La ciudad chilena de Viña del Mar amaneció blindada por Carabineros que reforzaron los puntos más icónicos de ese centro balneario luego de las multitudinarias protestas contra el gobierno de Sebastián Piñera y por un modelo económico más justo que en la noche del domingo retrasaron el inicio del tradicional festival artístico.
El eco de las masivas manifestariones continúa y se prevén nuevas concentraciones durante la jornada de este lunes a pesar de la dura represión desatada ayer, luego de los saqueos, destrozos en comercios y en la Municipalidad de esa ciudad para exigir que el festival no se inicie en medio de la crisis social que atraviesa el país.
Hubo quema de vehículos, saqueos y destrozos en sucursales bancarias y empresas de telecomunicaciones. La policía les cortó el paso con un inédito y fuerte operativo de seguridad que incluyó un helicóptero y un globo con cámaras de vigilancia.
A pesar de la dura represión con gases lacrimógenos y carros lanza agua, los manifestantes resistieron y llegaron hasta los alrededores de la Quinta Vergara, donde unas 20 mil personas aguardaban el inicio del tradicional festival internacional.
Los shows estuvieron a punto de suspenderse debido a que hubo protestas y ataques en el edificio del Hotel O’Higgins, en el que se alojan muchos artistas. Varios de ellos fueron evacuados por precaución. El hecho provocó pánico entre los pasajeros, el personal del hotel y algunos equipos de prensa.
No obstante, la noche inaugural del Festival de la Canción comenzó con al menos 20 minutos de retraso y la apertura estuvo a cargo de Ricky Martin, quien pidió a los chilenos que no se queden callados y que con «amor y paz» exijan lo que merecen.
«Que se expresen, que exijan lo básico, los derechos humanos, es básico, no pedimos nada. Yo estoy contigo Chile, nunca callados, siempre con amor y con paz», afirmó el cantante, quien horas antes, en conferencia de prensa, había calificado a las protestas de «importantes» y manifestó su esperanza porque ese país «sirva como efecto dominó para todas las partes del mundo, donde hace falta que se nos escuche».
Chile vive desde el pasado octubre su crisis más grave desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), con una treintena de muertos y miles de heridos, además de graves acusaciones contra las fuerzas de seguridad por violaciones a los derechos humanos.
Lo que en un principio empezó como un llamamiento de los estudiantes a protestar contra el aumento de la tarifa del subte, se convirtió en una revuelta por un modelo económico más justo, que ha dejado además episodios de violencia extrema con saqueos, incendios y destrucción de mobiliario público.
La situación generó un fuerte descenso en la aprobación ciudadana del cuestionado presidente Sebastián Piñera, con índices menores al 9por ciento según todas las últimas encuestas.