domingo 1, diciembre, 2024, Eduardo Castex, La Pampa

Juicio contra el cura José Padilla: Hoy declararon siete testigos

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En el Edificio Judicial de General Pico hoy se realizó la quinta jornada del debate oral que tiene como imputado al sacerdote José Miguel Padilla, acusado de abuso sexual con acceso carnal agravado. Las audiencias se realizan  a puertas cerradas, ya que se debate un delito contra la integridad sexual.





Hoy prestaron testimonio siete personas. Mañana continuarán las audiencias y finalmente el miércoles concluirán las jornadas de debate con la realización de alegatos de clausura de cada una de las partes intervinientes.

El debate está coordinado por la jueza de audiencia de juicio María José Gianinetto. En representación del Ministerio Público Fiscal intervienen la fiscal Andreina Montes y  el fiscal Luciano Rebecchi.

Por la defensa del imputado, lo hacen el abogado particular Jorge Salamone y la letrada Florencia Boglietti. Y como parte querellante particular, en representación de la víctima, participan los defensores oficiales Guillermo Costantino y Mauro Fernández.

Una vez finalizadas las audiencias, la jueza tiene un plazo de diez días hábiles para dictaminar la sentencia.

 LOS HECHOS

Según el denunciante, los hechos ocurrieron durante los seis meses en los que estuvo en la Fraternidad de Belén -desde noviembre de 2015 hasta mayo de 2016-, tiempo en el cual la congregación, afirmó en diálogo con Télam, «fue un lugar y una experiencia muy oscura, tanto por el delito de integración sexual como por todo el contexto de manipulación y de miedo».

«Fue un tiempo donde Padilla me hacía creer que mi familia no me quería, que fuera del convento yo no tenía futuro», manifestó el joven, quien actualmente es profesor de Educación Especial, miembro de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico y se declaró «ateo» al no poder «encontrar armonía ni sintonía en la Iglesia» luego de lo ocurrido.

Wollert, que llegó a la Fraternidad de Belén -también conocida como Capuchinos Recoletos- en noviembre de 2015 cuando tenía 19 años, describió que se trata de «una comunidad de frailes que fundó Padilla hacia el año ’95 en La Pampa, junto a dos personas que eran compañeros de él en San Luis, el fray Gustavo y fray Benito».

En este sentido, su ingreso a la comunidad se debió, principalmente, a la creencia en su vocación religiosa.

«Me quedé hasta mayo de 2016, cuando fui expulsado», explicó sobre la congregación, en la que convivían «alrededor de 12 adultos y dos menores de edad».

La expulsión se debió a que, luego de atravesar las situaciones de abuso y enfrentar a Padilla, el joven empezó a «rebelarse» en contra del director del lugar.

Y explicó que «de ahí en más vinieron amenazadas, incluso (Padilla) llegó a golpearme, y cuando le dije que le iba a comunicar al obispo lo que había pasado, me dijo que visite a mis papás para rever mi vocación, y yo accedí».

En el camino, Wollert fue notificado de su desvinculación con la comunidad, pero siguió manteniendo comunicación con Padilla, ya que quería continuar con la vida religiosa y para esto «la comunidad tenía que hacer un informe, que era un condicionante».

«Entonces, para no perjudicar lo que creía mi vocación, trataba de seguirle la conversación a Padilla para evitar que el informe fuera lapidario. Esta comunicación se interrumpió porque comenzó a pedirme fotografías y mensajes con contenidos sexuales», contó el denunciante.

DENUNCIA

Pasaron cuatro años hasta que el joven pudo realizar la denuncia en la justicia de General Pico. Durante ese tiempo, señaló que los presuntos abusos lo afectaron en cuestiones relativas a su autoestima y salud mental, ya que «Padilla llegó a decir que yo tenía severos trastornos y problemas mentales como esquizofrenia», lo que luego se comprobó que era falso.

«No sólo mi testimonio es verídico, sino que no sufro de ningún tipo de trastornos ni patologías, soy mentalmente sano. Pero hasta que descubrí eso en 2021, yo creía en este supuesto diagnóstico», contó.

Actualmente, Padilla se encuentra radicado en San Luis, donde el obispo de esa provincia, Gabriel Barba, «le asignó la parroquia de Nuestra Señora del Rosario del Trono para que dé misa una vez por semana», dijo Wollert.

Frente a esto, el exseminarista destacó sus expectativas para «una condena justa», y concluyó que «haber podido rehacer mi vida y salir adelante creo que fue la mayor derrota para Padilla, ya que todo lo que hizo fue con una plena conciencia de hacer daño».

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