La desigualdad global ha alcanzado niveles alarmantes. Un informe reciente de Oxfam revela que los hogares más ricos del mundo, aproximadamente 3.000, concentran el 13% del Producto Bruto Interno (PBI) mundial. Este dato contrasta con los niveles de 1987, cuando esa proporción era apenas del 3%. En tan solo 35 años, la concentración de riqueza en manos de unos pocos ha crecido significativamente, incrementando la brecha entre ricos y pobres a nivel global.
El documento, titulado «Multilateralismo en una era de oligarquía global: cómo la desigualdad socava la cooperación internacional», fue publicado en un contexto clave: la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Mientras líderes mundiales se reunían en Nueva York para discutir soluciones a los problemas globales, este informe destaca cómo la creciente concentración de riqueza en las manos de unos pocos está afectando la capacidad de cooperación internacional.
El trabajo señala que el 1% más rico del mundo posee el 43% de todos los activos financieros globales. A modo de ejemplo, dos multinacionales dominan el 40% del mercado mundial de semillas, y tres grandes gestoras de fondos de inversión estadounidenses (BlackRock, State Street y Vanguard) controlan 20 billones de dólares en activos, lo que equivale a cerca de una quinta parte de todos los activos de inversión a nivel global. La desigualdad y su impacto en los países del sur global
Uno de los aspectos más preocupantes del informe es el impacto que esta concentración de riqueza tiene en los países del sur global, donde se encuentra Argentina. Oxfam destaca que estos países, que representan el 79% de la población mundial, solo controlan el 31% de la riqueza mundial. Esta disparidad es particularmente notable en regiones como América Latina, donde la desigualdad de ingresos ha sido un problema persistente.
El informe también señala que los países en desarrollo destinan una porción significativa de sus presupuestos anuales al pago de sus deudas, en detrimento de la inversión en áreas clave como educación, salud y protección social.
Según Oxfam, los países de renta baja destinan cerca del 40% de sus presupuestos al servicio de la deuda, una cifra que es un 60% mayor a lo que invierten en conjunto en servicios sociales básicos.
Este desequilibrio agrava aún más la crisis de deuda mundial, mientras que muchos de los prestamistas son bancos privados o fondos de inversión, entre ellos los conocidos como “fondos buitre”.
La influencia de los ultrarricos en la toma de decisiones globales
El informe de Oxfam no se limita a mostrar cifras, sino que también pone de relieve cómo los ultrarricos y las megaempresas influyen en la toma de decisiones políticas a nivel global. Esta «oligarquía global», como la define el documento, tiene un peso cada vez mayor en la configuración de las reglas del juego económico y político.
Amitabh Behar, director ejecutivo de Oxfam Internacional, advierte que este fenómeno está poniendo en riesgo los esfuerzos globales para enfrentar desafíos como la crisis climática y los niveles persistentes de pobreza.
Behar apunta directamente al poder que han adquirido los más ricos, advirtiendo que «la sombra de la oligarquía mundial se cierne sobre la Asamblea General de las Naciones Unidas».
Según el director de Oxfam, los ultrarricos y las corporaciones que controlan están moldeando el sistema global a su favor, sin tener en cuenta las necesidades del resto de la población.
Esta creciente concentración de poder está debilitando la capacidad de acción de organismos multilaterales como la ONU, cuya influencia se ve mermada frente al poder creciente de los multimillonarios y las grandes empresas.
Soluciones propuestas por Oxfam: un multilateralismo basado en la equidad
Oxfam sugiere que la única forma de revertir esta tendencia es a través de un multilateralismo más justo y equitativo. El informe señala que algunos líderes mundiales han comenzado a tomar conciencia del problema y han incrementado sus esfuerzos para reducir la desigualdad.
Sin embargo, Behar destaca que estos esfuerzos no son suficientes y que se requiere de un compromiso mayor por parte de los gobiernos y las instituciones internacionales.
La propuesta de Oxfam pasa por crear un sistema económico más equitativo, en el que los ultrarricos y las grandes empresas paguen su parte justa de impuestos y en el que se priorice la salud pública mundial.
Además, se plantea la necesidad de que todos los países, especialmente los del sur global, puedan invertir en servicios públicos que beneficien a toda la población y no solo a una minoría.
El rol de la deuda en la perpetuación de la desigualdad
Un aspecto clave del informe es el impacto que tienen los acreedores privados en la perpetuación de la crisis de deuda mundial. Oxfam señala que más de la mitad de la deuda externa de los países de renta media y baja está en manos de prestamistas privados, como bancos y fondos de inversión libre. Estos acreedores, a menudo llamados «fondos buitre», compran deuda a precios bajos en momentos de crisis y luego utilizan mecanismos legales para exigir el pago completo, generando enormes ganancias a costa de los países deudores.
El informe concluye que para poder enfrentar los desafíos del futuro, como el cambio climático y la lucha contra la pobreza, es necesario un enfoque multilateral más inclusivo que permita a todos los países, independientemente de su nivel de riqueza, tener una voz en la toma de decisiones globales.