La sintonía que vive desde hace unas semanas el gobernador Sergio Ziliotto con los intendentes, sean del palo que sean, es el ejemplo más visible del consenso pampeano: la concepción del Estado como pilar social.
Hay una etapa de idilio se podría decir. Los intendentes (y presidentes de comisiones de fomento) acompañaron (y aplaudieron) a Ziliotto en el discurso de apertura de las sesiones ordinarias de la Legislatura. Este garantizó acompañamiento y programas. Este lunes, los jefes comunales difundieron un documento en el que sintetizan su postura de apoyo al mandatario provincial y de su postura frente al ajuste de Milei; y el martes estuvieron en la presentación del programa de créditos para renovar el parque automotor de las municipales que entregará 12.000 millones de pesos.
El apoyo es a la gestión del gobernador Ziliotto. Y son las gestiones municipales las que lo respaldan y a su idea de «un Estado presente, garantizador de derechos, sostenido por principios democráticos, el diálogo, el respeto y el fomento del federalismo interno». Nada menos.
Cada gestión municipal hace suyos esos valores frente al discurso libertario que se impulsa desde Nación. No hay banderías: están los peronistas, pero también radicales y macristas. Por supuesto, en el caso de los opositores ya dijimos que son gestiones locales que apoyan a una gestión provincial. Los de la UCR y el Pro no están encolumnados políticamente a Ziliotto: en 2027 estarán en la vereda de enfrente del PJ. La pelea provincial es peronismo versus antiperonismo.
Este consenso pampeano lucha contra el «sentido común» establecido por la lógica libertaria que arrasó en las urnas con el slogan de que al Estado había que achicarlo, que no servía, que el mercado era mejor, que no ayudaba a la gente porque ponía barreras para su libertad o impuestos para no dejarlos prosperar. Había que romperlo por dentro, dijo el desmedido e histriónico presidente. Y muchos votantes compraron ese discurso, por supuesto que hizo lo suyo para ese enojo un Estado que estatizó lo que pudo o que no funcionó como debería durante la gestión Alberto/Cristina Fernández.
El único de los intendentes que no firmó, y que anteriormente también había pegado el faltazo a otras salidas conjuntas similares, fue Sergio Arrese de Guatraché, furibundo antiperonista, del núcleo duro más antiperonista, donde Cambiemos, Juntos por el Cambio o los libertarios ganaron siempre y donde el peronismo casi dejó de existir.
Esto no significa que no sea un defensor del Estado. «Milei fue bueno para el país porque sacó a los kirchneristas, pero fue malo para Guatraché porque nos planchó», se le escuchó decir en una reunión con sus pares radicales. Alguna vez, como otros radicales, pensó que apoyando a Milei caería al pueblo alguna obra de Nación. Ni agua le ofrecieron.
El consenso pampeano en torno al rol del Estado, y que finalmente es un aval a la gestión de Ziliotto, también quedó de manifiesto en los discursos de apertura de sesiones de los Concejo Deliberantes. Hubo de todo: discursos donde no se lo mencionó a Ziliotto ni a Milei como las gestiones peronistas de Santa Rosa y General Pico; o donde se tiró algún centro al libertario, como en los radicales. Sin embargo, en todos hubo una fuerte defensa del Estado presente. Y hasta de la gestión de Ziliotto, ya fueran peronistas o radicales. Todos hablan de hacer obras, la mayoría del acompañamiento.
Después, cada intendente tendrá su concepción del Estado que quiere o prefiere (uno más dirigista, otro más eficiente), pero todos coinciden en lo básico: se necesita obras públicas, programas para los más vulnerables, servicios atendidos como salud, educación y seguridad y fomento de la producción. La sociedad del mercado, del laissez faire, es productora de desigualdad, mercados concentrados, excluidos y pobres. La falta de Estado es la inexistencia de plan nacional contra el fuego en el sur, de un área de socorro o recursos ante las catástrofes como Bahía Blanca o del caos por los apagones en Ciudad de Buenos Aires.
Ziliotto tuvo un gran acierto en su discurso ante la Legislatura: no escaparle a las balas. Se puso como garante del Estado presente en momentos en que se le empiezan a ver los pies de barro al gobierno de Milei. La baja de la inflación (eje central del apoyo al gobierno) parece estancada arriba del 2%, la violencia discursiva deja cada vez más heridos, sus manejos de casta ya lo semejan a lo que dice combatir, la estafa cripto y las coimas mermaron su credibilidad, las instituciones republicanas son víctimas de un torpe avance y el acuerdo forzado con el FMI está mostrando que no todo es color de rosas en la economía libertaria.
Ziliotto deja tiempo al tiempo. Los intendentes se alinean porque después de La Pampa, no hay nada más. Cuando el vendaval venga por todo, allí estará el Estado como última posibilidad.
(*) Por Norberto G. Asquini (periodista)