La familia Cabral – Pescara sufrió un grave accidente de tránsito en la ruta provincial 102 en cercanías de Conhello. Tahiel, de 14 años, fue el más afectado porque sufrió una fractura de cráneo que obligó la derivación desde el Hospital Pablo F. Lacoste de Eduardo Castex directamente al Hospital René Favaloro de Santa Rosa, donde llegó sin signos vitales. Increíblemente antes de las 48 horas se despertó, fue sometido a una riesgosa intervención y el jueves regresó a su casa en la localidad de Victorica. “Es un milagro de Dios. Cuando el médico dijo no, Dios dijo sí”, dijo -emocionada- la madre.
La familia Cabral – Pescara regresaba -el viernes 18 a las 20 horas- a Victorica, cuando sufrió un violento despiste entre los kilómetros 86 y 87 de la ruta provincial 102, a pocos kilómetros al oeste de ingreso a Conhello. Habían participado en un casamiento en un salón de eventos de Eduardo Castex.
El Chevrolet Sonic -donde iban el matrimonio y sus tres hijos de entre 8 y 14 años- se despistó hacia la banquina norte, derrapó más de 20 metros, en la trayectoria arrancó varias plantas e impactó con un árbol de considerables dimensiones.
POCAS ESPERANZAS
Tahiel fue el mas perjudicado porque sufrió golpes en la región craneal, que le provocaron una fractura. Desde el centro asistencial de Eduardo Castex fue derivado directamente al Hospital René Favaloro de Santa Rosa, donde llegó sin signos vitales y permaneció en terapia intensiva con riesgos de vida.
“Fuimos asistidos por la ambulancia de Castex y por la Policía, que llegó muy rápido. En 15 o 20 minutos ya estábamos siendo derivados», contó -emocionada- Magdalena, la madre del adolescente, a InfoHuella.
«No había esperanzas de vida, los médicos nos decían que si no despertaba en 48 horas, todo estaría perdido», relató la madre. Pero, en medio de la incertidumbre, la fe movió montañas: el joven despertó por sí solo y comenzó a mostrar signos de recuperación.
DIOS DIJO SÍ
Tahiel fue intervenido quirúrgicamente para reparar la fractura y hoy lleva un pequeño tornillo en su cabeza. Contra todos los pronósticos, Tahiel camina, ve, habla, juega y recuerda todo perfectamente. «Es un milagro de Dios», afirma con convicción su mamá, de fe evangélica. «Cuando el médico dijo no, Dios dijo sí”.
“No tengo palabras para agradecer. Gente que no nos conocía, ni a mí ni a mi marido, nos ofreció casas, dinero, oraciones. Millones de mensajes, audios, textos. Era mi fuerza leerlos”, contó la mamá de Tahiel a InfoHuella
Hoy, Tahiel continúa con su recuperación y sigue activo en su iglesia, participando en actividades junto a otros adolescentes. La familia reconoce también el apoyo de organizaciones como Estrellas Amarillas y del cuerpo pastoral de diversas iglesias.
“Dios le devolvió la vida a mi hijo”, concluye la madre. Y su historia es, sin dudas, una muestra de lo que la fe, el amor y la solidaridad pueden lograr, incluso en los momentos más oscuros
