martes 10, junio, 2025, Eduardo Castex, La Pampa

CEISAL 2025 en la Sorbonne: Crónica de una pampeana desde París (*)

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Maggioadriana ceisal2025 paris 9junio2025

Nunca imaginé que, décadas después de aquellas primeras lecturas latinoamericanas que marcaron mi oficio y mis afectos, iba a estar sentada en un aula de la Sorbonne Nouvelle en París, compartiendo reflexiones sobre justicia social, cultura y saberes del sur. El 11º Congreso del CEISAL —el Consejo Europeo de Investigaciones Sociales de América Latina— fue, más que un evento académico, ¡un flash!. Un reencuentro con colegas de Latinoamérica y orgullo de llegar desde La Pampa contando buenas prácticas de políticas públicas provinciales en un país con un estado devastado por un presidente vergonzante e inhumano (nota: En esos días Macrón recibió a Lula con la torre Eiffel iluminada con los colores de la bandera de Brasil y yo miraba en TV las burlas al » desquiciado» presidente Milei).

Fui invitada a participar como expositora dentro del simposio: «Igualdad, cuidados y justicia social», un espacio donde se cruzaron voces diversas, procedentes de geografías también muy distintas ( ver foto) pero atravesadas por urgencias similares. En ese nudo de tensiones y saberes, compartí  reflexiones y preguntas acerca de la necesidad de construir políticas culturales desde los márgenes, la urgencia de potenciar el rol de lo local, y la revalorización transformadora que habita en nuestras prácticas comunitarias, aún con tanta disrupción institucional. Y política. 

Hablar de esto en París, con colegas de universidades europeas y latinoamericanas, me obligó a salir de mis coordenadas habituales, pero también me permitió anclar con más claridad el sentido de lo que hacemos/ hicimos/ seguiremos haciendo  desde provincias como La Pampa, desde organizaciones barriales, desde lo invisible, desde las redes …

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Dije, entre otras cosas, que el sur no es una metáfora. Que nuestros territorios no son únicamente escenarios de investigación o destino de políticas filantrópicas. El sur —nuestro sur— produce pensamiento, genera conocimiento situado, hace política todos los días. Lo hace como puede ,desde el lenguaje, desde las cocinas y los bordes. Lo hacemos «aguantando los trapos», con ensayo y error pero siempre intentando lo colectivo. Y cuando esos saberes no se reconocen, o peor aún, se colonizan, perdemos la oportunidad de encontrar soluciones auténticas a los desafíos que vivimos.

Las discusiones fueron intensas. Escuché ponencias interesantes sobre el impacto de la crisis climática en comunidades originarias, ( parece que Latinoamérica está estallada y nunca pregunta antes? No se practica consulta previa con los pueblos originarios?); sobre la economía del cuidado en contextos de violencia estatal, sobre el rol de las mujeres migrantes en la reconfiguración de la ciudad. Todo eso me hizo pensar, una vez más, en la necesidad de más conexión entre las esferas académicas y las decisiones políticas que afectan la vida concreta de nuestras comunidades. Y también, en cuánto nos necesitamos mutuamente para resistir al avance de la acción de derecha  y, lamentablemente, dominante

Pero hubo un momento en el congreso que todavía hoy me estremece. Fue la ceremonia en la que Dora María Téllez, la histórica comandante sandinista y ex presa política, recibió el Doctorado Honoris Causa por parte de la Universidad Sorbonne Nouvelle. Una distinción que no fue un gesto simbólico más, sino un acto político con coraje.

Dora Téllez habló y dolía. Su voz serena y firme atravesó el auditorio con una claridad que sólo tienen quienes han estado del otro lado del infierno. Nos recordó que no puede haber justicia social sin libertades, y que el autoritarismo —en cualquiera de sus formas— destruye no sólo cuerpos y derechos, sino también lenguajes, símbolos, horizontes.

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«Hay una forma de dictadura que se disfraza de orden, que se presenta como modernización o eficiencia —dijo—. Pero no es más que un viejo dispositivo de control que quiere reducir la política a obediencia.» Escuchar esas palabras en París, rodeada de colegas de toda América Latina, fue volver a entender por qué hacemos lo que hacemos. Por qué escribimos, enseñamos, investigamos, nos organizamos.

La historia personal de Dora Téllez, marcada por la lucha revolucionaria, la prisión injusta, la expulsión de su país, podría haberse contado desde el heroísmo. Pero ella eligió otro registro: el de la  advertencia. Habló de los nuevos autoritarismos, que ya no necesitan tanques ni censura explícita para destruir las democracias. Y sobre todo, pidió que no nos olvidemos de las palabras. Que no entreguemos los significados. Que sigamos nombrando la injusticia, aunque eso incomode.

Pensaba, mientras la escuchaba, en Argentina. En este presente complejo, contradictorio, atravesado por discursos que demonizan lo público, desprecian la cultura, y desarman las políticas sociales en nombre de una pretendida libertad. Pensaba en cuán necesario es recordar lo que decía Dora: que sin justicia no hay libertad verdadera. Que las democracias se defienden también desde la palabra, desde la memoria, desde la ternura.

La experiencia de CEISAL 2025 no fue solo una instancia de intercambio académico, sino una confirmación de que existe una comunidad de pensamiento que no se resigna. Que, desde distintos países y trayectorias, insiste en construir conocimiento situado, comprometido, necesario. Y que no le teme al conflicto, porque sabe que del conflicto también nace el cambio.

El viaje a Paris, además, sumó la compañía de mi hija Lucía Fernández – tal vez como símbolo de las que seguirán el camino y las luchas-, sumó el encuentro con una amiga » epistolar» de infancia y la belleza inmensa de la ciudad y sus «gentes». No hay tregua ni descansojubilada o reitraté, volví con un mandato tácito: Seguir trabajando para que el saber no se convierta en mercancía, para que los derechos culturales no sean privilegios, para defender la cultura, el arte, la institucionalidad, la democracia. Para seguir en lucha. 

Encuentro de latinoamericanos en Paris, es mucho lo que nos une, aunque a veces no lo parece y desde allí nos prometimos no claudicar, fortalecer redes, dar pelea al fascismo y a la falta de humanidad, construir- no destruir- y abonar la solidaridad y la paz, sin odios ni más violencia.

(*) Por Adriana Lis Maggio

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