La rusa Maria Sharapova, ganadora de cinco títulos de Grand Slam y un símbolo del circuito femenino en las últimas dos décadas, anunció este miércoles su retiro del tenis, agobiada por las lesiones que la persiguieron en los últimos tiempos, sobre todo una molestia crónica en el hombro derecho.
«Tenis, te digo adiós». Mediante una carta abierta y un video publicado en la revista Vogue y en su subsidiaria norteamericana Vanity Fair, la jugadora de 32 años explicó el significado que tuvo su carrera, que comenzó cuando tenía cuatro años y que tuvo picos de esplendor, que incluyeron el acceso al número uno del ranking mundial ya en agosto de 2005 y la conquista de dos títulos de Roland Garros, uno de Wimbledon, uno de Australia y uno en el Abierto de Estados Unidos.
A lo largo de su exitosa trayectoria, Sharapova también consiguió el título de la Copa Federación para Rusia y se colgó una medalla olímpica, tras haber perdido ante Serena Williams en la final de los Juegos de Londres 2012.
Considerada una de las jugadoras más bonitas del circuito, Sharapova mezcló con singular éxito su carrera como tenista junto a una trayectoria como modelo que la convirtió en ícono para las grandes marcas. Con esa combinación se convirtió durante varias temporadas en la deportista mejor paga del planeta, e incluso llegó a diseñar sus propios modelos de ropa para la firma deportiva Nike.
Elegida por empresas como Tiffany, Sony Ericcson o Canon y capaz de promocionar los productos más disímiles con igual éxito, Sharapova llegó a tener su propia línea de golosinas, la Sugarpova, unas gomitas dulces fabricadas en España, que nacieron por su propia iniciativa, a partir de su gusto por ese tipo de caramelos.
Su brillante carrera, sin embargo, tuvo un estigma que nunca pudo sacarse de encima: durante el Abierto de Australia de 2016 dio positivo en un control antidoping por ingerir meldonium, una sustancia prohibida muy consumida por los deportistas rusos, que le valió una suspensión de 15 meses. Tras cumplir la sanción, ya nada fue igual, tanto en los resultados como en el trato con sus rivales, y hasta con el público, que en muchos casos ya no la tuvo como una de sus preferidas.
Campeona de 36 títulos en el circuito, Sharapova sólo pudo levantar un trofeo tras su caso de doping, en Tianjin 2017. Más allá de algunos triunfos esporádicos, lo mejor de su repertorio ya había pasado. Además, las lesiones cada vez le pasaban más factura y el último ranking la ubicaba en la posición 373.
Para encontrar su último triunfo en la WTA hay que remontarse hasta la primera ronda del torneo de Cincinnati, cuando superó a la estadounidense Alison Riske. Desde entonces, había cosechado sólo derrotas: ante la número uno del mundo Ashleigh Barty en la segunda fase de Cincinnati, ante Serena Williams en el estreno en el US Open, ante la estadounidense Jennifer Brady en Brisbane y ante la croata Donna Vekic en el Abierto de Australia, su última presentación en sociedad.
A partir de ahora, Sharapova ya forma parte de la historia del tenis, como una brillante jugadora que conjugó a la perfección el rendimiento deportivo con los negocios fuera de los courts.