El Partido Justicialista de La Pampa renueva sus autoridades. Un tema menor para el grueso de la sociedad, preocupada por demasiadas cuestiones, pero que hace en parte a la configuración política dentro del peronismo y la provincia.
Qué el Consejo Provincial del PJ haya definido que las próximas autoridades no sean provisorias, que se apunte a una lista de unidad y que el gobernador Sergio Ziliotto continúe como presidente, tiene un significado político: Ziliotto quiere estar al frente del partido para tener la lapicera electoral en 2027, o al menos ser clave para una parte importante de las definiciones. De la interpretación a sus presurosas declaraciones que se hizo a fines del año pasado del «me retiro», que algunos agitaron como el comienzo del síndrome del pato rengo, ahora se impone la mirada del «voy a estar en las decisiones».
Ziliotto sigue siendo actor central de la política pampeana para irse a su casa en 2027: una encuesta encargada por la oposición del radicalismo, justamente, indicó que es el dirigente político con mejor imagen con el 60% de positiva y el 29% de negativa. Y que su gestión tiene el visto bueno del 63% de los pampeanos y una negativa del 26%, muy por encima de la del presidente Javier Milei que está en solo 42% de positiva. Y cuando debería sufrir el desgaste de su segundo período y el ajuste constante del gobierno nacional. Difícil que no quiera estar sentado a la cabecera de la mesa de las definiciones en 2027.
También que en el encuentro de ayer todos los sectores plantearon la unidad para afrontar la actual situación política nacional y llegar fortalecidos en el PJ a 2027. Ziliotto sería el presidente de la unidad y también la garantía de ese consenso entre los sectores peronistas, aunque haya alguno díscolo. Como ya ha ocurrido en otros momentos, la presencia del gobernador como presidente del partido congela definiciones que algunos estaban ansiosos de tomar con miras a la gobernación y de iniciar un proceso interno por demás tempranero.
No es que ser presidente del PJ por sí mismo defina grandes cosas, porque quedan muchos capítulos en esta serie hasta 2027. Sí da la pauta que el peronismo se ordenará de una determinada forma, y que en el vértice estará el gobernador.
Cuando Ziliotto fue ungido como candidato en 2019, momento en que Carlos Verna atravesaba un estado de salud muy delicado, desde esta columna se analizó que se cerraba así el tiempo de la generación de 1983. Un político que no era dirigente con cargo en los años 80 sucedía en el cargo a grandes figuras del peronismo como Carlos Verna o Rubén Marín. El representante de una nueva generación. Se abría así el debate sobre la renovación del peronismo. Que sí la tiene, y en marcha más allá de que algunos apellidos de siempre sigan todavía en las mesas de decisiones.
El año pasado, cuando algunos intendentes empezaron a agitar la posibilidad de ser los posibles próximos candidatos a gobernador ante la falta de reelección de Ziliotto, se empezó a analizar si el actual mandatario seguía representando la renovación o iba a ser considerado simplemente el puente o la transición entre la generación de 1983 y la nueva. Y nos referimos por nueva a una dirigencia que en 2027 estará sobre los 50 años.
Algo similar al peronismo nacional, analiza el filoso y ocurrente Jorge Asís: en su última columna indicó que desde hace años, la edad del poder son los 50 y esta regla se aplica hoy en el peronismo a cuatro figuras prioritarias como Axel Kicillof (54), Sergio Massa (53), Martín Llaryora (53) y Eduardo De Pedro (50). Pero también pone paños fríos al contemplar que Trump en Estados Unidos al atreverse a una campaña a los 78 años y ser nuevamente presidente, rompió el molde, e intensificó también llamativamente en el peronismo la problemática generacional. ¿Por qué no se podrían animar a ser protagonistas dirigentes con más edad?
La decisión de Ziliotto de continuar como presidente del PJ, de tener una de las lapiceras más grandes o de tomar las decisiones partidarias en 2027, o sea de mantenerse en el juego como uno de los actores centrales, parece demostrar que va a ser más que el gobernador de la transición entre dos peronismos.
(*) Por Norberto Asquini (periodista)