El país se encamina a un 2025 electoral, pero lejos de cualquier certeza (imposible en la Argentina de los últimos tiempos) el escenario político sigue desorientado. Al menos el que no está en la vereda libertaria. La irrupción de la era Milei terminó por partir el statu quo y la permanencia del presidente y su «milagro» económico en una Argentina con baja inflación, aunque empobrecida, hace que la realidad siga reconfigurándose. Y La Pampa no es la excepción en ese mundo que no hace pie.
Milei se mantiene en las encuestas con un 40% de adhesión y quiere revalidar su poder el próximo año. Todos los pronósticos que lo daban por terminado a mitad de 2024, fallaron. Por eso la tensión política atraviesa todos los frentes. Todo el poder parece escurrirse entre las manos de los partidos opositores. Para 2025, buena parte del país se vuelve a esperanzar con el modelo libertario que lo castiga, pero le promete el cielo.
El que se mete al medio
El campo político provincial estuvo dividido desde la vuelta de la democracia entre el peronismo y las oposiciones, así en plural el antiperonismo en sus distintas formas. Desde 1983 en forma de bipartidismo entre el PJ y la UCR; desde mediados de los 90 con una tercera fuerza con apoyatura nacional que intentaba terciar. Primero fue el Frepaso/Fregen por izquierda, después el Pro por derecha. La UCR que competía con estas nuevas fuerzas, terminaba por aliarse con el tercero en discordia, en el polo antiperonista, por necesidad o conveniencia. Y el PJ se sumó a la ola de coaliciones juntándose con partidos afines. Del bipartidismo, pasamos al bicoalicionismo, como indica el politólogo Facundo Cruz, dos frentes heterogéneos que polarizan las elecciones. Pero…
Ahora tenemos a los libertarios. Desde 2023, ese mundo más o menos ordenado que mencionamos quedó roto. El año pasado, en las presidenciales, Milei sacó un tercio de los votos, y La Pampa, donde todo parecía sin demasiados cambios, no fue la excepción.
La gran incógnita para el peronismo y la oposición (UCR y Pro) es ahora qué pasará en 2025. ¿Los libertarios mantendrán ese tercio? ¿Se convertirá en una tercera fuerza que llegará con posibilidades de crecer en 2027 compitiéndoles de igual a igual? Esas preguntas son las que mantiene en una situación de incertidumbre y suspenso a cualquier estrategia futura. Ya sea peronista o no.
La otra incógnita
Hay que preguntarse también: ¿le dará el cuero al mileismo para sostener el 30% que logró Milei en 2023? Otra incógnita es saber si el mileísmo con un candidato desconocido recibirá el mismo voto que el propio Milei. En las presidenciales, Milei demostró que no necesita estructura para ganar. Ahora el entorno del presidente analiza que aunque él no esté en la boleta empujando, el sello libertario es el que arrastra los votos. Ya es una marca. A nivel nacional se analiza que un triunfo del oficialismo sería el escenario esperable de mantenerse esta inflación, el dólar frenado y la oposición dislocada.
Nadie puede imaginar que el rejunte de libertarios locales que se pelean por un cargo o porque uno miró mal al otro pueda generar una alternativa política en la provincia. Pero hay «bolsones» de votantes libertarios, que espontáneamente, de manera silvestre, van a apoyar al presidente poniendo la boleta de su diputado.
Ese análisis nacional, ¿se puede transpolar a La Pampa? Los consultores Gustavo Córdoba y Paola Zubán ponen algunos paños fríos y afirman que en cada provincia y cada distrito será diferente, y los gobernadores (o gobiernos) también juegan.
Qué pasará con los violetas
¿Serán los libertarios la nueva fuerza, esa tercera opción política? Recordemos al Frepaso/Fregen (en 1997) y al Pro (en 2013) que en una legislativa intermedia sorprendieron al bipartidismo pampeano quedándose con el tercer diputado en juego. Ambas fuerzas parecen seguir el derrotero de los partidos con anclaje nacional: cuando todo va bien, hay sonrisas; cuando se descascara a nivel nacional, se hunden.
La oposición en La Pampa está igual de desorientada que hace unos meses (nada nuevo bajo el sol, parece que estamos casi refritando columnas que han salido). Hace equilibrio entre quemarse políticamente acercándose al libertario o sufrir el frío de un destino incierto al alejarse de su figura.
El Pro local es el que más lo siente. Una fuerza nacional que creció de la mano de Macri y ahora ve un futuro incierto. Un sector del Pro quiere alianza con LLA (tal vez pensando en poner el candidato si ocurre el milagro de un acuerdo bendecido por Milei) y otra tomar un camino propio (tal vez con los radicales). Así los discursos van tambaleando entre una adhesión total como la de Martín Ardohain, hasta otros que hablan de autonomía.
El radicalismo se ha encerrado en los silencios que lo resguardan de dar un paso en falso. En La Pampa la UCR no va a ir atada a LLA y sueña con ser la tercera opción para hacerse con una de las bancas para el Congreso, aunque teme la polarización entre peronismo y libertarios que los podría dejar afuera. La realidad no paga a los tibios.
Igualmente, La Pampa es un reflejo del río revuelto de la política actual. Milei peleado definitivamente con su vice Villarruel por la expulsión del corrupto Kueider del Senado, los tires y aflojes entre La Libertad Avanza y el Pro con los desprecios de Milei y los pucheros de Macri para presionar por un acuerdo, el radicalismo fragmentado, el peronismo consumido por una interna (una más) entre Cristina Fernández y Axel Kicillof mientras sus filas están diezmadas y sin rumbo.
(*) Por Norberto G. Asquini (periodista)