El cierre de listas a diputados nacionales para octubre en La Pampa dejó en claro algo que ya se intuía: esta será una elección atravesada por un solo eje, Milei o anti-Milei. Las tres principales fuerzas -el frente peronista, La Libertad Avanza y el radicalismo- confirmaron que estamos ante una competencia de sellos, más que de nombres.
En ninguno de los tres espacios aparecen candidatos que trasciendan el círculo rojo de la política. Para la gran mayoría de la gente, las boletas estarán encabezadas por desconocidos. Y tal vez eso no sea un problema: como toda elección legislativa intermedia, será coyuntural y se definirá por valores, no por figuras. Por eso los nombres no pesan tanto. Solo el radicalismo pareció preocuparse por buscar alguien con cierto reconocimiento y que arrastrara votos, aunque esa jugada terminó frustrada cuando Martín Berhongaray decidió especular pensando en 2027 y dejó al partido a la deriva.
La Libertad Avanza la tuvo fácil. Sin estructura ni territorio en La Pampa, apostará directamente a la marca Milei y el violeta. Su candidato es un docente vinculado a espacios de ultraderecha que repetirá el libreto libertario: la sarasa de la defensa del déficit fiscal cero y la batalla cultural y abrazarse a la figura del presidente como único activo electoral.
El peronismo, en cambio, tuvo un armado más complejo. Con el gobernador Sergio Ziliotto concentrando toda la responsabilidad, la lista terminó encabezada por un «tapado»: un piquense, decano de la Facultad de Ciencias Veterinarias, ex funcionario vinculado a la producción. Una figura que envía mensajes hacia adentro y hacia afuera: hacia adentro, a un peronismo que sufre la retirada del vernismo en esa zona; hacia afuera, a la universidad golpeada por la motosierra libertaria y al sector productivo. Con esta elección, el gobernador evitó las internas lo más que pudo y armó una lista representativa de su estrategia. La defensa de La Pampa, el rol del Estado y la gestión Ziliotto son las banderas de un peronismo que resiste el abandono de Nación que está sembrando miseria en el interior.
En el radicalismo, la candidatura de Federico Guidugli fue más una obligación que una decisión estratégica. Presidente del partido, joven, representante del espacio de intendentes radicales, asumió el desafío después de que toda la dirigencia histórica se hiciera la desentendida. Casi por descarte, encabezará una patriada: intentar romper la polarización asomando la cabeza entre dos polos dominantes para conservar la banca actual de la UCR en Diputados y.
El panorama deja una certeza: esta campaña no girará en torno a nombres o propuestas legislativas concretas, sino a identidades y alineamientos frente al gobierno nacional. Una elección de sellos, valores y posicionamientos, en la que lo central será definirse a favor o en contra de Milei. El resto, al menos en 2025, parece ser apenas un detalle.
(*) Por Norberto G. Asquini – periodista