Alberto Felipe Eberts, un lavacoches de 30 años, fue condenado hoy a un año y seis meses de prisión de cumplimiento efectivo, como autor de los delitos de amenazas calificadas por el uso de arma –enmarcado en la ley 26485 de Protección Integral a las Mujeres–, lesiones leves y lesiones leves calificadas por ser contra personal policial, en concurso ideal con resistencia a la autoridad, concursando a su vez dichos delitos materialmente entre sí. Además fue declarado reincidente.
El juez de control santarroseño, Gabriel Lauce Tedín, dio por probado –en el marco de un juicio abreviado– que hace un mes, el 27 de septiembre a la noche, el imputado “se apersonó en estado de ebriedad” al departamento de su exconcubina y comenzó a insultarla y a la amenazarla, diciéndole “te voy a prender fuego, te voy a cagar degollando” (sic).
Pasado unos minutos, la mujer abrió la puerta, que estaba con candado, y “salió corriendo en busca de ayuda hacia el frente del primer departamento”, donde vive una amiga. Eberts apareció “con una cuchilla que tenía en la cintura, tipo carnicera, y le expresó: te voy a prender fuego la casa, te voy a apuñalar…”
El acusado pidió que la damnificada saliera del departamento, pero la amiga se paró en la puerta para impedirle que ingresara. El lavacoches la golpeó en el rostro con el mango de la cuchilla, causándole lesiones, mientras decía: “salí para afuera porque entro y te saco, va a ser peor”.
En ese momento arribaron dos policías de la Seccional Primera, por lo que Eberts –al divisar el móvil– se retiró hacia su departamento y se encerró con candado, logrando los efectivos que la concubina les facilitara las llaves. Al encontrarse con el agresor, este comenzó a insultarlos y a exigirles que se retiraran, por lo que los policías le pidieron que se calmara; pero se ofuscó más y le propinó un golpe de puño a uno de ellos.
Luego, al intentar ser reducido, Eberts le propinó un golpe en la pierna izquierda al otro efectivo, tomó el cuchillo y “comenzó a hacer ademanes con intenciones de agredirlos”. Finalmente, los policías lo redujeron y lo detuvieron.
El abreviado fue acordado entre el fiscal Walter Martos, el defensor oficial Martín García Ongaro y el propio imputado, quien admitió la autoría de los hechos. Los policías y la concubina también dieron su conformidad, mientras que la amiga aceptó el procedimiento, pero manifestó que la sanción era escasa.