en los últimos meses de 1937. El diario La Voz del Norte tituló en la edición del 5 de mayo de 1938: “Un crimen horrendo ha sido esclarecido a los seis de cometido en Winifreda”. Y agregó en el pretítulo: “Francisco Bajo asesinó a su socio, el colono del Lote XIII, José Bestard”.

La crónica periodística desarrollada por el corresponsal del semanario castense, que no identifica en la publicación, destacó que el Jefe de la Policía de Territorio, Luis Bianchi, tuvo “una destacada intervención” para esclarecer “un horrendo crimen cometido hace seis meses en jurisdicción del vecino pueblo de Winifreda, suceso que ha causado -en toda la zona general- indignación”.

La publicación detalló que el colono José Bestard, un español de 43 años que era soltero, desapareció “misteriosamente” en octubre de 1937. El inmigrante arrendaba una fracción de campo que era propiedad de “la ciudad de Naveiras”.

Bestard vivía en compañía de Francisco Bajo, otro español de 40 años, que era “muy conocido” en Eduardo Castex porque residieron sus familiares “durante largos años”.

Bajo figuraba como “presunto socio” de Bestard, y tenían como “peones” a Agustín Barabaschi y José Bestolli.

DESAPARICIÓN

Bestard le indicó a sus empleados, Barabaschi y Bestolli, que trasladaran “unos animales” a pastorear a la zona de Anguil. Y cuando regresaron, aproximadamente a los 15 días, se encontraron con la ausencia de su patrón.

Bajo les transmitió que se había trasladado a Buenos Aires “por razones de una enfermedad”, donde debía quedarse “una temporada sometido a un tratamiento médico”.

DENUNCIA

En las semanas posteriores Barabaschi en varias ocasiones preguntó sobre “la marcha de la enfermedad” de su empleador, y Bajo en una ocasión respondió que “las últimas noticias” que tenía era que iba a regresar en la segunda quincena de marzo de 1938.   

Pero transcurrió el tiempo y no regresó. Esto provocó que Barabaschi resolviera formular la denuncia ante la policía de Winifreda, donde informó además que “los bienes de la chacra eran todos propiedad del desaparecido, que se hallaban bajo su custodia, pues su socio Bajo, estaba casi siempre ausente”.

DETENCIÓN

Cuando tomó conocimiento el jefe de Policía, Luis Bianchi, ordenó a la policía de Winifreda que procediera a la demora de Bajo para someterlo a un interrogatorio, ya que resultaba sospechosa la actitud.

Bajo “sabiendo que se le buscaba se presentó” ante la policía winifedense, donde declaró que Bestard se había ausentado con destino a España, porque fue llamado por su madre, que estaba radicada en Palma de Mallorca. Y argumentó que su socio “se había munido de documentos falsos por ser desertor del Ejército”, y agregó que esta situación “lo obligó a irse sin dar cuenta a nadie de su viaje”.

El testimonio resultó “muy sospechoso” para las autoridades policiales, por lo cual se dispuso el traslado a Santa Rosa, con una comisión policial liderada por el comisario Raúl Thompson.

CONFESIÓN

En Santa Rosa fue “sometido a hábiles interrogatorios” donde se contradijo en varias oportunidades, y terminó confesando el crimen, relató la publicación castense.

“En su amplia confesión, Bajo dijo que había dado muerte a Bestard el 21 de octubre de 1937, para lo cual lo golpeó con una pala de puntear, aplicándole posteriormente varios golpes en la cabeza, utilizando un pisón de fierro”, informó el semanario. Y agrega la crónica que el homicida después llevó el cadáver a un pozo “de escasa profundidad”, cercano a la chacra, donde lo enterró.

DILIGENCIA JUDICIAL

El juez de Crimen, Alberto Millán, ordenó una inspección ocular y extracción del cuerpo de la víctima. La diligencia se realizó el 21 de abril.

Millán se traslado al lugar de los hechos, acompañado por el secretario Francisco González; el agente fiscal Sergio Guerra; el jefe de Policía, Luis Bianchi; el secretario de la Jefatura, Nicanor Acuña y otros funcionarios del Juzgado, a quienes se sumaron agentes de la policía de Winifreda y el detenido.  

El hecho había generado indignación, pero también conmoción en la comunidad. Y cuando arribó la comisión judicial – policial, había “más de 200 vecinos” que seguían atentamente las diligencias.

El detenido indicó el sitio donde enterró a la víctima, e incluso “fue el primero en dar comienzo a las tareas de excavación de los macabros restos, los cuales aparecieron momentos después, siendo inspeccionados por el magistrado y funcionarios con la intervención del médico de policía de Winifreda, Oscar Armengol”.

En la nota periodística destacaron que Bajo “en todo momento” demostró “una tranquilidad irritante”, y señaló “serenamente los detalles que se le requerían”.

“El cadáver ya en estado enteramente descompuesto aparecía en una posición de cubito dorsal no muy  correcta, con su cabeza hacia el lado nordeste, presentando el cráneo visibles señales de fractura, haciendo presumir que los diversos golpes que le aplicó Bajo con el pisón, le provocaron a Bestard una muerte horrorosa”, detallaron.

Concluido el operativo, la comitiva judicial – policial regresó a Santa Rosa, donde el juez Millán sometió a Bajo a nuevos interrogatorios, y posteriormente ordenó el traslado a la cárcel.

HIPÓTESIS DEL CRIMEN

“Es evidente que el motivo del crimen no ha sido otro que el robo, o sea quedarse con parte o la totalidad de los bienes de la víctima”, planteó el corresponsal winifredense del periódico castense.

Y aportaron datos vinculados con la investigación. “A pocos días de cometido el hecho, Bajo se traslado a Pehuajó, donde residían sus familiares y desde allí escribió una carta al comerciante de Winifeda, Juan Zamarbide, que supuesta firmaba la víctima, ordenando que entregará a su cuenta a Bajo las mercaderías que necesitara para la chacra, con cargo a una suma que tenía allí depositada”.  

El homicida posteriormente redactó otras notas y nuevamente falsificó la firma de la víctima, donde se lo autoriza para administrar los bienes que la victima tenían en una firma de Eduardo Castex, para adquirir un automóvil que utilizaría para ir al campo.

El hecho demostró que “no existe el crimen perfecto”, a veces pueden existir “malas investigaciones”, pero el homicidio ocurrido en Winifreda reflejó que aún sin tecnología y con escasos recursos, pudieron reconstruir el modus operandis y esclarecer un aberrante homicidio que conmocionó a aquellos primeros pobladores pampeanos.  

(*) Por Coclete Rosa 

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