Este lunes aún no está claro si finalmente habrá internas para autoridades provinciales en el Partido Justicialista de La Pampa, tras la impugnación de una lista sobre otra. Sin embargo, más allá de la definición formal, el debate sobre la conveniencia o no de ir a una elección interna sigue marcando el pulso del escenario político.
El juego de las encerronas
La lista Peronismo Pampeano, que expresa la unidad entre distintas líneas internas, propone mantener el actual statu quo del Consejo Provincial, con el gobernador Sergio Ziliotto al frente, así como también entre congresales y delegados departamentales. Por otro lado, el intendente de Santa Rosa, Luciano Di Nápoli, quien había quedado políticamente aislado tras su distanciamiento de La Cámpora, sorprendió al presentar su propia lista, Renovación. Este movimiento aceleró una estrategia personal: comenzar a posicionarse para una posible candidatura a gobernador en 2027 yendo al choque contra el resto. Como era de esperarse, su jugada generó una fuerte reacción de las demás líneas, que decidieron enfrentarlo tanto en el Consejo de Santa Rosa como en las Unidades Básicas.
La decisión de Di Nápoli puso al oficialismo partidario en una encerrona: verse obligado a derrotarlo con contundencia en toda la provincia. Pero en una maniobra de respuesta, la lista de unidad impugnó a la de Di Nápoli por presuntas irregularidades formales, lo que podría dejarlo fuera de competencia a nivel provincial si el fallo es adverso esta semana. Aun así, se mantendría la contienda en Santa Rosa, lo que invierte la presión: ahora el intendente queda ante el desafío de tener que ganar en su propio territorio.
En su puesta en escena, Di Nápoli habló ante la impugnación de «proscripción» para victimizarse y reforzar su discurso de necesidad de internas como espacio para discutir el rumbo del peronismo pampeano. Este conflicto es inédito: desde el retorno de la democracia en 1983, el PJ pampeano nunca había definido cargos partidarios a través de una interna. El escenario, además, no parecía anticipar otra cosa que no fuera una lista de consenso.
¿Interna o acuerdo?
La discusión se volvió más profunda. Existen dos métodos tradicionales para definir candidatos o autoridades: el formal, mediante internas, o el informal, a través de acuerdos de cúpula. Ambos tienen ventajas y desventajas. Las internas, aunque suelen dejar heridos, también permiten reabsorber a los perdedores dentro del armado. En cambio, los consensos evitan fracturas visibles, pero suelen barrer los conflictos debajo de la alfombra.
Los críticos del método consensuado, como el sector de Di Nápoli, aseguran que la falta de internas en algunos pueblos durante 2023 llevó a que sectores desplazados trabajaran en contra de los candidatos oficiales, haciéndolos perder. Para las otras líneas, en cambio, la unidad —aunque no siempre represente fielmente a todos— garantiza un frente más sólido frente a una oposición cada vez más organizada y con mayor ambición de poder.
En cierto modo, Di Nápoli es producto de las internas. Si bien llegó a la Legislatura provincial en 2011 por el «dedo» de Nación, enfrentó al vernismo en 2015 y ganó la intendencia de Santa Rosa tras una interna en 2019. La lista de unidad, en cambio, representa una tradición más ligada al consenso vertical, que evitó rupturas importantes (con excepciones en 2007 y 2015) y mantuvo al PJ en el poder desde 1983.
Momentos delicados para el PJ
Quizás, el intendente juega su carta diferenciadora al estilo de Axel Kicillof frente a un kirchnerismo que lo condiciona. Aunque, claro, las comparaciones entre el bonaerense y Di Nápoli tienen límites evidentes. Por su parte, la lista de unidad detrás de Ziliotto se presenta como el intento de preservar la cohesión frente a la actual crisis del peronismo a nivel nacional, cada vez más fragmentado.
La reciente tensión entre Kicillof y Cristina Fernández ilustra cómo estas disputas internas sólo aumentan la desconexión entre la dirigencia y la ciudadanía. Un desgaste que no afecta sólo a los protagonistas, sino al peronismo en su conjunto.
Entonces, la pregunta central sigue abierta:
¿Son necesarias las internas hoy en el peronismo pampeano? ¿Es este el momento indicado para dividir fuerzas? ¿Qué impacto tendrá esta interna —si se confirma— en una provincia que en octubre enfrentará al candidato de La Libertad Avanza?
Lo cierto es que la jugada de Di Nápoli no pasará desapercibida. Y sus consecuencias, para bien o para mal, se sentirán en los próximos años.
(*) Por Norberto G. Asquini (periodista)