El castense Jairo Emanuel Flores se convirtió en jockey profesional, después de triunfar el pasado viernes en la novena carrera que se disputó en el Hipódromo de Palermo, y ayer volvió a ganar con Greal Royal, en los 1.400 metros de la arena palermitana.
Flores es el primer castense que se convierte en jockey profesional y el segundo pampeano, dado que previamente Luis Brigas se desempeñó en la elite de las pistas. “Ahora el sueño es correr los grandes premios y ganar un Grupo 1, más allá de que ya corrí como aprendiz el (gran premio internacional) Félix de Alzaga Unzué en 2023, y para eso la única clave es el esfuerzo y la constancia”, dijo Flores en una comunicación telefónica con Radio DON de esta localidad.
“Profesional sos desde que te recibís en la escuela, pero bueno… después tenes que ganar 120 carreras para estar entre los tops que están lo más alto”, explicó “Sonrisa” Flores.
“Cuando se sale de la escuela se descarga cuatro kilos y se corre con 53 kilos, porque el profesional corre con 57 para dar ventaja al aprendiz y que pueda empezar a mezclarse con los mejores del país”, explicó.
El joven castense viajó a la Escuela de Jockeys de San Isidro, que ya no existen más. “A nosotros nos enseñaron ingles, íbamos a la Secundaria, teníamos Educación Física y después actividades teóricas y prácticas sobre los caballos. Ahí no era solamente subirse al caballo mecánico”, recordó. “Me vine sin saber que iba a pasar o que iba a ser, y hoy soy profesional y puedo correr con los números uno”, expresó orgulloso.
“El profesor siempre nos decía que nuestro rival eramos nosotros mismos, no mirar a los demás jockey. Y era muy exigente. Nos hacían subir al caballo mecánico con pesas o pelotitas. Aprendimos muchos y agarramos muy buen estado físico”, añadió.
Redoblar esfuerzos.
Después de concluir los estudios en la escuela de San Isidro, Flores demoró dos años para alcanzar los 120 triunfos exigidos para oficializar el profesionalismo. “¿Qué cambia?…bueno, ahora tenés que esforzarte más, porque se corre con el mismo peso contra los números uno, y a esos no le podes dar ventaja”, destacó.
La rutina de Flores es exigente. Comienza a las 6 con el entrenamiento de caballos, hasta las 10. Regresa a su departamento, entrena, se baña, descansa y vuelve al hipódromo para competir. Los lunes le toca Palermo, los martes y jueves la cita es en La Plata, los miércoles va a San Isidro; y después viernes, sábado y domingo “es variable”, entre Palermo y San Isidro y eventualmente –con menos frecuencia- en La Plata.
“Esto te tiene que gustar mucho, porque sino no aguantás. Es muy cansador y exigente, porque por más que un día no tenga que montar, al otro día a las 6 hay que estar listo para seguir laburando. Y en los días que no no hay carreras, se descansa. Puedo comer una linda comida, algo que no se puede hacer todos los días. Y de salir a la noche, nada. Solo ir a un restaurante”, agregó.
-Ahora que ya sos oficialmente profesional, ¿vas a venir menos al interior?
-El día que no corra acá y tenga carreras en el interior iré, porque en el interior me dieron la posibilidad de llegar a los 120 triunfos. Y no es mí idea dejarlos de lado. Se perfectamente que tengo que estar acá, pero cuando pueda ir al interior, lo haré porque son carreras familiares y muy lindas.
-¿Se puede vivir del turf?
-Sí, se puede vivir del turf. De hecho alquilo y vivo con mi pareja. Acá es todo gasto continuamente para trasladarte. Es otra vida y es muy cansador. Por eso no estoy casi nunca en el departamento. Hay que aprovechar el momento porque no sabés cuando durará. Podés correr hasta los 50 años o se puede terminar mañana. Se corren riesgos. Por algo cuando se larga la competencia, detrás viene la ambulancia.