Si bien el lunes, en lo que constituyó la denominada “Marcha Blanca”, ya se había concretado el retorno del tren, y esta mañana también había llegado una formación que había partido desde Valle Hermoso, éste era el primer servicio que devolvía la vinculación con la capital provincial, que partiendo desde la ciudad de Córdoba, volvía a arribar a este destino enclavado al pie del Cerro Uritorco, 50 años después de aquella última aparición.
Si bien el tren, en sus comienzos tenía una modalidad de servicio de transporte de pasajeros y carga entre poblaciones, fue durante las décadas de los años 30, 40, 50 y aún en los 60, que alcanzó su máximo esplendor como motor del Turismo en la región.
Hasta que, en los años 70, de la mano del gobierno de Carlos Menem, iniciara su camino a un largo ostracismo, del cual fue renaciendo lentamente, hasta esta culminación, largamente celebrada.
Debido a que su recorrido atraviesa una zona de extraordinarios paisajes, como el Valle de Punilla, actualmente la mayor parte de sus pasajeros son turistas, como lo eran quienes llegaban en tren desde Buenos Aires, Rosario o cualquiera de las poblaciones ligadas a ese ramal del ferrocarril Mitre.
El recorrido completo, incluido un trasbordo en Valle Hermoso, demanda alrededor de cinco horas, pero tomar el Tren de las Sierras, no es una cuestión de tiempo, implica un cambio de ritmo, no sólo por la velocidad tranquila con la que circula el tren, sino por la vivencia particular de estar ante el imponente paisaje serrano, con su vegetación autóctona, sus arroyos cristalinos y su entorno de belleza singular.
Es un momento de pausa en el trajín cotidiano, es parte de la paz que el turista busca al visitar las sierras. Fue, es y seguramente será, una porción más de la geografía cordobesa. Algo que tal vez, nunca debió perder.
Inaugurado el 2 de julio de 1889, después de muchas idas y vueltas, en agosto del 2021 el tren volvió a llegar hasta Valle Hermoso.
Hasta allí estuvo funcionando hasta hoy, cuando una formación con más de 100 pasajeros a bordo volvió a sacudir la casi siesta capillense para prometer un retorno “sin vuelta atrás”, como reclamó Adrián, un viejo ferroviario jubilado que, hasta ahora, gastaba sus días sentado en la estación, añorando volver a ver el tren.