Con Juanse acompañado por grandes invitados, entre los que destacó León Gieco; la conocida potencia de Divididos y la supremacía de Skay y Los Fakires; entre otros, la primera jornada del Cosquín Rock, que se desarrolla en el Aeródromo Santa María de Punilla, hizo honor a su nombre, pero ofreció además vertientes musicales que abrieron el juego hacia otros estilos, sin perder su esencia.
En ese contexto, la estelaridad lograda por Trueno como uno de los máximos referentes en esta grilla de los llamados ritmos urbanos, el baile colectivo propuesto en el colorido show cumbiero de La Delio Valdez o el canto de raíz autóctona de Lila Downs, por citar apenas algunos ejemplos, no se resignaron a jugar el simple rol de la diversidad ante los más de 100 artistas que son parte de esta edición.
Se trató de algunos de los muchos casos que salieron a pelearle palmo a palmo el protagonismo a los grandes nombres de la escena rockera y la gran concentración de público en los seis escenarios repartidos en el predio dieron cuenta de ello.
Por supuesto que el hecho de que en la jornada del sábado hayan circulado 100 mil personas por el lugar, según cifras de los organizadores, en una de las ediciones más convocantes que se recuerden, ayudaron a que todos los espacios se vieran colmados.
Lo curioso es que ningún artista acaparó la atención absoluta de los presentes, por lo que mientras en el escenario Norte, Skay desplegaba su inconfundible rock ante una grey eminentemente ricotera; simultáneamente en el escenario Sur, una multitud se abarrotaba para disfrutar de Trueno; a la vez que en el novedoso escenario de Montaña, LP cautivaba y le daba vuelo internacional al festival.
Pero más allá del aspecto multitudinario y los espacios de protagonismo en la grilla, la realidad es que muchas de estas propuestas también apostaron a la calidad como gran imán para el público más tradicional y conservaron la esencia que caracteriza al festival.
Es cierto que el rock tuvo su lugar preponderante y, en ese sentido, también hubo un menú como para satisfacer todos los gustos, con las expresiones más tradicionales, una buena cuota de indie y pop, entre otros.
El tridente Skay, Divididos y Juanse aparecía de antemano llamado a monopolizar la jornada del sábado, y sin dudas podría haber sido así, de no ser por la amplitud de buenos shows que pudieron disfrutarse.
El exRedondos hizo lo suyo con solvencia, siempre basado en su repertorio solista, con ya clásicos como «Oda a la sin nombre», «El Gólem de la Paternal»; títulos más recientes como «Yo soy la máquina» o «Corre, corre, corre», y alguna revisita a su antigua banda como con «El pibe de los astilleros», «Nuestro amo juega al esclavo» y «Ji ji ji».
Divididos desplegó su habitual energía y virtuosismo, aunque esta vez mostró una versión un poco más desprolija de lo habitual, como si los cañones del grupo apuntaran a su presentación del próximo 13 de mayo en Vélez y tuviera la cabeza puesta allí. No es que faltó entrega por parte del poderoso trío, pero hubo algunos desajustes poco comunes entre ellos.
El gran golpe lo dio Juanse, que sobre el cierre de la noche echó mano a los clásicos de Ratones Paranoicos y montó un divertido show de muy buen rock and roll. Invitados de lujo, como León Gieco, a quien prácticamente se lo homenajeó con «El fantasma de Canterville» y «Pensar en nada»; Celeste Carballo, Mateo Sujatovich, Ale Kurz de El Bordo y Junior de La 25 se sumaron a la fiesta del «Líder», como lo llaman sus fans.
Mientras se sucedían estos sets, Catupecu Machu regresaba al festival en el escenario de Montaña y Turf, en el escenario Sur, apelaba a sus hits para hacer bailar al público, también con grandes invitados, en este caso, los uruguayos de No Te Va Gustar y Santiago Motorizado.
Justamente, No Te Va Gustar fue una de las atracciones en el atardecer, en un escenario donde poco antes Guasones hizo lo suyo. En tanto que Él Mató a un Policía Motorizado se anotó entre las propuestas indie, en un espacio por el que también pasó Las Ligas Menores y Mi Amigo Invencible, entre otros.
Como se dijo antes, entre los exponentes de los nuevos ritmos urbanos, Trueno tuvo su actuación consagratoria en el festival, con un demoledor set en el que sonaron hits como «Atrevido», «Mamichula», «Argentina», «Tierra Zanta», «Fuck el Police» y «Dance Crip», entre otros. Claro que también tuvo el infaltable momento de freestyle.
El rapero Rels B también tuvo un interesante paso por el encuentro, en su doble rol de exponente de nuevas expresiones y como atracción internacional, un rubro este último donde sobresalieron la mexicana Lila Downs y LP.
La latinoamericana desplegó la fuerza del canto autóctono a través de versiones de clásicos del cancionero popular, como «Yo vengo a ofrecer mi corazón», «Clandestino» o «La cucaracha», entre otros. Por su parte, la cantautora neoyorquina se puso al público en el bolsillo de entrada con su histrionismo interpretativo, su gran rango vocal y sus atrapantes e intensas composiciones.
El colorido y la fiesta popular dijo presente de la mano de La Delio Valdez, a través de un set en el que hubo buena cumbia tradicional, que apuntó directo al corazón y los pies de los espectadores. Pues hasta el más desprevenido no pudo evitar moverse al son de los ritmos caribeños al pasar por allí.
En tanto, los mendocinos de Usted Señálemelo lucieron en esta nueva etapa de su carrera con un pop sofisticado, que abreva en iguales dosis en la psicodelia y el baile.
Antes de ellos, Estelares protagonizó uno de los mejores momentos de la tarde, con su set de canciones perfectas y letras inteligentes. Allí pudieron escucharse, entre otras, «Rimbaud», «Alas rotas», «Ella dijo», «Solo por hoy», «Un día perfecto» y «El corazón sobre todo», entre tantas.
En el rubro canción pop también dejó su huella Mateo Sujatovich con su proyecto Conociendo Rusia, acaso el gran continuador de una línea estilística histórica en el rock argentino.
Pero alejado de los grandes focos, el tradicional escenario La Casita del Blues aportó una de las grandes sorpresas del festival, cuando apenas estaba comenzando la jornada. Fue cuando la joven cantante blusera Wayra Iglesias invitó para que la acompañaran a su padre y su tío, nada menos que el bajista Tete Iglesias y el baterista Tanque Iglesias, respectivamente, dos terceras partes de La Renga.
Más allá de las rutilantes presencias, Wayra descolló como una intérprete con derecho propio a ocupar los grandes espacios del género, con un gran caudal vocal y una soberbia banda.
Hacia la noche, mientras los grandes nombres de la grilla hacían lo suyo en el festival, por La Casita del Blues pasaban otros importantes exponentes del género a nivel local, como Don Vilanova y Déborah Dixon.
Hacia la madrugada, los más jóvenes extendían la jornada en la Fiesta Bresh montada en el escenario Paraguay.
Para el cierre del Cosquín Rock, este domingo se espera la actuación de Fito Páez, Babasónicos, Las Pelotas -la banda de asistencia perfecta en los 23 años de historia del festival-, Ciro y los Persas, La Vela Puerca, los españoles Vetusta Morla, Ca7riel y Paco Amoroso, Dillom y Lisandro Aristimuño, entre otros.