Ramón Contreras iba descalzo a la escuela en el sur de Chile, algunos compañeros le hacían bullying, se puso rebelde y lo expulsaron, pero a los 72 años recibió el diploma que lo acredita como egresado del Nivel Primario en la Extensión Áulica de Conhelo. Anticipó que en el segundo cuatrimestre comenzará a cursar el Nivel Secundario, porque aún sueña con estudiar «algo corto y a distancia de filosofía».
«No pude estudiar cuando era chico, pero nunca dejé de aprender y toda mi vida me gustó mucho leer. Ahora cuando recibí el diploma me acordé de mi madre, porque ella hubiera estado muy contenta», expresó -con la voz entrecortada- en una comunicación telefónica.
Contreras es chileno y llegó a la Argentina hace 50 años. Es carpintero, tiene un taller en Conhelo donde trabaja con su hijo menor. Además tiene una hija que vive en esta localidad, y el hijo mayor se desempeña en la CPE de Santa Rosa.
Contreras hoy recorre reconfortado las calles conhelenses, pero recuerda que perteneció a una familia «muy humilde» de Rancagua, en la región del Libertador General Bernardo O’Higgins. Los padres se dedicaban al «duro trabajo» de la agricultura, y él y su hermana -desde muy pequeños- colaboraron con esas tareas. «Nosotros éramos muy humildes, pero mis padres siempre nos transmitieron valores muy altos, y siempre seguí aprendiendo y leyendo», destacó.
Recordó que en el sistema chileno de esa época, los niños ingresaban a la primaria con seis años. «A mí me recibieron con cinco años, porque en casa no tenían con quien dejarme. Papito estaba internado, mamita y mi hermana María tenían que trabajar, y a mí me mandaban a la escuela. A los cinco meses de ir a la escuela, ya sabía leer con puntos y comas», recuerda emocionado.
Pero, seguidamente se lamentó porque esa parte negativa de su historia, aún continúa vigente en el país trasandino. «Hace unos días escuché una nota que le hicieron al presidente (Gabriel) Boric donde reconoce que actualmente hay problemas que le preocupan, porque en el sur de Chile hay chicos que van descalzos a la escuela y ese era mi caso», confiesa.
«En la escuela siempre hay niños que tienen un poco más y otros menos, y los chicos se ponen mal y adoptan malas costumbres, y a mí me expulsaron de la escuela a los 8 años. El motivo fue que me hacían bullying y me puse rebelde y contestaba mal incluso a los maestros», narró -con dolor- el ahora pampeano.
El entrevistado planteó la contracara de la educación pública argentina y el sistema educativo chileno. «Estudiar en Chile es muy difícil, porque es muy caro. Acá todavía hay políticos que dicen que los chicos pobres no pueden llegar a la universidad, pero una hija de mi amigo que vivía en Buenos Aires, que a mí me dice tío, se recibió de abogada con muchos esfuerzos en una universidad pública», destacó.
«En mi caso, no culpo ni a mamita, ni a papito. Culpo al sistema capitalista porque le conviene que la gente pobre sea ignorante y hacen todo lo posible para que no se eduque. Ellos si hubieran podido, me hubieran dado mucho más», expresó Contreras.
«Consumidor de libros».
En Conhelo todos coinciden que Contreras es un habitué de la Biblioteca Popular «Casimiro Bustos», y lo tienen identificado como «un consumidor de libros». Y ahí comenzó su actual trayectoria escolar.»La bibliotecaria (Laura Fortunsky) me dijo si no quería terminar la secundaria, pero se sorprendió porque no había terminado la primaria. Entonces me hicieron dos evaluaciones de mis conocimientos y me dieron la certificación que terminé la primaria. Ahora continuaré con la secundaria, porque mi sueño sería estudiar algo de filosofía», narró.
En la localidad pampeana donde reside, funciona una extensión áulica que depende de la Escuela para Adultos 3 «Stella Maldonado» de Eduardo Castex. Y el entrevistado está ansioso esperando que finalice el receso invernal, para iniciar un nuevo desafío en su vida.
El pintoresco vecino es un lector «de los de antes». Tiene «un diccionario grande» a mano, para «no quedar pagando» con algunas palabras que utilizan los escritores. «Hace 50 años que vengo leyendo filosofía, tengo colecciones y sobre todo de la socrática. La literatura edificante siempre fue una terapia, porque un buen libro es un buen amigo, y un mal libro es un mal amigo, así que hay libros que no leería nunca», sostiene.
Mapuche y agradecido.
«Siempre me consideré mapuche y sé que algún día lograremos que nos reconozcan nuestros derechos como ciudadanos argentinos», destacó en la finalización de la entrevista.
También pretendió destacar que está «muy agradecido de Argentina, porque nunca conocí la xenofobia, la gente acá es muy buena y solidaria y a mí nunca me hicieron sentir extranjero en un hospital o ahora en la escuela», aseguró. Y relató que atravesó un tratamiento y operación de cáncer de colon que ya superó, y fue atendido «excelentemente en el hospital».
Por último agradeció a los ex intendentes conhellenses Luis Cervellini y -el ya fallecido- Angel «Yayi» Re, a quienes calificó como «excelentes personas».