Eugenia Bosco vivió un 2024 inolvidable al conquistar la medalla plateada en los Juegos Olímpicos junto a Mateo Majdalani en la clase Nacra 17, de Vela. Sin embargo, cuando la euforia bajó, decidió reflotar una historia que había dejado en suspenso por enfocarse en su sueño deportivo que estaba por ocurrir en París: denunció a su ex entrenador por abuso sexual, cuando tenía entre 11 y 12 años.
La regatista rompió el silencio en una entrevista con la periodista Vanesa Valenti en el diario La Nación. Si bien ella no mencionó el nombre del acusado ni el club donde ocurrió el abuso, el medio informó que se trata de Leandro Tulia, quien trabaja en el Yacht Club Olivos (YCO) pero actualmente se encuentra de licencia debido a la acusación. La denuncia fue radicada en la UFE Género de Vicente López, a cargo de la fiscal Lida Osores Soler.
La deportista contó que los abusos ocurría en un contexto de integrante de un equipo junto a otros chicos y chicas, y que el denunciado manipulaba a las víctimas para obtener «favores» a través de amenazas o a cambio de privilegios.
«Exactamente. Sucedió cuando era muy chica, o sea, cuando estaba navegando en Optimist. No sé cómo explicarlo, pero fue algo que pasó, que no lo controlé, tenía 11 ó 12 años y lo aparté de mi vida hasta hace un par de años que lo pude ver, trabajando obviamente y con gente acompañándome», relató la oriunda de San Pedro, al tiempo que reconoció que este hecho la condicionó en varias cosas, como en callarse y «muchas veces no saber decir que no».
Bosco explicó que se dio cuenta de que había sido abusada hace cinco años, cuando estaba viendo el documental Atleta A, de Netflix, que narra la historia de las gimnastas estadounidenses, entre ellas Simone Biles, que denunciaron abusos sistemáticos de parte del médico Larry Nassar. «No podía creer lo que veía, y lloraba. Se me desbloqueó el recuerdo. Y pensaba: ‘Esto me pasó a mí’. Yo venía trabajando con un psicólogo y fue también gracias a él que pude sacar esto fuera de mí y lo pude expresar, manifestar y contárselo a mi familia», reconoció.
Eugenia comenzó a comprender y trabajar esta situación en medio de la campaña olímpica. Por eso, en vísperas de París 2024, decidió desplazarla para poder focalizarse en su objetivo olímpico. Y lo consiguió. Pero el tema volvió a su cabeza después de subirse al podio, de la exposición mediática y todo lo que vivió por lograr esa medalla en la capital parisina.
«No sabía cómo llevarlo adelante. Ahí, entre mucho asesoramiento y mucha ayuda, conseguí hacer esta denuncia y me sentí muy liberada. Me acuerdo de que la noche anterior a hacerla no paraba de llorar. No podía, realmente. Y al día siguiente me acompañaron mis padres y fue muy liberador, muy sanador. Desde ahí me sentí poderosa. Es una sensación muy linda, encima con todo el momento (deportivo) que estoy viviendo. Esa sensación fue muy sanadora», aseguró.
A medida que fue pasando el tiempo, Bosco aprendió de lo vivido y hoy disfruta de mantener una relación de pareja «súper sana en la que puedo hablar todo, puedo contar todo, no se juzga». «Es un proceso en el que vas aprendiendo, que no es tan fácil», sentenció.