Las elecciones en la provincia de Buenos Aires dejaron un resultado contundente: el oficialismo de Javier Milei sufrió una derrota de casi quince puntos frente a la oposición. No se trata de un dato más en el calendario electoral: hablamos del principal bastión político del país, donde el Gobierno apostaba a consolidar poder y terminó mostrando su mayor debilidad.
Este desenlace tiene implicancias que trascienden lo político y golpean directamente en lo económico. Los grandes inversores que venían sosteniendo la bicicleta financiera, con tasas altísimas en pesos y la promesa de un dólar contenido artificialmente, ven ahora que el gobierno ya no garantiza estabilidad ni continuidad.
La lógica es simple: al perder confianza en el futuro político de Milei, los capitales buscan cobertura en dólares y preparan la retirada. El problema es que el Banco Central ya no cuenta con reservas suficientes para intervenir de manera sólida. Sin dólares genuinos, la única herramienta es la emisión encubierta disfrazada de deuda interna a tasas usurarias. En este esquema, la fuga de capitales se acelera, el dólar presiona al alza y el traslado a precios golpea con fuerza a los trabajadores y las pymes.
El efecto social es inmediato. La clase media, cada vez más ahogada por tarjetas impagables y gastos básicos que no dejan margen de ahorro, se vuelca al billete verde como último refugio.
En el interior del país, las provincias hacen esfuerzos enormes para contener con políticas locales el impacto del ajuste, pero en el Área Metropolitana de Buenos Aires el deterioro ya se refleja en la creciente cantidad de familias que duermen en la calle.
El relato oficial que prometía un dólar en baja, estabilidad financiera y prosperidad, se estrelló contra la realidad. Hoy la moneda norteamericana supera los $1.370 aun con intervención, la pobreza crece y los salarios reales se hunden por debajo de la inflación.
La fantasía del “comprá, campeón” que repitió el ministro Caputo, terminó en una corrida que exhibe lo que siempre estuvo claro: no se puede sostener un país sobre la especulación financiera mientras se vacía la industria, se destruye el empleo y se abandona a los jubilados, a los discapacitados y a la salud pública.
La derrota bonaerense desnuda un futuro complejo: llegar a octubre será difícil, y diciembre aparece como un horizonte incierto. La confianza en el dólar es hoy más sólida que la confianza en la capacidad del Presidente de terminar su mandato.
(*) Rodrigo Genoni ( Secretario General del Centro Empleados de Comercio – gerente general AMUSIM – presidente de la Federación de Mutualidades de La Pampa)